Los reconocimientos a un arqueólogo son homenajes colectivos: Linda Manzanilla

Boletín 371

A inicios de la década de 1970, la joven Linda Rosa Manzanilla Naim (1951), llamada a convertirse en una de las voces esenciales de la arqueología mexicana, la egiptología y los estudios teotihuacanos y mesopotámicos a nivel mundial, iniciaba sus estudios en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH).

La investigadora, quien desde esta mañana y hasta el próximo 5 de agosto será homenajeada por la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y el Museo del Templo Mayor (MTM), agradeció a sus alumnos, colegas, trabajadores y profesores este gesto, convencida de que “todos los reconocimientos que un arqueólogo recibe a lo largo de su vida, pertenecen en realidad a una colectividad”.

Al participar en la jornada inaugural del coloquio “La arqueología como ciencia: formación y enseñanza con una mirada interdisciplinaria. Homenaje a la doctora Linda Manzanilla”, la académica del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) evocó junto con diversos panelistas sus primeros años como estudiante y arqueóloga en campo y en laboratorio.

En este sentido, el investigador emérito del INAH, Eduardo Matos Moctezuma, quien fue profesor de Manzanilla, brindó las palabras introductorias del homenaje y reconoció a la investigadora como una alumna y una maestra ejemplar, alguien que “puede estar orgullosa de sus aportes, ya que ha inculcado a cada discípulo los más rigurosos principios del quehacer académico”.

Este 2022, comentó el arqueólogo, se cumplen 52 años del ingreso de Linda Manzanilla a la ENAH, por lo cual, tomando como referencia una de las tradiciones más icónicas de la época prehispánica, el encendido del Fuego Nuevo, podría decirse que su trayectoria ha cumplido a cabalidad el ciclo antiguo.

En el primer conversatorio del homenaje, organizado por los arqueólogos y alumnos de la homenajeada, Emiliano Melgar Tísoc, Reyna Solís Ciriaco, Gabriela Mejía Appel y Berenice Jiménez González, se abordó al otrora Departamento de Prehistoria, antecedente de la actual Subdirección de Laboratorios y Apoyo Académico, espacio donde en aquel momento la recién egresada Linda Manzanilla ejerció durante seis años.

En los años 70, recordó la especialista, este departamento, dirigido por el profesor José Luis Lorenzo Bautista, adquirió una vocación multidisciplinar al reunir a jóvenes arqueólogos, biólogos y antropólogos, entre otros, especialistas, para indagar en diversos sitios patrimoniales del país.

“Teníamos a la cabeza del INAH a un gran investigador, como fue el antropólogo Guillermo Bonfil Batalla, y eso se reflejaba en que el profesor Lorenzo tenía en su mesa los recursos para decirme: ‘¿Qué necesitas para ir a Santa Martha, en Chiapas? Dame tu lista de materiales y personal’”.

Asimismo, junto con los biólogos Fernando Sánchez Martínez, Lauro González Quintero y Antonio Flores Díaz, adscritos a diversos centros de estudio del INAH, evocó sus primeros años como ayudante de investigación, que le permitieron estudiar la lítica de Tlapacoya, en el Estado de México; registrar el arte rupestre de la Sierra de Aldama, en Chihuahua, o explorar diversos sitios del sureste, con especialistas como William Sanders y Pedro Armillas García.

“El Departamento de Prehistoria era el mejor lugar de México para hacer investigación y siempre estaré agradecida por haber tenido la oportunidad, gracias a la invitación de Lorena Mirambell, de formar parte de él”.

Linda Manzanilla, quien también ha sido distinguida por instituciones como El Colegio Nacional y la Universidad de Stanford, en Estados Unidos, concluyó que el aprendizaje de aquellos años se ha capitalizado en cada uno de los proyectos en los que ha participado, desde Cobá, en Quintana Roo, y Tiwanaku, en Bolivia, en los años 80, hasta el Palacio de Xalla de Teotihuacan, en la actualidad.