Día de Muertos, un sincretismo religioso
Una de las tradiciones más características de nuestro país y reconocidas a nivel mundial es el Día de Muertos. Esta celebración, que dependiendo de la región y comunidad puede comenzar desde los últimos días de octubre hasta el 3 de noviembre, surgió durante la época novohispana, pues es un sincretismo entre el Día de Todos los Santos y el Día de los Fieles difuntos, fechas del calendario católico instauradas en la Europa medieval, y las festividades prehispánicas que se hacían en otoño, después de las cosechas, en honor a los muertos, en las cuales había ofrendas de comida, bailes, música y cantos.
El Día de Muertos mantuvo elementos de ambas culturas, tanto de la mesoamericana como de la europea. De la primera, por ejemplo, está la creencia de que el ánima de los difuntos regresa por un corto periodo de tiempo al plano terrenal; así como el uso de elementos como la flor de cempasúchil, el maíz o el copal. Por otra parte, de Europa se integraron las velas y veladoras, el incienso, las imágenes de santos, de la Virgen y la cruz, entre otras; además del concepto de dividir la llegada de las ánimas en dos días, el primero para los “muertos chiquitos”, es decir los niños y el segundo para los adultos.