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Encuentro Fototecas.
Encuentro Fototecas. Foto: Luis Gerardo Torres. INAH

*** La experta dictó la conferencia La Fototeca Nacional o de cómo aprendimos a hacer fotohistoria, en el 23 Encuentro Nacional de Fototecas

*** A finales de los años 70 se creó la fórmula perfecta para un cambio de paradigma: instituciones renovadas, profesionales involucrados y medios editoriales interesados

Boletín 421

A nivel regional y en el mundo, México está a la vanguardia en la construcción de la historia y las historias a partir del análisis de las imágenes fotográficas, disciplina de la cual la investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Rebeca Monroy Nasr, hizo un recuento de su evolución en el 23 Encuentro Nacional de Fototecas, llevado a cabo en Pachuca, Hidalgo.

 

La instauración, hace 46 años, de la Fototeca Nacional en el Ex Convento de San Francisco, en Pachuca, Hidalgo –dijo–, fue fundamental en el despuntar de la fotohistoria en el país, pues ahí comenzó la discusión de contextos y autores, hasta entonces desconocidos.

 

Esa indagación ha ido del estudio de su pieza más antigua, un daguerrotipo de 1847, el cual muestra la “amputación de la pierna del sargento Bustos por el doctor Pedro Vander Linden, en la Batalla de Cerro Gordo”, hasta el discernimiento de los casi 500 autores del Fondo Casasola, corpus fundacional de este repositorio.

 

Es así como, de haber arrancado con el resguardo de medio millón de negativos de los siglos XIX y XX, la Fototeca Nacional hoy custodia un millón 21 mil, 745 piezas fotográficas, clasificadas en 48 fondos. Mención aparte merece el crecimiento de su estructura, ya que se convertiría en el eje rector del Sistema Nacional de Fototecas (Sinafo), el cual ha dado las pautas de clasificación y preservación de archivos de estos espacios en el país y en Iberoamérica.

 

“Si bien la Imagen histórica de la fotografía en México (1978)libro-catálogo de la primera exposición de la fotografía mexicana presentada en los museos nacionales de Historia y de Antropología, coordinado por Eugenia Meyer–, irradió una luz fundamental en nuestra fotohistoria, la presencia del entonces Archivo Casasola fue arranque para exposiciones, investigaciones, tesis, catálogos, libros fundacionales de monografías de ciertos temas o fotógrafos, o el armado de historias gráficas”, reiteró la experta de la Dirección de Estudios Históricos del INAH.

 

Asimismo, en el último lustro de los años 70, en la Ciudad de México se dieron otros eventos vinculantes importantes, entre ellos las reuniones de los jueves, organizadas con Pedro Meyer y colegas, que llevaron a promover una asociación de fotógrafos que verían sus esfuerzos concretados en el Consejo Mexicano de Fotografía; por su parte, los fotocreadores llevaban a cabo otro impulso, donde el propio Salón de Artes Plásticas otorgó, por primera vez, premios a fotógrafos en la Bienal de Gráfica, en 1979.

 

Monroy Nasr citó a los fotógrafos que revalorizaron el oficio en el periodismo, ya que después de 1976, cuando Julio Scherer salió de Excélsior con un grupo de colaboradores, se dio la creación del Unomásuno (1978) y, para 1984, de La Jornada: “Esta es la fórmula perfecta para un cambio de paradigma: instituciones renovadas, profesionales involucrados y medios editoriales interesados, todos con una nueva mirada, un deseo de cambio y transformación. Con ello el vínculo y el círculo virtuoso se iban gestando a la luz de nuevas propuestas e interpretaciones”.

 

Estimó que México cuenta con una riqueza de archivos fotográficos de carácter institucional que pocas naciones tienen, está la Fototeca Nacional, el Centro de la Imagen, la sección gráfica del Archivo General de la Nación, el Archivo Fotográfico Manuel Toussaint y muchos otros más de presencia nacional y regional, incluidas colecciones estatales y particulares.

 

“Es interesante ver el abanico de fotohistoriadores que hemos emergido como una nueva profesión en el mundo del arte, de las ciencias sociales y humanidades. De esa primera generación destacan Gutierre Aceves, John Mraz, José Antonio Rodríguez, Emma Cecilia García, Alfonso Morales, Samuel Villela, Antonio Saborit y Ricardo Pérez Montfort”.

 

Otra parte importante del esfuerzo convertido en profesión, refirió, ha sido encontrar seminarios que permitan avanzar colegiadamente en proyectos que abarcan “biografías laborales y de la imagen, temas de género y el rescate de fotógrafas de los siglos XIX y XX, fotorreporteros, fotógrafos documentales, fotógrafos de arte, militantes de la cámara o arqueólogas descifradas, y también, la dureza de las fotos clandestinas, de la desgracia familiar de las desaparecidas, los feminicidios y transfeminicidios, aunado a los movimientos sociales, artísticos, de vida cotidiana, de eventos del tiempo presente.

 

“Así, provenimos de las más diferentes cepas: literatos, historiadores, artistas visuales, sociólogos, psicólogos, comunicólogos, ciencias sociales, humanísticas, fotógrafos, especialistas de la imagen, entre muchos otros frentes…, y esto es solo una pequeña muestra de lo que podemos estudiar y abrevar”, concluyó Rebeca Monroy Nasr.

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Coordinadora Nacional de Difusión

Gabriel Ulises Leyva Rendón
Director de Medios de Comunicación.


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