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Con homenaje al profesor de la ENAH, Lauro González Quintero, inició el Tercer Encuentro Estudios sobre Prehistoria en América. Foto Gerardo Peña. INAH
Con homenaje al profesor de la ENAH, Lauro González Quintero, inició el Tercer Encuentro Estudios sobre Prehistoria en América. Foto Gerardo Peña. INAH

• Durante más de cinco décadas se ha dedicado a los estudios de los primeros pobladores y a la formación de especialista en la materia

• Asimismo, dictó la primera conferencia magistral del encuentro académico, titulada Proceso mesoamericano: las raíces de Mesoamérica

BOLETÍN 526

 

Por sus aportes a los estudios de la prehistoria en México y su labor como formador de especialistas en la materia, a lo largo de más de cinco décadas, la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) rindió homenaje a su profesor-investigador, Lauro González Quintero, en el Museo Nacional de Antropología (MNA).

 

Organizada por la Secretaría de Cultura federal, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y la ENAH, la deferencia sirvió como marco para el inicio del Tercer Encuentro Estudios sobre Prehistoria en América, que se llevará a cabo hasta el 18 de agosto de 2023, como parte de las actividades conmemorativas por el 85 aniversario de este centro de estudios.

 

Con la presencia del director de la ENAH, José Luis Castrejón Caballero, de las subdirectoras de Arqueología del MNA, Laura del Olmo Frese, y de Investigación de la ENAH, Karla Vivar Quiroz, la responsable del Laboratorio de Tecnología de Cazadores-Recolectores de la escuela, Patricia Pérez Martínez, dio lectura a la semblanza del biólogo y antropólogo homenajeado.

 

Lauro González Quintero nació en Tampico, Tamaulipas, en 1941, y es biólogo egresado del Instituto Politécnico Nacional. Sus inicios en el INAH se remontan a 1965, cuando ingresó al Departamento de Prehistoria, donde organizó un Laboratorio de Botánica, así como el herbario del Proyecto de Tehuacán, Puebla.

 

Trabajó con los investigadores Paul Martin y Thomas van der Hammen, con lo cual, mejoró su metodología para las interpretaciones paleoclimáticas, reflejadas en el Proyecto Tlapacoya, en el que ofreció una propuesta de periodización climática para los últimos 40,000 años del sur de la Cuenca de México.

 

Asimismo, participó en la revisión del “Hombre de Tepexpan”, cuyos restos óseos fueron descubiertos en febrero de 1947, en llanos del Estado de México, los cuales por mucho tiempo fueron el referente obligado de la presencia del hombre precerámico en México.

 

Su proyecto más importante fue el del sitio “El Japón”, en Atlapulco, uno de los barrios originarios de Xochimilco, donde diseñó una metodología para la toma de muestras y análisis de material, y pudo formar la colección fitoarqueológica más importante de la Cuenca de México.

 

Dentro de la Dirección de Salvamento Arqueológico, donde permaneció de 1975 a 1999, González Quintero creó un herbario con muestras obtenidas de las excavaciones del sistema colectivo Metro y otros proyectos.

 

En el ámbito docente, ha impartido clases en la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía, donde creó la materia de Biología para Conservadores del Arte; hacia 1999 llegó a la ENAH, como profesor de la licenciatura de Antropología Física; y, en 2003, junto con el arqueólogo Mario Pérez Campa, fundó los laboratorios de Palinología y Genética de la escuela. Actualmente, imparte las asignaturas de Ecología Humana e Historia de México I; y su proyecto de investigación se enfoca en los procesos de hominización y humanización.

 

Tras su homenaje, Lauro González Quintero dictó la primera conferencia magistral del encuentro académico, alusiva a las raíces de Mesoamérica, donde explicó que el proceso mesoamericano inició durante la fase Tardiglaciar y se extendió durante el Holoceno, es decir, hace más de 11,000 años antes del presente (a.p.).

 

Para Mesoamérica, dijo, hay dos aspectos que la distinguen: el maíz y la obsidiana. Del primero, puntualizó, su ancestro genético es el teocintle, y en el caso de México, según la evidencia arqueológica, su domesticación pudo ocurrir entre 10.000 y 5.000 años a.p., como es el caso de la cueva Guilá Naquitz, en Oaxaca, donde se registró la evidencia más antigua de maíz cultivado, con 5,420 a 5,410 años a.p.; granos de polen del género Zea con antigüedad de 9,500 años, y pruebas del cultivo de calabaza desde 8,900 años.  

 

Respecto a la obsidiana, el investigador de la ENAH explicó que esta materia volcánica fue indispensable para los primeros pobladores. “Si bien durante la época Groenlandiense (8200-11700 a.C.), probablemente, no hubo problemas para su uso cotidiano, para el Norgripiense (4200-8200 a.C.), dicha materia lítica fue causa de conflictos humanos que se agravaron para el Megalayense (0-4200 a.C.)”, finalizó.

 

Pensado para mostrar investigaciones recientes sobre primeras poblaciones, así como el uso de nuevas herramientas tecnológicas en los estudios prehistóricos, el Tercer Encuentro Estudios sobre Prehistoria continúa hasta el 16 de agosto en Museo Nacional de Antropología (MNA), a partir las 10:00 horas; mientras que, el 17 y 18 de agosto, se trasladará a la ENAH, con la exhibición de carteles e impartición de talleres.

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