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Los títulos conservan su marco original, realizados por la Casa C. Pellandini. Foto: Gerardo Peña. INAH
Los títulos conservan su marco original, realizados por la Casa C. Pellandini. Foto: Gerardo Peña. INAH

• En un gesto de generosidad, el maestro Juan Manuel Herrera Huerta, hizo entrega de ambos documentos que localizó de manera fortuita

• El titular del INAH, Diego Prieto, manifestó que serán parte de los tesoros más preciados de este repositorio, “el más importante de la historia de la arqueología en nuestro país y, probablemente, de América”

Boletín 635

 

La Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), recibió en donación los títulos de maestría y doctorado de Manuel Gamio Martínez (1883-1960), considerado el padre de la arqueología moderna en México y pilar de esta institución que, desde hace más de 80 años, protege, investiga, conserva y difunde el patrimonio cultural de México.

 

En el acto de entrega, realizado en el Museo Nacional de Antropología, al cual que acudió la vicepresidenta de la American Society of Mexico, Patricia González; el director general del INAH, Diego Prieto Hernández, manifestó que este acto de generosidad, de parte del maestro Juan Manuel Herrera Huerta, enriquece los acervos del Archivo Nacional de Arqueología, recién abierto en este recinto.

 

Acompañado del secretario técnico y de la coordinadora nacional de Arqueología, José Luis Perea González y Martha Lorenza López Mestas, el antropólogo manifestó que ambos documentos serán parte de los tesoros más preciados de este archivo, “el más importante del devenir de la arqueología en nuestro país y, probablemente, de América”.

 

Para Juan Manuel Herrera Huerta, el hallazgo de los títulos que otorgara la Universidad de Columbia, en Nueva York, Estados Unidos, a Manuel Gamio, es corolario de las cuatro décadas que ha dedicado a la protección, organización y difusión de los archivos mexicanos en instituciones como el Archivo General de la Nación, el Poder Judicial de la Federación y la Biblioteca “Miguel Lerdo de Tejada”.

 

Relató que en su pasión por descubrir obras de arte en mercadillos y tiendas de antigüedades, reparó en una serie de cuadros que había sacado el anticuario Mario Flores, en su puesto de la calle Córdoba, en la colonia Roma Norte de la capital, pero “cuál no sería mi sorpresa al ver en forma inverosímil, dos cuadros que corresponden a los títulos de maestro y doctor de don Manuel Gamio”.

 

El primero lleva la fecha 7 de junio de 1911 y, el segundo, 11 de diciembre de 1922. Ambos están firmados por Nicholas Murray Butler (1862-1947), entonces presidente de la Universidad de Columbia, y quien recibiría el Premio Nobel de la Paz, en 1931; y por Frederick J. E. Woodbridge (1867-1940).

 

Los títulos conservan su marco original, realizados por la Casa C. Pellandini. Vidrios y cristales. Doraduría y Papel Tapiz, en el No. 33 de la calle Madero, en el Centro Histórico de Ciudad de México.

 

Herrera Huerta hizo notar que los conocedores de la vida y obra de Gamio saben que el lapso que media entre estos diplomas, no fue para él un periodo de formación académica, en sentido estricto, sino de grandes experiencias en campo, muchos de ellos trabajos pioneros. “De suerte que estos documentos forman un arco temporal y de memoria fundamentales para nuestro país”.

 

En un sentido mensaje, grabado para la ocasión, la cronista Ángeles González Gamio recordó que el ofrecimiento de una beca para Manuel Gamio –a la postre su abuelo– para estudiar antropología en la Universidad de Columbia, fue gracias a la recomendación que hiciera la antropóloga Zelia Nuttall a Franz Boas, destacando sus exploraciones en Chalchihuites, Zacatecas.

 

Llegó a dicha universidad en 1909, y se inscribió en las cátedras de los profesores Adolfo Bandelier, Marshall H. Saville y del propio Boas, de quien Gamio llegó a referir que aprendió dos grandes lecciones: “En la primera, negaba que existiesen innatas superioridades o inferioridades raciales que determinaran el progreso o el retraso de los pueblos […]; en la segunda, hacía resaltar la poderosa influencia que el ambiente ejerce no solo en el desarrollo cultural de los hombres sino también en el físico, el cual no se debe exclusivamente a la acción de la herencia”.

 

El investigador emérito del INAH, Eduardo Matos Moctezuma, reconoció que los conocimientos adquiridos por Gamio en aquella institución le llevarían a aplicar, por vez primera, la técnica estratigráfica de excavación en México, particularmente en un sitio de Azcapotzalco; asimismo, sería el descubridor de los restos del Templo Mayor.

 

Sin embargo, su visión integral de la antropología la aplicaría en el proyecto “La población del Valle de Teotihuacan”, publicado hace un siglo, en tres volúmenes, y base de su tesis doctoral. Esa investigación, realizada por mexicanos, no solo hurgó en el pasado, sino que mejoró las condiciones de los habitantes de la región y fue reconocida a nivel mundial.

 

“A partir de aquel momento, esta concepción integral de la antropología, que Gamio trazó al involucrar la arqueología, la antropología física, la etnología y la lingüística, trascendió, y un ejemplo claro es la Escuela Nacional de Antropología e Historia, donde se continúan formando estudiantes en esas y otras especialidades.

 

“Es de felicitar y de agradecer a Juan Manuel Herrera Huerta la donación de estos documentos, porque nos devuelve a un momento histórico, no solo para la arqueología, sino para la antropología en México”, finalizó.

 

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