Los jesuitas y la salud en la Nueva España: la botica del Colegio de San Francisco Javier
Aunque los clérigos tenían prohibido ejercer la medicina, la Compañía de Jesús recibió en 1576 un privilegio del papa en el que se les permitía asistir a las personas en temas de salud en los lugares donde no hubiera un médico. A su llegada a la Nueva España, la orden jesuita ayudó durante las epidemias, además construyeron hospitales para atender a huérfanos y enfermos. Asimismo, se caracterizaron por estudiar la medicina y plantas medicinales indígenas e incorporarlas en sus prácticas médicas.
En 1606 comenzaron la construcción del templo, convento y colegio de San Francisco Javier en Tepotzotlán. Su intención era tener una escuela para niños indígenas, otra para novicios de la Compañía, y una más para los jesuitas ya ordenados aprendieran las lenguas nativas. En el recinto incorporaron una botica, un lugar donde elaboraban y guardaban los medicamentos; además, en el patio de enfermería sembraban plantas medicinales. En la bóveda de la botica se conserva un mural, pintado en el siglo XVII, alusivo a la medicina, en el que sobresalen las representaciones de los santos sanadores Cosme y Damián, hermanos que fueron médicos de profesión.