*** Tras ocho años de restauración, se recuperó el retablo mayor del templo más importante de la comunidad, uno de los cuatro platerescos más antiguos que se conservan en Michoacán
*** Es tan solo la primera pieza recuperada en este templo, considerado joya del arte plateresco de los primeros años de la evangelización en la ribera del Lago de Pátzcuaro
Desde principios del siglo XX, en Santa María Huiramangaro, Michoacán, una población campesina y de migrantes localizada a la entrada de la Meseta P'urhépecha, en el municipio de Pátzcuaro, nadie imaginaba que el retablo mayor del templo de Nuestra Señora de la Asunción, el más importante de la comunidad, fuera una bella obra de arte plateresco, única en la región y uno de los más antiguos de Michoacán.
Hasta 2014, el retablo se vio completamente blanco con ornamentos que resaltaban en pintura de color dorado. Fue en ese año que, especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), a petición de la feligresía, lo desmontaron del presbiterio del templo, porque el muro testero tenía que restaurarse.
Aprovecharon la oportunidad para darle tratamiento de conservación: el retablo no tenía problemas estructurales, ni había sido atacado por plagas de insectos, pero las especialistas que lo atendían encontraron, por medio de calas de pequeñas dimensiones, policromía y hoja de oro en toda la madera y descubrieron pinturas sobre tabla, en la parte inferior (predela).
Después de ocho años de intensos trabajos de diagnósticos y restauración, realizados con la participación de diversas instancias civiles y de los tres niveles de gobierno, manos expertas han devuelto al retablo su rostro original, así como una iconografía en la predela, que remonta a los primeros momentos de la evangelización franciscana en el siglo XVI, con los rostros de seis doctores pilares de la Iglesia católica: San Jerónimo, San Ambrosio, Santo Tomás de Aquino, San Buenaventura, San Gregorio Magno y San Agustín.
“Con ello se recuperó una lectura histórica del proceso de la cristianización, cuando Santa María Huiramangaro fue el pueblo de misión, desde donde los franciscanos se adentraron en la Sierra P'urhépecha a evangelizar poblaciones indígenas que aún conservan viva una riqueza cultural invaluable, percibida en su comida, indumentaria, lengua y costumbres.”
Así narra la restauradora perita del INAH, Laura Elena Lelo de Larrea López el inicio de los trabajos en Santa María Huiramangaro, que el próximo 15 de agosto, entre cohetes y bandas de música, celebrará su fiesta grande a la Asunción de María, con la virgen patrona en su retablo principal, ahora completamente dorado.
Los estudios realizados señalan que el retablo fue modificado en el siglo XX hasta con tres capas de pintura blanca, seguramente con la intención de volverlo neoclásico para cambiar el ajuar religioso al estilo en boga, ya que Huiramangaro por falta de agua, perdió su bonanza desde el siglo XVIII dejando de ser el pueblo cabecera de la región.
Lelo de Larrea López, como investigadora del INAH, hacia 2010 llegó a este templo para realizar sus estudios de doctorado en Arquitectura, en la universidad nicolaita (UMSNH) y, de inmediato, se dio cuenta del valor histórico y cultural del sitio.
Con apoyo del Centro INAH Michoacán y dos restauradoras de la Escuela de Conservación y Restauración de Occidente (ECRO): Gabriela Fernanda Contreras González y Joselia Cedeño Paredes, responsables de la ejecución de los trabajos, comenzó a desarrollar el proyecto de intervención y rescate.
Durante el desarrollo de los trabajos se fueron sumando diversas dependencias: los trabajos contaron con recursos de la Secretaría de Cultura federal, a través del Fondo de Apoyo a Comunidades para la Restauración de Monumentos y Bienes Artísticos, así como de la Secretaría de Cultura de Michoacán, de la Presidencia Municipal de Pátzcuaro, de organizaciones civiles como “Adopta una obra de arte Michoacán”, de la propia comunidad y también aportaciones de inmigrantes de Santa María Huiramangaro.
“La desgracia pasada es fortuna de hoy”, dice la restauradora, porque la falta de recursos para cambiar los bienes del interior del templo hizo que en el siglo XX solo se remozaran, conservándose no sólo el retablo principal, sino dos colaterales ubicados en el área del presbiterio, también de estilo plateresco; ambos cubiertos con pintura blanca y dorada, hoy a la espera de ser recuperados.
“Estos tres retablos de Santa María Huiramangaro y otro localizado en el templo de la Virgen de la Asunción, en Cherán Atzícurin ya en plena Sierra P'urhépecha, son los únicos cuatro retablos platerescos y los más antiguos que hasta el momento he identificado en Michoacán”, destaca la restauradora y advierte que el de Santa María Huiramangaro, al encontrarse muy completo, no sólo es único, sino da ejemplo de la enseñanza litúrgica con la que inició la evangelización en tierras p'urhépechas.”.
Lelo de Larrea López explica que el plateresco se conserva en fachadas de templos, pero no en retablos, al menos en la región, ya que muy rápido este estilo fue sustituido por el renacentista y, después, rebasado por el barroco salomónico.
Asimismo, el templo es importante por el resto de su configuración: entre otros elementos, conserva dos triples arcadas interiores, que en la época misional servían para separar el área del bautisterio, de la nave desde donde escuchaban misa los feligreses, y del ante presbiterio (área donde circulaban quienes ayudaban a los religiosos durante la misa), así como un plafón de madera policromada.
En la ceremonia de entrega del retablo ya restaurado, las autoridades involucradas en su recuperación coincidieron en el interés de continuar apoyando el proyecto por varias etapas más hasta ver recuperado el templo en su totalidad, una joya a la entrada de la Meseta P'urhépecha aún por descubrirse.