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El bien inmueble se atendió́ como parte de un proyecto beneficiado por un donativo de la asociación civil Fomento Social Citibanamex. Foto: Melitón Tapia. INAH.

• El bien inmueble se atendió como parte de un proyecto beneficiado por un donativo de la asociación civil Fomento Social Citibanamex

• Se replicó el enladrillado original y se aplicó un impermeabilizado de alumbre compatible con los materiales de este templo del siglo XVI

Boletín 762

 

Chimalhuacán, Estado de México.- Marcelino, Sonia, Vicente, Roberto y Hugo son habitantes oriundos de Chimalhuacán, todos formaron parte de un grupo de trabajo que ha conseguido restaurar la cubierta de la nave central y de los laterales de la Parroquia de Santo Domingo de Guzmán, uno de los más antiguos e icónicos inmuebles de este municipio mexiquense.

 

Cada uno de ellos recuerda al templo de una forma particular, pues en distintos momentos han asistido a él para profesar su fe o tomar el fresco bajo los añejos olivos de sus jardines; Hugo, incluso, fue bautizado dentro del recinto que ahora ayudó a recuperar.

 

Esta labor, supervisada por la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y el Centro INAH Estado de México, se llevó a cabo entre junio y octubre de 2023, derivado de un donativo otorgado al Patronato del INAH por la Asociación Civil Fomento Social Citibanamex.

 

En la Parroquia de Santo Domingo de Guzmán, construida en el siglo XVI sobre un tecpan del Chimalhuacán prehispánico, las acciones tuvieron como objetivo resarcir daños causados al inmueble tanto por el sismo del 19 de septiembre de 2017, como por intervenciones anteriores inadecuadas que provocaron deterioros en los materiales constructivos y filtraciones de agua.

 

De acuerdo con el arquitecto Benjamín Jiménez Peralta, contratista en este proyecto y a su vez orgulloso chimalhuacano, entre 2019 y 2020, la comunidad emprendió un impermeabilizado que, aunque se hizo de buena fe, resultó perjudicial para el edificio en la medida que, debido a ese material moderno, se creó un funcionamiento diferenciado entre la cubierta y los muros de piedra.

 

Para subsanar esta situación se intervino un espacio de 410 metros cuadrados en la cubierta del templo, a fin de remover la intervención anterior deteriorada y colocar tanto un enladrillado como un impermeabilizado a base de alumbre compatibles con la fábrica original del inmueble.

 

Gracias a la recuperación de un ladrillo histórico en la techumbre, este pudo usarse como modelo y replicarse en un taller de Cholula, Puebla, donde se produjeron los casi cinco mil ladrillos de barro usados para el proyecto.

 

“Ya con las distintas capas de alumbre, estos ladrillos no se humedecen con las lluvias pero conservan su efecto de transpiración. Se instalaron, además, diversos iglús cuya función es captar el viento del exterior en diversas épocas del año y hacerlo circular en el interior de la nave para mantener la circulación del aire y prevenir que se generen hongos por humedad”, detalla Jiménez Peralta.

 

De manera peculiar, el inicio y la finalización de las obras en la cubierta de la parroquia corrieron casi en paralelo con las dos fiestas patronales que se celebran en la cabecera de Chimalhuacán: la de Santo Domingo de Guzmán, el 4 de agosto, y la de la Virgen del Rosario, el 7 de octubre.

 

En el inter de los trabajos, los más de dos mil quinientos devotos que en promedio asisten a esta iglesia los días domingos, según el cálculo de su párroco, Bernardo Rivera Guzmán, estuvieron protegidos con una malla sombra dispuesta para captar cualquier desprendimiento.

 

Y si bien aún quedan aspectos pendientes de atender en este edificio católico de casi 500 años de antigüedad, este esfuerzo resulta clave para los usuarios de la parroquia, quienes expresan su agradecimiento a las personas y organizaciones que suman voluntades para la conservación del patrimonio cultural de México.

 

“Este es el símbolo religioso de Chimalhuacán y ahora, gracias a este apoyo, nosotros tuvimos el privilegio de participar en su rescate, lo que es un gran orgullo pensando en que ya formamos parte de la historia de nuestro templo y de nuestro pueblo”, concluye el maestro cantero Marcelino González.

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