• Se anunció la iniciativa de renombrar al auditorio del Centro de Estudios Teotihuacanos, en honor al connotado investigador
•En la jornada final se abordaron las tareas de conservación del sitio arqueológico y el modelado craneal de sus pobladores antiguos
Desde el auditorio del Centro de Estudios Teotihuacanos (CET), concluyó esta mañana el homenaje póstumo al arqueólogo Rubén Cabrera Castro (1934-2023), desarrollado a lo largo de tres jornadas por colegas, familiares y discípulos del distinguido investigador mexicano.
Con la presencia del director general del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Diego Prieto Hernández, en la sesión final de la actividad académica se develó un retrato fotográfico del “profe” Cabrera, mismo que, en adelante, colgará de los muros del CET.
Las autoridades de la Zona Arqueológica de Teotihuacan (ZAT) anunciaron también que han presentado una solicitud a la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del INAH, para dar al auditorio del CET el nombre del insigne investigador, quien por más de 60 años estuvo ligado a la exploración y conservación de la llamada Ciudad de los Dioses.
Durante las conferencias, el titular de la ZAT, Rogelio Rivero Chong, destacó el rol que la memoria de Rubén Cabrera tiene para las más de 260 personas que, por parte del INAH, llevan adelante la operación diaria de esta zona arqueológica, una de las dos más visitadas del país.
Uno de los retos más grandes que hay en esta urbe precolombina, dijo, es que la conservación de sus estructuras hace frente a un sinnúmero de intervenciones hechas con cemento entre los siglos XIX y XX, así como al intemperismo que, en los últimos 25 años, se ha recrudecido a causa del calentamiento global.
“Contamos con un proyecto de mantenimiento mayor que, en este 2023, se ejecuta de julio a diciembre, y contempla la participación de 25 especialistas enfocados en revertir los daños del intemperismo en los monumentos”.
Trabajos adicionales se llevan a cabo, añadió, en el Templo de la Serpiente Emplumada, donde personal del INAH colabora con expertos del Estudio Dos Puntos Arquitectura para realizar análisis de mecánica de suelos, con miras a, posiblemente, iniciar la construcción de la cubierta de la edificación en octubre próximo.
En su intervención, el antropólogo físico del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, Carlos Serrano Sánchez, quien trabajó con Cabrera Castro desde los años 60, ofreció una conferencia sobre las modificaciones corporales de los pobladores del barrio La Ventilla.
En esa área residencial de la antigua Teotihuacan, donde Cabrera enfocó más de tres décadas de labores académicas, se han recuperado 18 enterramientos humanos. De ellos, nueve tienen modificación cefálica de tipo tabular erecta, cuatro tabular oblicua y cinco no presentan ninguna.
Las investigaciones, conducidas por diversos investigadores en Teotihuacan, abundó Serrano, permiten afirmar que el modelado craneal tabular erecto –logrado mediante la compresión con tablones y textiles del cráneo de los individuos desde su nacimiento hasta los tres o cuatro años– era el dominante, pues sus rastros se han hallado en Teopancazco, en el barrio de los comerciantes, la Pirámide del Sol y en otros espacios de la metrópoli antigua.
Inclusive, en el citado Templo de la Serpiente Emplumada, los hallazgos registrados por Rubén Cabrera, durante el proyecto 80-82, arrojaron luz sobre individuos sacrificados, “provenientes de localidades foráneas”, y en los que se reconoció una predominante modificación tabular oblicua.
Por último Serrano Sánchez y Rivero Chong enfatizaron la necesidad de llevar a cabo más encuentros académicos en el CET, a fin de arrojar nuevos datos sobre esta importante cultura precolombina, y también para mantener la posición de Teotihuacan como un punto de enlace con las comunidades que hoy rodean y conviven con la zona arqueológica.