*** Durante su estancia en el Met, la exposición dedicada al arte antiguo de esta civilización, recibió más de 235,000 visitantes/p>
*** En 36 recorridos educativos participaron 574 residentes del área y de los estados de Nueva Jersey y Connecticut, 94% de origen latino
Durante su estancia en el Museo Metropolitano de Arte (Met), las comunidades latinas de Nueva York tuvieron un reencuentro con sus raíces, a través de La vida de los dioses: La divinidad en el arte maya, exposición que también concitó a visitantes de este pueblo originario, pues cabe destacar que en esta ciudad estadounidense y su área conurbada habitan alrededor de 1,200,000 hablantes de alguna de las 30 variantes de esta lengua.
La magna muestra, la cual reunió obras de la colección de arte antiguo del Met, y otros museos de Estados Unidos y Europa, así como de acervos de países centroamericanos y de México, fue vista por más de 235,000 personas y tuvo un cierre excepcional con la participación del rapero Pat Boy (“La creación de la sombra”, en maya), oriundo de José María Pino Suárez, Quintana Roo, quien dejó manifiesta la trascendencia en tiempos y espacios de esta civilización.
Ahora, el centenar de piezas mayas, una veintena de ellas facilitadas por el Gobierno de México, mediante las gestiones de las secretarías de Relaciones Exteriores y de Cultura, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), puede admirarse en el Museo de Arte Kimbell, en Forth Worth, Texas, donde permanecerán hasta el 3 de septiembre de 2023.
La investigadora del INAH y cocuradora de la exhibición, Laura Filloy Nadal, considera que su exitoso paso por el Met se debió, entre otros factores, al impulso de la Fundación Cultural México-Americana (MexAM) y al involucramiento de 20 organizaciones que trabajan con comunidades latinas, entre las que destaca el Instituto Cultural del Consulado General de México en Nueva York y la Embajada de Guatemala en Washington, D.C.
Esta colaboración permitió trasladar (en 36 grupos) a 574 residentes de los estados de Nueva York, Nueva Jersey y Connecticut, 94% de ellos de origen latino, para que recorrieran la exposición con guía en español. La inclusión de este sector resulta significativa si se considera que en esta área o tri-state, residen más de un millón de mexicanos, casi la mitad en la ciudad de Nueva York, donde sobresale la presencia de migrantes poblanos.
Mediante encuestas de salida fue posible conocer que para el 50% de los cerca de 600 visitantes de origen latino, se trató de su primera visita al Met, y para el 42% la primera en un espacio museístico de Estados Unidos.
La vida de los dioses: La divinidad en el arte maya involucró otras novedades dentro de la historia de los montajes en el Met. Por primera vez, la cédula introductoria de una exposición se presentó en tres idiomas: inglés, español y maya quiché, “ya que mientras nos inspirábamos en el Popol Vuh, el libro sagrado de los mayas antiguos, para la narrativa de esta exposición, nos enteramos del importante número de hablantes de quiché y kakchikel que habitan en Nueva York y en Nueva Jersey”, anota la antropóloga.
A su vez, al concebirse como una exhibición que homenajea al arte maya del periodo Clásico (250-900 d.C.), también reivindica a sus artífices. La muestra hizo públicas las firmas de seis maestros detrás de monumentos y objetos cerámicos suntuarios que vanaglorian a dioses y linajes de importantes ciudades, caso de la Estela 51 de Calakmul, que retrata al gobernante Yuknoom Too’k K’awiil (ca. 731 d.C.), la cual es autoría de Sak […] Yuk […] Took’ y Sak […] Yib’ah Tzak B’ahlam.
Laura Filloy, reconocida experta que ha tenido bajo su responsabilidad la restauración de piezas inestimables como la máscara funeraria de Pakal II, anota que la exposición también hizo guiños a la continuidad de la antigua cosmovisión maya entre poblaciones actuales.
La museografía incluyó un video de la danza de las guacamayas, que se celebra en Santa Cruz Verapaz, Guatemala, donde jóvenes bailarines interpretan una historia mítica que explica los orígenes de las instituciones sociales y el fin de los rituales dedicados a los dioses de la tierra y las montañas, aspecto que conecta con las escenas narradas en milenarias vasijas mayas.
Tras hacer hincapié en que La vida de los dioses significó el retorno a Estados Unidos de una muestra dedicada al arte maya, luego de una década de ausencia, la investigadora finaliza que esta “tuvo giros insospechados”, debido a su perspectiva interdisciplinaria que conjugó historia del arte, arqueología y antropología, una visión interesante, producto de la formación de sus curadores: Joanne Pillsbury, Oswaldo Chichilla Mazariego y ella misma.
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