Máscara mortuoria femenina
Al igual que sucede en diversas partes y culturas del mundo, la pintura facial tiene una connotación mágica para muchas de las culturas originarias de Norteamérica. De este modo, los indígenas haida, que habitan en la costa noroeste de Canadá, pulverizaban minerales como el cinabrio o el bermellón y lo mezclaban con grasa de oso para poder aplicárselo en el rostro y cuerpo durante las batallas, de ahí el sobrenombre de “pieles rojas” que los europeos les adjudicaron.
En esta máscara funeraria se representa una figura femenina pintada de rojo y negro, colores que estaban relacionados con la posición social dentro del grupo, lo cual se corrobora con el bezote, cuyo uso estaba reservado a las mujeres nobles. Otro elemento que resalta en la máscara es el colibrí, pues en el mundo chamánico los animales, en especial las aves, tienen un lugar preponderante.
Esta pieza, de principios del siglo XX, está elaborada con madera, pigmentos y cabello humano. Es parte de la colección del Museo Nacional de las Culturas del Mundo.