Para las culturas mesoamericanas, el juego de pelota no era sólo un deporte, sino un ritual con un profundo significado religioso, vinculado al movimiento del Sol y al ciclo cósmico. Su importancia se refleja en uno de los relatos cosmogónicos más trascendentes: el Popol Vuh.

Este disco tallado, encontrado en la zona arqueológica de Chinkultic, Chiapas, funcionaba como un marcador que se colocaba en el centro de la cancha del juego de pelota con una doble función: dividir el terreno de juego y conferirle un carácter sagrado.

Las inscripciones glíficas en la pieza identifican al personaje representado como el rey de Chinkultic y registran la fecha del 17 de mayo de 591 d.C. Un elemento iconográfico notable es la cabeza que aparece en la pelota, la cual alude a los héroes gemelos del mito, Hunahpú e Ixbalanqué, y al juego que disputaron en el Inframundo, en el que derrotaron a los dioses.