Acolman: cuatro siglos de posadas y tradicionales piñatas
En la segunda mitad del siglo XVI, los frailes agustinos llegaron a la región de Acolman, en el actual Estado de México. Allí, no sólo erigieron un magnífico complejo conventual en honor a su santo patrono, sino que también, durante la época navideña, instauraron las misas de aguinaldo, caracterizadas por lecturas bíblicas y representaciones al aire libre del nacimiento de Jesús. Estas festividades evolucionarían con el tiempo, dando origen a las entrañables posadas, celebradas desde el 16 hasta el 24 de diciembre.
Dentro de esta rica tradición, surgió otra práctica distintiva: la incorporación de las piñatas. Este elemento festivo, con raíces en Asia y Europa, consistía originalmente en una olla de barro en la que se depositaban frutas y dulces, recubierta con papel y provista de siete picos que simbolizaban los siete pecados capitales. Durante la posada, la piñata se quebraba, representando simbólicamente la destrucción del mal.
Con el tiempo, las piñatas se han convertido en un elemento festivo intrínsecamente ligado a nuestra cultura. A nivel internacional, la conexión entre piñatas y México es tan frecuente que, en el imaginario colectivo, la mención de una evoca la imagen del país. Fue en Acolman, hace más de cuatro siglos, donde estas coloridas figuras se popularizaron, por lo que se le reconoce como la cuna de las piñatas. En la actualidad, en Acolman se continúa con la fabricación tradicional de estas coloridas creaciones, las cuales son parte integral de las celebraciones mexicanas, especialmente en la época decembrina.