Noche estrellada en Oxtankah
Dentro de las culturas mesoamericanas, la maya fue una de las que logró mayor dominio en los conocimientos matemáticos y astronómicos, pues ambos campos son indisolubles.
Los antiguos mayas no sólo observaban el cielo con fines calendáricos, rituales o agrícolas, sino que, como puede verse en muchas de las ciudades que se conservan, su arquitectura también obedecía a un orden cósmico, metafórica y literalmente. Varias de sus estructuras estaban alineadas con astros fundamentales tanto en el firmamento como en su cosmología, como es el caso de Venus.
Para ellos, mirar al cielo era también una forma de leer el tiempo, de entender el mundo. Hoy, esa misma bóveda celeste continúa brillando sobre la Estructura 1 de la Plaza de las Abejas, en Oxtankah, Quintana Roo. Este conjunto arquitectónico, conformado por cinco edificios de carácter ceremonial y religioso, nos habla de la importancia simbólica del espacio, pues debajo de una de estas construcciones fueron hallados los entierros de dos personajes relevantes, acompañados de ajuares funerarios.
Se ha determinado que el apogeo de esta antigua ciudad costera ocurrió entre los años 250 y 600 d.C., durante el periodo conocido como Clásico Temprano. Así, bajo las estrellas y entre selva, Oxtankah queda como testigo y evidencia de la memoria de un pueblo que supo leer el cielo y traducirlo en metáfora y arquitectura.
