Coatlicue: majestuosidad escultórica mexica
En 1790, durante trabajos de remodelación en la Plaza Mayor, en lo que aún era la capital de la Nueva España, se descubrió una imponente escultura de andesita, actualmente reconocida como uno de los ejemplos más extraordinarios y mejor conservados del arte mexica. Aunque su identidad ha sido objeto de debate, existe un consenso general que la identifica como Coatlicue, una diosa central en la cosmología mexica y madre del dios patrono, Huitzilopochtli.
La escultura presenta a la diosa adornada con un collar de corazones y manos humanas, cubriendo parcialmente sus senos, con un cráneo al centro. Porta un cinturón formado por una serpiente bicéfala que sostiene una falda hecha de estos reptiles. De sus hombros y codos emergen dientes afilados que evocan al monstruo de la tierra. En la parte posterior, se observan representaciones de Tláloc y Tlaltecuhtli.
Esta obra es una compleja unidad simbólica que, por un lado, refleja uno de los mitos fundacionales mexicas a través de elementos representativos de su cultura y, por otro, según algunos expertos, fue en su tiempo un poderoso mensaje político de consolidación del Imperio mexica mediante su rica simbología.