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Congreso de la ENAH reivindican a personajes excepcionales sobre la Inquisición novohispana. Foto INAH
Congreso de la ENAH reivindican a personajes excepcionales sobre la Inquisición novohispana. Foto INAH

• En la actividad académica se recuperó la dimensión compleja de figuras relacionadas con el Santo Oficio

• Una de ellas fue el calificador e impresor, Juan José de Eguiara y Eguren (1696-1763), quien impulsó las obras de novohispanos letrados

Boletín 574

 

Del seno de una institución atávica como el Santo Oficio de la Inquisición, surgieron algunas rara avis, personajes que abrirían sendas a la Ilustración novohispana. Un ejemplo excepcional fue el calificador e impresor, Juan José de Eguiara y Eguren (1696-1763), quien impulsaría a una generación de criollos letrados que, en la última centuria de la Colonia, empezaron a cuestionar, exponer y defender “lo americano”.

 

Este caso inédito, muestra de cómo la censura y la impresión se entrecruzaron en el dinámico entramado de la república de las letras novohispanas, y otros más fueron puestos bajo nuevas perspectivas en el Primer Congreso Estudiantil sobre la Inquisición Novohispana. Siglos XVI-XIX, organizado por la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH).

 

El encuentro, realizado en este centro educativo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), organismo de la Secretaría de Cultura federal, constó de 10 mesas temáticas; en la titulada “Institución y personajes” se recuperó la dimensión de figuras como el cosmógrafo y traductor del Santo Oficio, Henrico Martínez (1550-1632), inmortalizado en el monumento hipsográfico que se yergue a un costado de la Catedral Metropolitana, y la del también catedrático Juan José de Eguiara y Eguren.

 

Este último fue abordado por el egresado de la Facultad de Filosofía y Letras, de la Universidad Nacional Autónoma de México, José Fernando Benítez Mondragón, quien adelantó un fragmento de su tesis de licenciatura, la cual dedica a la Biblioteca Mexicana, imprenta-librería fundada por los hermanos De Eguiara y Eguren, que impulsó la publicación de obras de sus contemporáneos.

 

El referido catedrático, insistió, representa un caso único dentro de la sociedad novohispana, por su doble faceta como calificador del Santo Oficio –especialista en temas de doctrina sagrada encomendado a dictaminar el valor y la veracidad canónica de las obras dispuestas a imprenta o a acción eclesial–, e impresor, papel que desempeñó a la par en la última década de su vida.

 

Con reputación de insigne hombre de letras, De Eguiara y Eguren comenzó a otorgar pareceres en 1724, y prestó juramento como calificador 13 años después, manteniéndose activo en la encomienda hasta 1762, a solo un año de su fallecimiento. En total, aprobó la impresión de 72 obras.

 

Lo llamativo, dijo Benítez Mondragón, es que, desde 1755, empezó a emitir pareceres y aprobaciones de obras emanadas de su propia imprenta, acumulando así una veintena de obras, cuyos autores están fichados en su repertorio bibliográfico. De esta manera, se constituyó en pilar de la élite intelectual, puesto que su visión fue nutrir una comunidad literaria, la cual impactaría a generaciones futuras.

 

“En esa época, la posición de impresor no solo demandaba habilidades técnicas, insumos adecuados y operarios capacitados, sino también holgados recursos financieros y una arraigada conexión con el entorno intelectual, aspectos que De Eguiara y Eguren cumplía al pie de la letra.

 

“Encaminado por su condición de letrado, abrazó una carrera tipográfica e impulsó las obras de sus contemporáneos, como hace constar la nómina de autores publicados por la misma, formada exclusivamente por novohispanos que tuvieron interacción directa o indirecta con él”, expuso el historiador.

 

De ellos cabe destacar a Andrés Arce y Miranda, Julián Gutiérrez Dávila, Nicolás de Espíndola, Ignacio Paredes y el jesuita Francisco Xavier Lazcano, de quienes se imprimieron novenas, manuales de confesión, catecismos en lengua náhuatl y sermones guadalupanos, entre otros.

 

A su vez, señaló, mediante la publicación homónima, Bibliotheca Mexicana, un catálogo biobibliográfico, Juan José de Eguiara daba noticia periódicamente de los letrados de la América septentrional y de sus obras. “Sus roles multifacéticos, tanto como redactor de pareceres, calificador del Santo Oficio e impresor de la Biblioteca Mexicana, lograron entrelazarse para formar un componente distintivo dentro de la historia tipográfica novohispana”.

 

En última instancia, su legado editorial “subraya que en la república de las letras novohispana, la censura y la impresión fueron facetas indivisibles. La calidad de los contenidos seleccionados por este personaje respaldan sus funciones de juez y parte, erudito e impresor, en un contexto carente de gremios de impresores, por lo que también contribuyó a la no tan modesta, pero sí cerrada economía literaria local”, finalizó Fernando Benítez.

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