Hueso labrado de la Tumba 7
La Tumba 7 de Monte Albán es uno de los hallazgos más emblemáticos de la arqueología mexicana e internacional. El 9 de enero de 1932, el arqueólogo Alfonso Caso y su equipo ingresaron por primera vez a esta cámara mortuoria, considerada una de las más suntuosas de Mesoamérica. En su interior, descubrieron una extraordinaria colección de ofrendas, compuesta por numerosos objetos de lujo que evidenciaban el prestigio de quienes ahí descansaban.
Entre los tesoros encontrados destacan huesos finamente tallados, elaborados con una manufactura excepcional. Algunos de estos presentan diseños geométricos y motivos vegetales, mientras que otros narran complejas historias y acontecimientos históricos. Un ejemplo notable es el Hueso 124, que relata cómo el anciano Señor 5-Flor “Jaguar” visitó el “Templo Precioso” para solicitar el consentimiento de su difunta esposa, la Señora 4-Conejo, con el fin de formalizar el matrimonio de su nieta, la Señora 6-Agua, con el Señor 4-Agua “Águila de Sangre”, hijo del rey de Tilantongo.
Algunos más destacan por su rica ornamentación con incrustaciones de piedras preciosas, como el que se muestra en la fotografía.