Sor Juana Inés de la Cruz, el Fénix de América
El Siglo de Oro fue un periodo efervescente en las letras castellanas. Grandes plumas desplegaron su ingenio para abordar diversidad de temas humanos desde perspectivas y géneros variados. Así, nombres como Félix Lope de Vega o Pedro Calderón de la Barca dieron forma a la literatura a través de obras que traspasaron fronteras. A estas eminencias se les sumó una mujer que nació con el nombre de Juana Ramírez de Asbaje, pero cuya fama le sobrevino con su nombre religioso: sor Juana Inés de la Cruz.
Pese a haber vivido en una época con grandes restricciones por su condición de mujer nacida en la Nueva España, esto no pudo restarle nada a su ingenio y calidad literarios. Su vocación la llamaba al grado de tomar los hábitos religiosos en la orden de san Jerónimo para poder instruirse y escribir. De este modo, produjo algunas de las piezas líricas y dramatúrgicas más sobresalientes de la lengua española y, por supuesto, de la literatura mexicana.
La fama de obras como Los empeños de una casa, El divino Narciso, Amor es más laberinto, un amplío corpus de sonetos y villancicos, o piezas en prosa como el Neptuno alegórico, escrita para celebrar la llegada de los virreyes de La Laguna y razón por la que inició con ellos una amistad y relación de mecenazgo, sobrepasó allende el mar y, algo extraordinario para un novohispano, le valió que fuera publicada en la península ibérica.
En honor a esta gran escritora, cada 12 de noviembre se celebra el Día Nacional del Libro, pues la también llamada Décima Musa o Fénix de México, nació en esa fecha del año 1648 en Nepantla, dentro de lo que ahora es el Estado de México.