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“Lo que impera en mi obra es la libertad
“Lo que impera en mi obra es la libertad”: José Luis Cuevas, fotógrafo.

*** El creador abordó la génesis de sus proyectos visuales en “Jueves fotográfico”, ciclo de charlas de la Fototeca Nacional del INAH

*** Hizo un recorrido por los proyectos que demuestran su evolución en poco más 20 años de carrera profesional

Boletín 541

  

En voz propia, el fotógrafo José Luis Cuevas (Ciudad de México, 1973) abordó la construcción de su obra visual, nutrida de reflexiones personales, la observación cotidiana, la investigación y de otras disciplinas, durante su participación en “Jueves fotográfico”, charlas en las cuales la Fototeca Nacional acerca el trabajo creativo de autores contemporáneos a todos los públicos.

 

En diálogo con el director de la Fototeca Nacional del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Juan Carlos Valdez Marín, José Luis Cuevas reveló cómo fue otorgando una visión personal a sus proyectos, asegurando que “más allá de géneros y metodologías, lo que impera en mi obra es la libertad”.

 

Refirió que, aunque ejerce desde hace poco más de dos décadas, dedicarse profesionalmente a la imagen no resultó un camino fácil. Pasó una “época oscura” trabajando en investigación de mercados en una agencia de publicidad, una vida frustrada que liberaba los fines de semana sobre el papel, lienzos en blanco en los que empezó a desarrollar un imaginario de personajes, situaciones y ambientes que se volverían una constante.

 

“Empecé a tomar cursos los fines de semana en el Club Fotográfico de México, y después, en el Centro de la Imagen, por una necesidad imperiosa de comunicarme por medio de las imágenes, un apetito que no pude satisfacer en la publicidad, a la que terminé renunciando poco después, y en 2001, me entregué al cuarto oscuro”, narró.

 

A partir de ese año, y hasta 2008, se dio un periodo de experimentación que puede verse en sus primeros proyectos: La apestosa, Porno hecho en casa y Estado del tiempo, “una etapa de ejercicio de la técnica con procesos análogos, la cual fue evolucionando a un cuestionamiento de las formas fotográficas para acercarlas a otras disciplinas artísticas y, en consecuencia, a la ficción”.

 

Para José Luis Cuevas, en su obra, lo documental se refleja en el trabajo de dirección, que va de la selección de personajes al de espacios, a la edición y el montaje, en pos de una estética particular; no obstante, anotó, “casi todas mis imágenes carecen de información específica sobre el lugar o sitio donde se capturaron, porque quiero que el hilo conductor sean las atmósferas por encima del tiempo y del espacio”.

 

El hombre promedio, Hombre que cae y Rafael Vélez marcan otra fase de su desarrollo creativo que se extendió a 2011, para dejar atrás un momento que estuvo marcado por “el instinto, el placer y ciertas cosas monstruosas”, y dar paso a una producción de imágenes más planeada.

 

Así, en clara alusión a su vida anterior, empezó a retratar a burócratas entrados en años, hasta dar con Rafael Vélez, “fetiche del hombre al borde de la sociedad, que vive sin trabajo fijo, sin familia y sin espacio”, pero que, en su singularidad –ya visibilizada por los retratos de José Luis Cuevas– logró colocarse como personaje en producciones cinematográficas como Maquinaria panamericana (2016), de Joaquín del Paso.

 

Nueva Era representa una de sus obras más largas. La inició en Bogotá, como parte de una resistencia artística, y luego, se extendió a varios estados mexicanos, yendo del close up al plano amplio, bajo un mismo eje: “el humano en la búsqueda espiritual”. El proyecto, enmarcado en tiempos y escenarios que parecen proféticos, va de la necesidad de redención al renacer.

 

Simultáneamente, Cuevas ideó Sobre la resistencia de los cuerpos, “una aproximación al cuerpo como materia vulnerable, que se erosiona en muchos sentidos”, inquietud que despertó en su niñez y que en la juventud devino en casi paranoia: la de perder al ser querido en cualquier momento, al efecto del tiempo y los tiempos definidos por la inseguridad social, confesó.

 

Hace un lustro, motivado por la obra del escritor Kenzaburō Ōe, en la que encontró un eco a sus “propios monstruos”, aplicó a una beca del Museo del muelle Branly- Jacques Chirac, la cual le permitió una residencia artística en Japón. En ese país, entre sus zonas rurales y urbanas, José Luis Cuevas mantiene actualmente su mirada, guiada por las imágenes mentales que le evocan las palabras del Nobel de Literatura.

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Gabriel Ulises Leyva Rendón
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