• En torno a ella inició el ciclo “Investigadoras eminentes”, con el que la Dirección de Estudios Históricos del INAH reconoce a sus eméritas
• Ha visibilizado prácticas artísticas y visuales que habían sido sistemáticamente excluidas: gráfica, cine, fotografía y producción de mujeres artistas
El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), órgano de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, inició un ciclo de mesas redondas para homenajear a sus “Investigadoras eminentes”. El primer conversatorio estuvo dedicado al “modo de estar en el mundo” y a las contribuciones de la historiadora del arte María Esther Acevedo Valdés (Ciudad de México, 1944).
A partir de los años 70, y desde su hogar académico, la Dirección de Estudios Históricos (DEH), la investigadora emérita ha estudiado aspectos de la historia del arte y la cultura visual del siglo XIX e inicios del XX, con énfasis en la caricatura política y la prensa crítica, con títulos como Una historia en quinientas caricaturas, Constantino Escalante en La Orquesta, así como la biografía de creadores y personajes escasamente estudiados, caso del “hijo del Benemérito”, Benito Juárez Maza.
El secretario técnico del INAH, José Luis Perea González, resumió el amplio currículum de Esther Acevedo quien, junto con Consuelo Maquívar Maquívar, Leticia Reina Aoyama y Julia Tuñón Pablos, conforma el grupo de cuatro historiadoras que serán reconocidas en el ciclo de mesas redondas.
“La trayectoria de más de cuatro décadas, de todas ellas, es ampliamente reconocida por su consistente labor en la construcción de fuentes y herramientas de consulta, en la curaduría de exposiciones, en la actividad docente y en su siempre enriquecedora participación en foros académicos, así como en su compromiso por la divulgación de la historia y el patrimonio cultural”, sostuvo.
La actividad, que tiene lugar los miércoles de mayo, en la sede de la DEH (Allende 172, Tlalpan Centro), concita a colegas, amigos y alumnos que darán cuenta sobre distintos aspectos de sus relevantes aportes a la investigación histórica, materializados en un amplio número de estudios que son referente para la historiografía contemporánea.
Con la presencia de la titular de la DEH, Delia Salazar Anaya, quien, a su vez, destacó el talento, trabajo y persistencia de las cuatro especialistas, se abordó el legado de Esther Acevedo, de parte de compañeras de este centro de estudios, como Rosa Casanova, así como las adscritas a dependencias del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), y las universidades Nacional Autónoma de México (UNAM) y de Arizona, Estados Unidos.
La profesora de Arte Moderno y Colonial Mexicano en dicha institución extranjera, Stacie G. Widdifield, destacó que, “de muchas maneras, Esther abrió el mundo del arte mexicano del siglo XIX, y una vida profesional en este campo”.
Citó el “libro-revelación”, Y todo… por una nación. Historia social de la producción plástica de la Ciudad de México, 1761-1910 (INAH,1984), coordinado por Eloísa Uribe e integrado con ensayos de Sonia Lombardo, Esther Acevedo, Rosa Casanova y María Estela Eguiarte, grupo que, por su forma de trabajar, se convirtió en un modelo para ella: “No conocía ninguna estructura de investigación similar en Estados Unidos”.
Con el tiempo, dijo, “aprendí rápido que Esther no tiene miedo y es decidida al comenzar un nuevo proyecto o línea de investigación, que vale la pena cambiar de opinión. A finales de la década de 1990, ambas comenzamos a hablar de la idea de una historia del arte escrita, con ensayos breves, escritos por autores nacionales y extranjeros, de distintas generaciones, que abarcaran variedad de medios”.
Hacia una historia del arte en México (FCE, 2001), coordinado por Acevedo, fue el primero de cuatro tomos que buscaron reflexionar sobre cómo se ha estructurado y construido esta rama del conocimiento en nuestro país, de 1780 al 2000.
Los alcances de su obra fueron abordados por la especialista del INBAL, Leticia Torres Hernández. La trayectoria de la homenajeada, dijo, ha sido un tránsito “del muralismo al neomuralismo, de las presiones del mercado al espacio crítico, de la imagen a la historia, de la mirada a la teoría, y de la teoría a la historia y al arte. No cabe duda que ha sabido bailar en tiempos de la posmodernidad. Su capacidad reflexiva, crítica e incansable, le permite transitar entre los siglos XIX y XIX, con aguda visión de águila”.
A su vez, la curadora de la colección artística del Museo Universitario de Arte Contemporáneo, de la UNAM, Pilar García de Germenos, resaltó que Acevedo “no ha buscado trazar una línea continua del arte mexicano, sino entender cómo las imágenes participan en la construcción de imaginarios, instituciones y formas de ciudadanía.
“Su aproximación interdisciplinaria atenta a los contextos sociales y a los discursos de clase, raza y género, a las tensiones entre centro y periferia. Ha permitido resignificar capítulos enteros de la historia del arte mexicano, desde del siglo XIX hasta el siglo XXI. Ha contribuido a descentralizar el papel hegemónico de instituciones, como la Academia de San Carlos, y a visibilizar prácticas artísticas y visuales que habían sido sistemáticamente excluidas: la gráfica, el cine, la fotografía, las representaciones de lo indígena, la producción de las mujeres artistas”, finalizó.
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