• El proyecto arqueológico ha redefinido la conformación y la función de edificios de esta antigua urbe, sitio del oriente de la Cuenca de México
• El Museo de la Zona Arqueológica de Cuicuilco inicia actividad este año con la muestra El Templo Mayor de Huexotla y su recinto sagrado
Con 13 años de trabajo arqueológico a cuestas, el Proyecto Arqueológico Huexotla (PAH) está redefiniendo la conformación de este importante sitio del oriente de la Cuenca de México; por ejemplo, ha documentado que una sección de La Muralla, conocida así desde el siglo XVIII, no es tal, sino que corresponde a la fachada principal de su recinto sagrado, el cual debió medir 116.50 por 289 metros de largo, aproximadamente.
Los recientes descubrimientos de esta investigación, desarrollada por la Secretaría de Cultura federal, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), integran El Templo Mayor de Huexotla y su recinto sagrado, exposición con la cual inicia actividades este año el Museo de la Zona Arqueológica de Cuicuilco, en Tlalpan, Ciudad de México.
Con esta muestra, el director del PAH, Alberto Juárez Osnaya, rinde homenaje póstumo a su maestro Rubén Cabrera Castro, y también reconoce la labor de sus predecesores, desde Leopoldo Batres, quien hace 120 años inició excavaciones en Huexotla, hasta Rafael Alducín, responsable de su estudio en la última década de siglo XX y los primeros años del XXI.
Detalla que se ha explorado una mínima parte de este sitio, el cual abarca 99 hectáreas de la comunidad de San Luis Huexotla, en el municipio de Texcoco de Mora, cuya monumentalidad da cuenta de su importancia en el periodo Posclásico Temprano (950-1250 d.C.), cuando ejerció la hegemonía del área junto con Coatlinchan, y en el Posclásico Tardío (1250-1521 d.C.), ya sujeto a Texcoco, que lideraba la Triple Alianza, al lado de Tacuba y Tenochtitlan.
El PAH afina información de investigaciones anteriores y, a la vez, aporta nuevos datos mediante excavaciones parciales, realizadas con el apoyo de los arqueólogos Moramay Estrada Vázquez, Gabriela Valenzuela Pérez, Ricardo Rivera y Antonio Zamora Venegas.
De acuerdo con Juárez Osnaya, con base en sus resultados, ahora se plantea que la estructura conocida como La Muralla (con muros de 6.70 metros de alto, por casi 172 metros de longitud), integrada por dos secciones divididas por la calle San Francisco, corresponden a los restos de plataformas de dos conjuntos arquitectónicos: la sección sur, a la fachada principal del recinto sagrado de la urbe; y la sección norte, a la parte frontal de otra estructura sin identificar.
Por otra parte, se ha determinado que el edificio llamado La Estancia corresponde al Templo Mayor de Huexotla (en náhuatl, “lugar donde hay sauces o ahuejotes”); mientras que la estructura a su espalda, conocida como La Comunidad, debió tener una función cívico-militar o administrativa.
El investigador de la Dirección de Estudios Arqueológicos del INAH insiste en que “poco o nada se sabía sobre las características y patrones arquitectónicos, tanto de las plataformas que delimitaban el recinto sagrado y en cuyo interior se distribuían los edificios principales, como del Templo Mayor, que era una pirámide doble, como sus símiles del Posclásico en la Cuenca de México”.
Las evidencias arqueológicas que respaldan estas interpretaciones se presentan en la exposición temporal, mediante extraordinarias piezas, varias de ellas con policromía en colores rojizos, las cuales recibieron tratamientos para su preservación en la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural del INAH.
El público podrá admirar un par de esculturas en piedra que representan al dios Macuilxóchitl-Xochipilli en posición sedente y con un yelmo con penacho de ave, característico del numen solar; y a una serpiente bicéfala o maquizcoatl, la cual, entre los indígenas, era considerada de mal augurio.
También, sobresalen un par de paneles de cerámica en altorrelieve con acabado en estuco, los cuales representan a divinidades solares y de la guerra, como Macuilxóchitl; y un cráneo con perforaciones, descubierto por Rafael Alducín, en el 2000, en la fachada posterior del Templo Mayor de Huexotla, en las cuales debieron insertarse mechones de cabello para aludir a deidades en su descenso al inframundo.
El Templo Mayor de Huexotla y su recinto sagrado permanecerá en el Museo de la Zona Arqueológica de Cuicuilco hasta el 24 de marzo de 2024. Horario: martes a domingo, de 9:00 a 16:45 horas. Entrada libre.
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