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Palma Rocha describió sobre los primeros cuexcomagtes
Palma Rocha describió sobre los primeros cuexcomates o almacén de semillas utilizado en la época prehispánica.

*** El aprovechamiento del gusano de maguey en Calpulalpan, un proceso heredado por generaciones

*** La actividad da conocer nuevas perspectivas sobre esta área, registradas por la investigación de campo

Boletín 414

El aprovechamiento del gusano de maguey en Calpulalpan y el desuso del cuexcomate en Santa Inés Tecuexcomac, municipios de Tlaxcala, son los temas con que continuó el ciclo de conferencias “Jóvenes investigadoras e investigadores del Valle Tlaxcala-Puebla”, que la Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), a través del Centro INAH Tlaxcala y la Zona Arqueológica de Cacaxtla-Xochitécatl, realizan los martes de agosto y septiembre, de manera virtual.

 

La actividad académica da a conocer nuevas perspectivas sobre dicha región, a partir del trabajo de jóvenes investigadoras e investigadores que, en la segunda sesión de nueve incluidas en el programa, ofrecieron un panorama del estudio de los recursos bioculturales en el área.

 

Con los temas "Regulación y aprovechamiento del gusano de maguey", a cargo del ingeniero Josafath Reyes Blancas, y “Del cuexcomate ¿pa' dónde?, la importancia del uso del cuexcomate”, de la antropóloga Katerin Palma Rocha, la sesión se centró en la diversidad biológica y cultural registrada por la investigación de campo en torno a dos actividades de Calpulalpan y Santa Inés Tecuexcomac. 

 

Dado el conocimiento y prácticas ecológicas para mantener y proteger el ecosistema del gusano de maguey en el municipio de Calpulalpan, Josafath Reyes Blancas, egresado de la Universidad de Chapingo, dijo que la especie ha significado un proceso heredado por generaciones: “Es uno de los insectos comestibles con mayor importancia, sobre todo económica, en la República Mexicana y en el ámbito local. Juega un papel importante en la cadena productiva, principalmente en la alimentación, pues aporta 35% de proteína.

 

“El gusano prolifera de manera natural en los campos comunitarios donde, organizados los recolectores, replantan el maguey para continuar la producción. Así, es distribuido en la región central de México y Tlaxcala, donde abunda por la producción de agave. Es un proceso lento, pero se mantiene con el interés de conservar el patrimonio biocultural”, explicó el ingeniero.

 

Sin embargo, refirió, existe una necesidad de enfrentar factores como la producción clandestina, la sobreexplotación del maguey y la producción destructiva, encaminando la investigación hacia un sistema de regulación para no poner en riesgo a la especie y a la economía local, la cual también es afectada por el cambio en los niveles de precipitación de los últimos 20 años. El investigador advirtió que proponiendo estrategias de producción y capacitación se avanzaría en la conservación del gusano de maguey y de la propia planta.

 

Por su parte, la antropóloga Katerin Palma Rocha, egresada de la Universidad Autónoma de Tlaxcala, resaltó el valor de una tradición que apenas se mantiene en su localidad, Santa Inés Tecuexcomac: el uso del cuexcomate (almacén de semillas utilizado en la época prehispánica).

 

“Es una tradición que casi queda en lo oral”, dijo al citar que entre los factores del desuso del cuexcomate, están la alta inversión para la siembra y cosecha del maíz, las malas condiciones de la tierra, la migración de población, el uso de nuevos materiales y los actuales diseños de casas habitación.

 

Antiguamente, el cuexcomate se comparaba con el vientre de una mujer que da vida. Las generaciones antecesoras decían que solo ellas podían entrar y colocar algunos granos de maíz en forma de cruz, como parte del ritual que aseguraba buenas cosechas.

 

Desde el punto de vista de las antropologías rural y agraria, dirigida a la conservación y producción según las sociedades, ambiente y época, Palma Rocha describió que los primeros cuexcomates se hacían con paja, abono de ganado y tierra fangosa, tenían de 4 a 5 metros de altura, además de un techo de zacate, el cual después fue de madera.

 

“Generalmente se construían al centro de las casas, marcando puntos relacionados al viento y al agua, siempre cuidando la propia ventilación del maíz y, en algunos casos, sirviendo como protección de animales de traspatio”, finalizó.

 

El ciclo de conferencias “Jóvenes investigadoras e investigadores del Valle Tlaxcala-Puebla” continúa cada martes de agosto y septiembre, a las 17:00 horas, a través de del perfil en Facebook de la Zona Arqueológica de Cacaxtla-Xochitécatl.

ATENCIÓN A MEDIOS DE COMUNICACIÓN

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