• Se atienden 50 metros cúbicos del bien patrimonial, el cual tuvo afectaciones a causa de las intensas lluvias de junio de 2024
• En los últimos años, el INAH ha atendido otros inmuebles históricos en comunidades, como Tihosuco, X-Cabil, X-Querol, Sacalaca y Sabán
La Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), comenzó la restauración de un tramo de 50 metros cúbicos de la muralla del foso perimetral del Fuerte de San Felipe de Bacalar, elemento que sufrió un derrumbe parcial por el reblandecimiento de su mampostería, a causa de intensas lluvias de junio de 2024.
Al conocer el siniestro, el Centro INAH Quintana Roo activó el protocolo para la aplicación del seguro institucional para monumentos históricos que son propiedad de la nación, caso de este inmueble ubicado en el Pueblo Mágico de Bacalar.
“En los últimos años, el INAH ha atendido afectaciones causadas por condiciones ambientales y climatológicas en otras edificaciones históricas, como el Templo del Niño Jesús, en Tihosuco, el Templo de Nuestra Señora de Guadalupe, en X-Cabil, y la Capilla de San Juan Bautista, en X-Querol, así como dos templos en Sacalaca y Sabán, mediante el Programa de Empleo Temporal”, informó el director del Centro INAH Quintana Roo, Margarito Molina Rendón.
El Fuerte de Bacalar, como se le conoce, es uno de los inmuebles más significativos de la arquitectura histórica y el patrimonio cultural de esta entidad. Ubicado a orillas de la laguna de los Siete Colores, fue construido en 1733, a instancias del gobernador de la entonces Capitanía General de Yucatán, Antonio de Figueroa y Silva Lazo de la Vega, con el objetivo de controlar el avance de los asentamientos ingleses en la frontera sur novohispana.
También, fue importante durante la Guerra Social Maya, toda vez que, en 1858, fue tomado por los mayas rebeldes, acto que obligó a la población mestiza y criolla de Bacalar a refugiarse en el norte de Belice.
Molina Rendón destacó que el INAH ha trabajado en los sitios mencionados con la gestión oportuna de los recursos; no se han desatendido los daños por siniestros en el patrimonio histórico, los cuales en Quintana Roo son causados a menudo por la humedad, lluvias, huracanes y escurrimientos de agua.
Sobre el segmento de muro perimetral en restauro, el arquitecto de la Sección de Monumentos Históricos del Centro INAH Quintana Roo, Luis Ojeda Godoy, detalló que se trata de dos tramos contiguos que suman cinco metros lineales y 50 metros cúbicos. Los especialistas a cargo de su atención emplean morteros, elaborados con cal en pasta y polvo de piedra, para evitar el uso de cemento, dado que, al integrarse a la mampostería, propicia que a mediano plazo la humedad se concentre al interior de los muros y repercuta en deterioros mayores.
El combate a los ingleses
Otro de los objetivos detrás de la construcción de dicha fortificación fue repeler tanto a los saqueadores de palo de tinte, mercancía de gran importancia en tiempos virreinales y durante el siglo XIX, como a las embarcaciones piratas y filibusteras que incursionaban por la bahía de Chetumal y el estero de Chac.
El mariscal Antonio de Figueroa combatió a diversas fuerzas inglesas, incluso, en el territorio que hoy ocupa Belice, entonces Honduras Británicas, tras desconocer la legalidad de los asentamientos ingleses en dicha geografía. En una de sus ofensivas, fue herido en el estero de Chac y falleció camino a Mérida.
“A partir de los años 70, el Fuerte de Bacalar se convirtió en el ícono turístico del sur de Quintana Roo”, concluyó Molina Rendón al enfatizar que el INAH continuará con la atención de los inmuebles históricos de la entidad, ello, a pesar de la presión a la que constantemente los someten los deterioros naturales y las condiciones ambientales y climatológicas de la región.
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