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Expuesto en el Portal de Peregrinos hasta el 19 de mayo de 2024. Foto: Mauricio Marat. INAH

• Con la llegada de los franciscanos en 1524, inició en el actual pueblo de Churubusco esta tradición que recuerda el sufrimiento de la Virgen María

• Exhibe el óleo Virgen Dolorosa (s. XVIII), acompañado de elementos con gran carga simbólica y el poema Stabat Mater

Boletín 176

 

Con la llegada de los franciscanos al entonces pueblo de Huitzilopochco, hoy en día Churubusco, y la construcción de una pequeña ermita, entre 1524 y 1530, algunos de los momentos más significativos de la vida católica empezaron a conmemorarse, incluido el levantamiento del Altar de Dolores, como recordatorio de los siete dolores de la Virgen María.

 

Al llegar los dieguinos, una rama de dicha orden religiosa, en 1580, para establecer un noviciado, construyeron un nuevo convento y dicha tradición se arraigó en el poblado. Cada año, el Museo Nacional de las Intervenciones (MNI), con sede en este inmueble antiguo, retoma esta costumbre que se apega a la vida conventual del recinto.

 

La Secretaría de Cultura Federal, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), invita a visitar el MNI y detenerse en el Portal de Peregrinos para descubrir los elementos y los significados de su altar, en el que exhibe el óleo Virgen Dolorosa, del siglo XVIII, proveniente de sus colecciones.

 

Como explica la jefa de Museografía del MNI, Sandra Sofía Peña García, el Altar de Dolores, expuesto hasta el 19 de mayo de 2024, está ornamentado con elementos llenos de simbolismos que aluden a la pasión de Cristo y a los dolores de su madre, donde la parte central es la Virgen Dolorosa.

 

“Está decorado con telas moradas, un tapete elaborado con semillas y aserrín de colores, además de flores naturales, de tela y de papel crepé; germinados de trigo, vitroleros con aguas de diferentes colores, banderas de papel metálico, esferas doradas y de vidrio, velas, así como una imagen de Jesús, acompañada de una lanza y una caña con esponja que aluden a su martirio en la cruz”.

 

En referencia al legado franciscano del recinto, este año, el Altar de Dolores está acompañado del poema Stabat Mater, del siglo XIII, atribuido al beato Jacopone di Todi, el cual era usado como himno para la Mater dolorosa, y como plegaria y meditación sobre su sufrimiento por la crucifixión de su hijo.

 

El poema comienza de esta manera: Stabat Mater dolorosa / Iuxta crucem lacrimosa, / Dum pendebat filius. / Cuius animam gementem/ Contristatam et dolentem / Pertransivit gladius. En la traducción literal de la Conferencia Episcopal Española: De pie la Madre dolorosa / junto a la cruz, llorosa, / mientras pendía el hijo. / Cuya ánima gimiente, / contristada y doliente / atravesó la espada.

 

El Altar de Dolores es una costumbre católica que marca el inicio de la Semana Santa, cuyo objetivo es ofrecer consuelo a la Virgen María por los dolores que sufrió como madre, durante la vida, pasión y muerte de su hijo Jesús.

 

La tradición tuvo su origen en el siglo XIII, en Italia, con el surgimiento de la Orden de los Siervos de María o Servitas, la cual buscaba conservar y difundir el fervor a la Virgen, así como enaltecer y meditar sobre su sufrimiento y fomentar la devoción a María y sus siete dolores. En 1472, el Papa Benedicto XIII instituyó la celebración a la Virgen Dolorosa en el sexto viernes de Cuaresma, también llamado Viernes de la Pasión o de Dolores, día en que se levantan los altares dedicados a ella.

 

Esta costumbre fue adoptada por la orden franciscana que, por su devoción a la madre de Jesucristo, se considera una de las órdenes marianas surgidas en la Edad Media y, por tanto, dentro de sus devocionarios y cantos litúrgicos tienen poemas dedicados a María.

 

De esta manera, la tradición de los Altares de Dolores llegó hace cinco siglos a la Nueva España, de la mano de los primeros frailes franciscanos. Los 12 misioneros que arribaron al territorio novohispano, el 13 de mayo de 1524, cumplirían con la evangelización de la población indígena. Es a fray Bartolomé de Olmedo a quien se debe el montaje de los primeros altares de Dolores, en San Juan de Ulúa, Veracruz.

 

 

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