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Primer congreso estudiantil arroja luces sobre la Inquisición novohispana
Primer congreso estudiantil arroja luces sobre la Inquisición novohispana.

• El reconocido historiador John F. Chuchak IV inauguró las jornadas académicas, en el marco del 85 aniversario de la ENAH

• Analizó al inquisidor Alonso de Peralta, quien profesionalizó el Tribunal del Santo Oficio y creó una red clientelar para su enriquecimiento

Boletín 569

 

En el marco de su 85 aniversario, la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) llevó a cabo el Primer Congreso Estudiantil sobre la Inquisición Novohispana. Siglos XVI-XIX, para arrojar luces en torno al Tribunal del Santo Oficio, el cual, a través de las audiencias de Guadalajara, México y Guatemala, abarcó un vasto territorio que iba del septentrión del virreinato –que comprendía los actuales estados estadounidenses de California, Arizona, Nuevo México y Texas–, hasta lo que hoy es Panamá.

 

En dos jornadas, cerca de 40 estudiantes de diversas instituciones de educación superior demostraron el auge de las investigaciones, muchas de las cuales derivan de tesis de grado, alrededor de este tema, bajo los ejes: Libros y censura; Idolatría y superstición; Institución y personajes; Magia, brujería y hechicería, así como El Santo Oficio frente al demonio.

 

El congreso, impulsado por la ENAH, dependencia académica de la Secretaría de Cultura federal, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), fue inaugurado por el reconocido historiador John F. Chuchak IV, con la conferencia magistral El inquisidor Alonso de Peralta y el Palacio del Santo Oficio de la Inquisición, 1594-1610.

 

El investigador de la Universidad Estatal de Missouri aprovechó la oportunidad para presentar un proyecto de realidad virtual, el cual desarrolla junto con estudiantes de historia y arquitectura, para recrear personajes como virreyes, inquisidores y procesados del Tribunal del Santo Oficio, hasta mobiliario, salas de audiencia y maquetas que muestran la evolución de las cárceles (1571-1586 y 1587-1598) al palacio inquisitorial (1599-1610).

 

Señaló que entre los factores que dificultaron la creación del Tribunal de la Inquisición en el Nuevo Mundo, estuvo la vastedad del territorio, sumado a una sociedad multiétnica y multirracial, resultado de la mezcla de poblaciones de africanos, indígenas y españoles, principalmente, y otras menores, venidas de Europa y Asia, por lo que el Santo Oficio se instauró primeramente en Nueva España y en Lima, y hacia 1610, en Cartagena de Indias.

 

Sus primeros funcionarios generaron una burocracia particular, estableciendo además reglas, procedimientos y poderes, diferentes a los que operaban en España. En ese sentido, para no demorar los procesos, los casos no eran consultados necesariamente al tribunal del reino.

 

Destacó que los inquisidores fundadores del Tribunal de la Nueva España, entre 1570 y 1585, fueron Pedro Moya de Contreras y Alonso Granero Dávalos, cuyos continuadores serían Alonso Bonilla y Santos García (1585-1594), y los “inquisidores celosos”: Bartolomé Lobo Guerrero, Alonso de Peralta y Gutierre Bernardo de Quirós, entre 1595-1610, periodo al que seguiría la expansión de la persecución de los judaizantes, por dos décadas.

 

Es a Alonso de Peralta y Robles, “un personaje fascinante, pero corrupto”, a quien se debe la profesionalización del tribunal. Chuchak indicó que, de un total de 355 procesos terminados en contra de judaizantes en la Nueva España, de 1571 a 1700, Peralta presidió en más de 172; y bajo su mandato (1594-1609) dirigió tres de los 10 autos de fe generales más grandes celebrados en el virreinato. Asimismo, de 47 personas condenadas a la relajación para ser quemados en la hoguera, él condenó a 27.

 

Hijo del conquistador Diego de Peralta y Cabeza de Vaca, Alonso de Peralta nació en Arequipa, en el Reino del Perú, pero se formó en España, teniendo como mentor al inquisidor general, Gaspar de Quiroga.

 

Gracias a sus conexiones familiares y amistades, Peralta ascendió hasta convertirse en el primer inquisidor de origen criollo. El nepotismo y la corrupción serían sus prácticas comunes.

 

Las maniobras de sus sirvientes, amigos y familiares, contratados por él como funcionarios menores del Tribunal de la Nueva España, sin haber pasado el debido proceso de “limpieza de sangre”, le permitirían, entre otras cosas, concretar la compra del edificio y terreno del Santo Oficio, en 1604.

 

Con la lealtad y el apoyo de esa red clientelar, contó con mucha mano de obra calificada a un bajo costo, táctica con la que además usurpó funciones del maestro mayor de la catedral, Diego de Aguilera. A su vez, el inquisidor tomó el control y entregó la administración diaria de las obras y reparaciones a uno de sus propios retenedores, Juan de León Plaza, un fabricante de sombreros a quien había nombrado alcaide de la cárcel del tribunal.

 

De trato cruel, Alonso Peralta dirigió el trabajo de construcción del conocido como Palacio de la Inquisición, en la Plaza de Santo Domingo, entre 1605 y 1606, gastando en el proceso más de 2,710 pesos, todo lo cual contabilizó en un libro de 189 folios.

 

El autor de The Inquisition in New Spain, 1536-1820. A Documentary History concluyó que la clave para descubrir la red de corrupción, soborno y engaño del inquisidor, se encontró en el Centro Helmerich para la Investigación Americana, en el Museo Gilcrease, en Tulsa, Estados Unidos. En documentos históricos bajo su custodia, constan 60 ejemplos de sobornos, malversación fiscal y extorsión, producto de la red creada por Alonso de Peralta y sus prestanombres.

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