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Todos los pueblos amerindios han sobrevivido el Apocalipsis, al menos una vez” Alesandro Questa. Foto: Melitón Tapia. INAH.

• El antropólogo abrió el ciclo de conferencias en el marco de la muestra Imaginar el fin de los tiempos, en el Museo Nacional de Antropología

• La programación continuará el sábado 17 de febrero, con el diálogo de Minerva Cuevas: “El piso es lava. Una aproximación a la relación entre arte y ecología”

Boletín 55

 

Despertaba el nuevo milenio cuando Eugene F. Stoermer y Paul Crutzen –a la postre Nobel de Química– publicaron en el Global Change News Letter su hipótesis sobre una nueva era geológica, el Antropoceno; a partir de entonces, despertó el desencanto de habitar un mundo con las horas contadas y el arribo de un nuevo humanismo, “un humanismo darks, que nos avergüenza y aterra”.

 

En opinión del antropólogo Alessandro Questa Rebolledo, el debate en torno a la emergencia planetaria está abierto e, incluso, ha dado lugar a acciones asombrosas, como el hecho de que uno de los recintos públicos más importantes del país, el Museo Nacional de Antropología aloje una exposición con un título por demás elocuente: Imaginar el fin de los tiempos: historias de aniquilación, apocalipsis y extinción.

 

El profesor e investigador de la Universidad Iberoamericana (UIA) inauguró el segundo ciclo de conferencias en el marco de esta muestra, organizada por la Secretaría de Cultura federal, a través de los institutos nacionales de Antropología e Historia (INAH) y de Bellas Artes y Literatura (INBAL), en colaboración con el Centro de Estudios Apocalípticos y Post Apocalípticos (CAPAS), de la Universidad de Heidelberg, de Alemania.

 

Bajo la moderación del curador de la exposición, Adolfo F. Mantilla Osornio, Alessandro Questa expuso que, desde las ciencias sociales y las humanidades, “el Antropoceno significa una suerte de neohumanismo, una vuelta a lo humano como lo más importante, sin embargo, ya no se trata del humanismo sensual del Renacimiento, ni racionalista, como el de la Ilustración. Creo que vivimos en un humanismo darks, que nos avergüenza y aterra. Nos aterra ser humanos.

 

“Vivimos un humanismo desencantado que viene desde el siglo XX, quizás a partir de la Segunda Guerra Mundial, y es una desaceleración del progreso y el despertar de una conciencia sobre que cada paso, en aras del desarrollo, tiene un costo enorme en términos ecológicos, políticos, culturales, económicos. Por cada batería, coche eléctrico, viaje en avión, vacaciones…, sabes que hay algo inmoral detrás, algo que nos acerca a esa medianoche”.

 

No obstante –anotó–, en la perspectiva de la Historia, con mayúscula, los cataclismos son la constante. Una de ellas fue la “Gran mortandad”, producida por la invasión de América, la cual supuso perder 56 millones de vidas de nativos en un lapso de 120 años, 90 % de los habitantes del continente, el equivalente a un 10 % de la población mundial para el siglo XVII. Algo inimaginable para nosotros.

 

“Por eso los pueblos amerindios son postapocalípticos. Todos han sobrevivido el Apocalipsis al menos una vez. Después llegarían el esclavismo, los obrajes, las minas. Ellos tienen una experiencia sensible e histórica que se demuestra en la forma en la que llevan su vida –que no está exenta de contradicciones y los mismos vicios que afectan a la humanidad–, con una postura menos antropocéntrica”.

 

En la charla que tuvo lugar en el ágora central de la exposición, el académico del Departamento de Ciencias Sociales y Políticas de la UIA, explicó que, por ejemplo, los maseual de la Sierra Norte de Puebla ­–grupos con los que ha trabajado–, ponen al centro a las montañas, que en su cosmogonía son seres con vitalidad, y en ciertos contextos son más importantes que las personas.

 

A su parecer, continuó, “en este balance, de nosotros con el mundo inmediato, con otros seres, está un aprendizaje para el ámbito postapocalíptico. Desde nuestro imaginario colonial, cuando vamos a una comunidad rural, creemos ir al pasado; pero, en realidad, estos modos de vida representan el futuro.

 

“Un estudio pagado por la NASA indicaba que los humanos supervivientes deberán producir su comida, sus casas, tener mecanismos fluctuantes e invertir mucho tiempo en los demás. Eso nos enfrenta a que nosotros somos el arcaísmo, y el futuro es de quienes generen estas estrategias. Debemos aprender de los que saben sobrevivir”, concluyó.

 

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