Xipe Tótec: el dios descarnado
Xipe Tótec, una de las deidades más veneradas del panteón prehispánico, desempeñó un papel crucial en la cosmología y la agricultura mesoamericana. Su culto, asociado con la fertilidad, la regeneración y la renovación, se extendió en diversas formas por toda Mesoamérica.
La representación más icónica de Xipe Tótec es la de un hombre vestido con la piel de una víctima sacrificada, pues en el mito, esta deidad se había desollado así misma para alimentar a los hombres. Esta imagen, aunque impactante, simboliza el proceso agrícola del maíz. Al igual que el dios, se despoja de la piel vieja para renacer: cuando la mazorca madura, se seca y la cáscara se desprende para revelar los granos que darán origen a nuevas plantas.
Durante las festividades en honor a Xipe Tótec, se realizaban rituales que incluían el desollamiento de prisioneros de guerra. Los sacerdotes, ataviados con la piel de las víctimas, ejecutaban danzas y ritos que simbolizaban la renovación y la fertilidad de la tierra. Estos actos no sólo representaban la transformación y el sacrificio necesario para la perpetuación del ciclo agrícola, sino que también aseguraban el éxito de las cosechas y la prosperidad de la comunidad.
En esta urna, hallada en la Tumba 103 de Monte Albán, se representa a Xipe Tótec con una máscara de piel humana. En una de sus manos lleva la cabeza decapitada de una víctima de sacrificio, de la cual parece haber salido la máscara.