Recreación de una celda conventual
Tras la exclaustración de las religiosas, en 1940 el convento de Santa Mónica, en Puebla, se integró al INAH como el primer museo de México de arte sacro y dedicado a la vida conventual femenina. Como tal, una de sus propuestas museísticas ha sido la recreación de las celdas en las que solían vivir las monjas enclaustradas.
Estas mujeres debían llevar una vida contemplativa y austera, pues pertenecían a la orden de las agustinas recoletas, de modo que vivían sin lujos, como lo demuestran las tablas de madera que servían como cama. Asimismo, se puede observar la túnica negra que forma parte del hábito de la orden, el cual se compone, además, por un velo y un cinturón, generalmente de color negro también.
Fotografía: Jaromil Loyola. INAH.