Silbato de tejón: La música en la época prehispánica
Según Miguel León-Portilla, para los antiguos nahuas la música significó un “regalo de los dioses en su origen. Acompañó luego su existencia, sus fiestas, sus bailes, cantos y plegarias. La música fomentó su florecer a través de los siglos hasta el día en que el pueblo náhuatl y con él su cultura parecieron morir.”
En el mundo prehispánico, el sonido fue mucho más que un divertimento: era una vía de conexión con lo sagrado. Aunque no se han hallado sistemas de notación musical ni pruebas concluyentes sobre la enseñanza formal de la música, la evidencia arqueológica ha revelado una gran diversidad de instrumentos sonoros. Muchos de ellos, como silbatos, flautas, tambores y raspadores, se han descubierto en contextos ceremoniales, lo que sugiere su uso ritual.
En náhuatl, el término tlapitzalli designa a los instrumentos de viento, y entre ellos destacan los elaborados con cerámica o hueso. Algunos, como los silbatos con forma de rana o ave, imitan con precisión los sonidos de la naturaleza. Otros, como el llamado “silbato de la muerte”, hallado en contextos mexicas, producen un aullido profundo y estremecedor que aún hoy impacta por su fuerza expresiva. Así, estas formas del sonido representan el vínculo estrecho que había entre la sonoridad, la divinidad y la naturaleza.
