Los hospitales en la Nueva España responden a las necesidades de las sociedades modernas, en las cuales los cuidados de las mismas son de importancia para mantener el orden. Si bien, no se puede hablar de una red hospitalaria, la dedicación que se daba en estos establecimientos cubrieron los inmediatos males de la urbe, tales como el sarampión, enfermedades venéreas o la asistencia de niños, personas dementes; sus cuidadores, galenos y boticarios, son ejemplo del desarrollo de la ciencia médica y de atenciones paliativas, así como de la innovación de la época en torno a los diligencia y aplicación de medicamentos.