• El INAH supervisó obras en el Templo del Niño de Flamacordis, la Basílica de Nuestra Señora de los Remedios y un cementerio antiguo
• El rescate de este patrimonio edificado se integra a las acciones del Plan de Justicia para Acasico, Temacapulín y Palmarejo, en la región Altos-Sur
En 2014, un diario nacional subrayaba que los centenarios murales del Templo del Niño de Flamacordis presagiaban que el pueblo acabaría “sumergido bajo una abundante agua azul”, como amenazaba, entonces, la construcción de la presa El Zapotillo; vaticinio que el Gobierno de México ha hundido por completo, mediante la aplicación del Plan de Justicia para las comunidades de Acasico, Temacapulín y Palmarejo, en la región Altos-Sur de Jalisco.
La Secretaría de Cultura federal, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), es parte de este instrumento que atiende las demandas legítimas de poblaciones indígenas. Desde la vertiente del rescate del patrimonio edificado, además del citado templo, la institución ha rehabilitado también la Basílica de Nuestra Señora de los Remedios y el antiguo cementerio, en Temacapulín.
El proyecto original de la megaobra que abastecerá del vital líquido a la zona metropolitana de Guadalajara amenazaba a los tres pueblos, pero tuvo adecuaciones técnicas para evitar su inundación, recuerda el especialista de la sección de Monumentos Históricos del Centro INAH Jalisco, Gerardo Enrique González Lupián.
Así, se salvaguarda la memoria de asentamientos que se remontan al siglo VI d.C., cuya importancia histórica se debe a que se emplazaron en el único cruce natural del río Verde, que va desde Aguascalientes hasta la costa del océano Pacífico, en Nayarit, donde se unían las áreas culturales de Mesoamérica y Aridoamérica.
Estas comunidades formaron parte de la nación de los Tecuexe y la invasión española los alcanzó en 1530; 11 años después participaron en la rebelión general indígena de la Nueva Galicia, llamada “La Guerra del Mixtón”.
Dada la trascendencia de estos poblados, localizados en los municipios de Cañadas de Obregón, Mexticacán y Yahualica de González Gallo, en abril de 2008, la Dirección de Patrimonio Cultural del Estado de Jalisco dictaminó que sus construcciones antiguas son patrimonio cultural y están sujetas a conservación y restauración especializada.
El arquitecto González Lupián indica que ambos aspectos han sido reforzados. Como parte de las acciones de documentación del patrimonio, el Centro INAH Jalisco elaboró el Catálogo de Monumentos Históricos de Acasico, Temacapulín y Palmarejo, y se supervisaron las obras de conservación en los tres inmuebles referidos, mismas que ejecutó una empresa especializada.
El Templo del Niño de Flamacordis (s. XIX-XX), ubicado en el poblado homónimo e inmediato a Acasico, en Mexticacán, presentaba diversos daños y deterioros por agentes químicos, fenómenos físicos, falta de un programa de mantenimiento preventivo, así como por la omisión en procesos constructivos.
Detalla que eran evidentes los problemas de humedad en cubiertas, así como afectaciones de carácter estructural en la cúpula, las cuales repercutieron en el estado de preservación de la ornamentación mural interior. Por estos motivos, se liberaron los enladrillados y el hormigón de cubiertas, que luego fueron restituidos, además de la integración de coronas de muro y cornisamentos.
Para la reestructuración de la cúpula se hizo la consolidación de grietas y fracturas en el casquete, sustitución de hormigón y azulejos. Se integraron aplanados en los paramentos exteriores del tambor, sustitución de manguetería en ventanas, consolidación de grietas en muros e instalación de un pararrayos y de escaleras para facilitar labores de mantenimiento.
Por otra parte, en la Basílica de Nuestra Señora de los Remedios, en Temacapulín, construida y modificada entre los siglos XVII y XIX, se liberaron juntas en paramentos y entalle de las mismas en fachada; consolidación de vanos y grietas en muros, la integración de aplanados y azulejos en la cúpula del campanario.
Al interior, se consolidaron grietas y fracturas en el presbiterio y bóvedas; asimismo, como parte de las obras complementarias, se realizó la liberación de elementos contemporáneos que afectaban al inmueble, y en la torre se instaló una escalera para favorecer su accesibilidad y mantenimiento.
En tanto, en el cementerio antiguo de la localidad, además de colocar una estela con información histórica del sitio, se emprendió la reconstrucción parcial del pedraplén, el cual se consolidó, además de integrar el talud perimetral para su protección; en muros se restituyó material constructivo e integración de aplanado, pintura y corona (en la parte superior).
Por último, se instaló una red de conducción de agua pluvial y luminarias en paramentos exteriores; al interior, se liberó el azolve, se delimitaron diversos vestigios de lápidas, consolidación de monumentos funerarios e integración de senderos.
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