Eclipses y astronomía en el pasado prehispánico
Para las culturas prehispánicas, la astronomía jugaba un rol fundamental. Esto se puede observar en la gran cantidad de vestigios culturales como códices, estelas, cerámica, pintura mural y en infinidad de informaciones registradas en las fuentes etnohistóricas, asentadas no sólo por los cronistas españoles, sino también por indígenas que escribieron en su propio idioma.
La observación de los astros también puede identificarse en el sistema calendárico empleado por diversas culturas, mismo que hizo posible el funcionamiento ordenado de la sociedad.
Jesús Galindo Trejo, en el artículo “La astronomía en el pasado prehispánico de México” (1991), explica que:
En Mesoamérica a partir del período Formativo temprano se establecieron las bases del calendario que regiría por varios milenios. Desde entonces se consideró al calendario tan importante que se identificó con una dádiva de los dioses. El movimiento aparente de los astros no sólo estableció la pauta en la definición del calendario, sino también introdujo un ordenamiento en el paisaje que sirvió para fundar, trazar y orientar no sólo estructuras arquitectónicas sino ciudades enteras.
En ese sentido, el Sol, siendo el astro más brillante y el que podía observarse con mayor facilidad, fue reconocido como una deidad fundamental en el panteón mesoamericano.
Galindo Trejo añade que es posible encontrar un amplio registro de los eclipses solares en códices y crónicas de los observadores prehispánicos:
Se designaban como el “Sol comido” o “mordida de Sol” o alternativamente el “Sol muerto” o “Sol enfermo” dependiendo del idioma de que se tratara. En el códice maya que se encuentra en la ciudad alemana de Dresden se tiene un conjunto de páginas registrando cuentas de días que señalan el número de días entre un eclipse y otro; también se plasmaron dibujos mostrando el glifo del Sol pendiendo del cielo, obscurecido y a punto de ser devorado por un animal a manera de serpiente emplumada o dragón. Las fechas asentadas en estas páginas corresponden a eclipses reales, observados no todos desde tierra maya. Este testimonio pictórico, que da cuenta del nivel de avance alcanzado por los mayas en el cálculo de eclipses, parecería no haber sido único.