*** Además de excelente académica, fue definida como una mujer completa, independiente, aguerrida, brillante, propositiva y amorosa
*** Se rememoró la creación del Observatorio de Museos “Raquel Padilla Ramos”, para construir una vida libre de violencia en y desde los museos
“La sierra del Bacatete es un punto geográfico emblemático para casi cualquier sonorense. Para los yaquis significa mucho más que eso, es tierra sagrada, depositaria de su historia de resistencia, y es morada de héroes”, así la definía la historiadora y antropóloga Raquel Padilla Ramos (1967–2019). En ese lugar, a iniciativa de las mujeres de Pótam, se decidió dejar ahí parte de las cenizas de la investigadora, como maestra yoowe (ancestra), en reconocimiento a la solidad que siempre mostró hacía esta tribu.
Lo anterior fue relatado por el secretario técnico del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), José Luis Perea González, quien encabezó el homenaje póstumo a la historiadora sonorense en el Museo Nacional de Antropología, como parte de la “Jornada Contra las Violencias”, realizada en el marco de la 33 Feria Internacional del Libro de Antropología e Historia (FILAH), organizada por la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través de la institución.
El día que se llevaron las cenizas de Raquel Padilla al Bacatete, los yaquis le tocaron un son, el cual se escuchó en el Auditorio Jaime Torres Bodet la tarde de este 10 de octubre, como inicio del homenaje; enseguida, cinco mujeres evocaron la fuerza de Raquel, mientras su sonrisa franca y su belleza ocupaba una pantalla.
Las palabras iniciales las ofreció la mujer yaqui, Anabela Carlón Flores, líder comunitaria y activista de la conservación comunitaria y biocultural sonorense, con la emoción a flor de piel, lágrimas en sus mejillas y su voz entrecortada recordó el día que conoció a la investigadora del Centro INAH Sonora, en 2011, y las acciones que ella hizo para apoyarlos en sus luchas por su territorio, también el viaje que realizó a su lado para recuperar las piezas que se encontraban en Suecia.
A su vez, la antropóloga Ana Paula Pintado Cortina definió a Raquel como una historiadora comprometida, quien se asumió como parte del proceso histórico y aspiró a levantar el silencio del pasado, para construir un mundo diferente. “Nos hizo no olvidar el pasado violento de los indígenas” y hoy, en honor a ella, se debe recordarla como una gran historiadora, pero sin olvidar que fue víctima de las violencias.
Así como en el pensamiento de los pueblos indígenas todo está conectado, así también, no se puede hablar de la académica y la luchadora social, sin hablar de la madre amorosa y la mujer enamorada. Raquel Padilla fue una mujer completa, independiente, aguerrida, brillante, propositiva y amorosa.
“Las mujeres que luchan se encuentran. El encuentro con Raquel nos llevó a encontrarnos entre nosotras, y la honramos a través de la creación del Observatorio de Museos ‘Raquel Padilla Ramos’, para construir una vida libre de violencia en y desde los museos”, destacó la coordinadora de Educación Patrimonial de la Coordinación Nacional de Museos y Exposiciones del INAH, Carolina Carreño Vargas.
En tanto, las investigadoras Claudia Harris y Esperanza Donjuan comentaron el último libro de Raquel Padilla, Mujeres indígenas, emisarias de Dios y del hombre, editado por la Secretaría de Cultura federal, a través del INAH (2022), resultado del trabajo que la historiadora estaba desarrollando con las mujeres cahítas del noroeste de México.
Por último, las hijas de la historiadora, Raquel y Alfonsina, cerraron el homenaje con unas palabras sobre su madre, a quien calificaron como “comprometida y trabajadora”. Raquel Torúa Padilla trajo consigo el sello de un exlibris de su madre, el cual regaló a los lectores que llevaron el libro.
La programación completa de la 33 FILAH puede consultarse en la página: www.feriadelibro.inah.gob.mx.
