Restauración de una joya barroca estípite: la basílica de Ocotlán en Tlaxcala
Según la tradición, 10 años después de que la Virgen María se le apareciera a Juan Diego en el Tepeyac, un evento similar ocurrió a otro Juan Diego en el cerro de San Lorenzo de la comunidad de Ocotlán en Tlaxcala. La visión guio al indígena hacia unas aguas milagrosas que curaron a los enfermos de peste, y cuando el joven avisó a los religiosos de su teofanía, en el lugar encontraron una imagen de la Virgen que fue colocada en una capilla que se amplió y convirtió en la basílica de Nuestra Señora de Ocotlán.
En 1670 se comenzó la construcción del nuevo templo. Su fachada tiene por objetivo exaltar el dogma de la concepción inmaculada de María, así, en la portada del templo se observa un gran arco en forma de concha con un nicho central en el que se encuentra una imagen de la virgen, todo ello enmarcado por altas y esbeltas torres. El elemento que sobresale son sus pilastras estípite, por lo que el templo es considerado una muestra ejemplar del barroco estípite o churrigueresco.
Aunque la basílica sufrió daños considerables tras los sismos de septiembre de 2017, gracias al continuo trabajo y esfuerzo conjunto entre la Secretaría de Cultura, a través del INAH, y del Programa Nacional de Reconstrucción (PNR) esta bella obra arquitectónica ha sido totalmente restaurada, recuperando así su esplendor y reintegrándose a la vida de su comunidad.