• Consciente de la fragilidad de esta herencia, el arqueólogo es pionero en el uso de las nuevas tecnologías para su registro y divulgación
• Desde hace 25 años dirige un proyecto de ‘interpretación temática’ con el cual se desarrollan materiales para museos y sitios arqueológicos
En agosto de 2024, el antropólogo Manuel Gándara Vázquez (Cuernavaca, Mor., 1952) se convirtió en el primer galardonado con la presea “Manuel del Castillo Negrete”, conferida por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Entre otros, el investigador especializado en arqueología y nuevas tecnologías tiene un mérito indiscutible: saber comunicar los valores del patrimonio cultural.
Entrevistado en la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM), donde es profesor-investigador en su posgrado de Museología, desde 2011, el experto aborda el concepto de la fragilidad de esta herencia, el cual, a su parecer, “no hemos sabido transmitir del todo”, de ahí la necesidad de formar intérpretes del patrimonio.
“Me gusta hablar de nuestro parecido con los forenses. Imaginen la clásica novela negra, ¿qué pasaría si, los mayordomos, preocupados más por el desorden, limpiaran la escena del crimen y solo entregaran al detective trapos manchados de sangre y una bolsa con tierra del jardín? En pocas palabras, destruirían la evidencia.
“En el centro, lo que hacen los arqueólogos es la asociación de las cosas con el contexto, y eso es fragilísimo. A veces, la gente actúa con la mejor de las intenciones, y lo que trae es destrucción”.
Gándara sabe de lo que habla, pues desde hace 25 años dirige un proyecto sobre divulgación de la arqueología, una estrategia de comunicación denominada ‘divulgación significativa’, basada en la ‘interpretación temática’, la cual se utiliza a fin de desarrollar materiales para museos y sitios patrimoniales.
“Tenemos alrededor de 60 mil sitios, oficialmente registrados, pero, simplemente el estudio del Proyecto Atlas Arqueológico, el cual dirigió Enrique Nalda en los años 80 del siglo XX, indicó que tenemos más de 250 mil sitios de gran tamaño. Por cada uno de ellos, se calcula que existen otros cuatro, de carácter agrícola, menores, que lo sostienen. Hablamos de más de un millón.
“Ahora, si sumamos los sitios litorales, es decir, los naufragios; los coloniales; aquellos de materia prima, por ejemplo, las minas de cobre en Michoacán, tenemos más de 1 millón 250 mil sitios. Y para cuidar de este universo tenemos una cifra muy inferior de arqueólogos y otros especialistas.
“Pero hay otro número que es el que me gusta también relatar: 12 millones de personas visitan nuestras zonas arqueológicas anualmente, si el 0.1 por ciento de ellos nos ayudara a conservar el patrimonio, tendríamos alrededor de 12 mil nuevos aliados cada año. Pero esto requiere una adecuada divulgación del patrimonio”.
Desde joven, pese a la insistencia de su padre, el abogado Manuel Gándara Mendieta, para que estudiara derecho y se decantara por la política, mostró inclinación por la arqueología, e ingresó a la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), en sus instalaciones en el Museo Nacional de Antropología, centro educativo que condujo de 1985 a 1989, ya instalado en Cuicuilco.
Recuerda que, en 1983, siendo el responsable de los cursos de técnica arqueológica de campo, la ENAH tuvo un logro importante: el derecho a investigar, ya que “antes, los alumnos eran los peones de los proyectos del INAH. Ganamos que la institución reconociera que teníamos iniciativas legítimas, destinadas a que los estudiantes obtuvieran las habilidades requeridas, conforme los semestres en curso”.
Sin embargo, un año después, su trabajo fue concentrándose en la teoría arqueológica, al escribir una simulación por computadora (“Sur de la Cuenca”) para enseñar una metodología basada en la teoría de los orígenes del Estado de Bill Sanders, Jeffrey Parsons y Robert Stanley. Esto lo llevó a explorar el mundo de la educación basada en la computadora, de la que fue pionero.
“En aquella época, las partes más lentas del proceso eran el dibujo y el registro tridimensional. Empezamos este tema de las computadoras con el maestro Jaime Litvak King, y en Cobá logramos modificar un programa de Apple para hacer planos, lo que antes tardábamos dos o tres semanas. Ahora, esto se resuelve con fotogrametría”, comenta Gándara Vázquez.
Así, desarrolló el primer catálogo por microcomputadora (para el Museo Comunitario de Santa Ana del Valle, 1986), y el primer catálogo multimedia para un museo (Regional de Oaxaca, 1986-1989). Estas experiencias lo llevaron a los campos de la museología, por un lado, y de la interacción computadora-humano, por otro.
Desde mediados de los años 90, su interés por los museos fue creciendo y, en la primera década de los 2000, dirigió un proyecto de campo que realizó los primeros estudios sistemáticos de visitantes en sitios arqueológicos. Asimismo, en fechas recientes realizó los nuevos rótulos de Xochicalco, en colaboración con la Dirección de Operación de Sitios del INAH.
En este sentido, concluye el también presidente de la Asociación Mexicana de Intérpretes del Patrimonio, “para mí la protección del patrimonio es una tarea interdisciplinaria por naturaleza. Para salvarlo requerimos de cinco elementos: investigación, restauración, defensa legal, gestión y su socialización; esto contribuye a crear un espíritu nacional, pero recordándonos que somos diversos. Por eso hay que protegerlo, a lo que cueste”.
Enlace a video: https://www.youtube.com/watch?v=pVCjg91s3Ww
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