*** La novedad editorial parte del trabajo de campo realizado para poner al día los contenidos etnográficos del Museo Nacional de Antropología
*** Se presentará hoy 24 de mayo en la feria editorial de la UNAM, junto con El Gran Nayar Jesuítico (1722-1767), de Laura Magriñá
La danza del palo volador entre los indígenas teenek (huastecos) tiene por símbolo al gavilán, ave considerada solar porque emprende el vuelo con la aparición del astro, este profundo significado da título A vuelo de gavilanes. Etnografías entre los teenek de San Luis Potosí, reciente publicación de la Secretaría de Cultura federal, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
El volumen es resultado de la inquietud del Área de Investigación Etnográfica del Museo Nacional de Antropología (MNA), por trascender las vitrinas del museo. Los siete artículos que lo integran son una muestra del trabajo de campo realizado por este equipo entre 2016 y 2019, para actualizar los contenidos de la Sala Etnográfica Culturas del Golfo de México.
La publicación de la Colección Científica del INAH se presenta hoy, 24 de mayo, a las 18:00 horas, en la XV Feria Internacional del Libro Antropológico, de la Universidad Nacional Autónoma de México. Este mismo miércoles, a las 15:00 horas, en el evento editorial con sede en el Instituto de Investigaciones Antropológicas (av. Insurgentes Sur 3000), también se comentará El Gran Nayar Jesuítico (1722-1767). La conformación de la matriz cultural indígena de raigambre aborigen de los coras contemporáneos, de Laura Magriñá.
Como detalla el curador de dicha sala etnográfica, Leopoldo Trejo Barrientos, en el marco de los trabajos de reestructuración de ese espacio del MNA se efectuaron numerosas estancias en comunidades teenek, totonacas, otomíes, nahuas y tepehuas de Hidalgo, Veracruz, Puebla y San Luis Potosí.
Durante estas salidas, anota, se registraron diferentes procesos de producción, así como distintas expresiones rituales y de vida cotidiana que se consideran características de esta cultura que habita y da vida a la Huasteca potosina.
De acuerdo con cifras del censo de 2010, alrededor de 100 mil personas son hablantes de teenek en San Luis Potosí, siendo la segunda lengua indígena mayoritaria en la entidad.
La coordinadora de A vuelo de gavilanes, Imelda Aguirre Mendoza, explica que los teenek son el único pueblo de origen maya en la Huasteca que, hace 3,500 años y tras múltiples oleadas migratorias, terminaron asentándose en la costa del Golfo, “es factible pensar que los primeros hablantes del idioma huasteco arribaron al norte de Veracruz hacia finales del segundo milenio antes de la era cristiana”, aduce.
“La Huasteca es un mosaico multicultural, y aunque la cultura teenek ha sido estudiada desde distintos ángulos, no son comparables con la abundante producción que se ha generado respecto de otros pueblos indígenas de la región, como los nahuas y los otomíes, quienes se destacan por su exuberante vida ritual”.
Al respecto, la también directora del Museo Regional Potosino califica de discretas las manifestaciones rituales de los teenek, entre ellas la danza de los gavilanes, probablemente la más antigua entre las llamadas danzas de los voladores que también se ejecutan en la Sierra Norte de Puebla y el Totonacapan.
“La danza de los gavilanes, con presencia particular en la comunidad de Tamaletón, estuvo a punto de extinguirse y estudios como los de Guy Stresser-Péan, contribuyeron a que muchos voltearan a mirar lo que ahí sucedía”, refiere.
En medio de una región asolada por políticas de carácter extractivista, A vuelo de gavilanes deja ver que la tradición se erige como nodo de resistencia que rearticula el ámbito comunitario entre los teenek de San Luis Potosí. A lo largo de poco más de 200 páginas, se muestra cómo los curanderos y otros especialistas rituales siguen teniendo injerencia en las comunidades, su saber influye en la preservación de conocimientos fundamentales acerca del mundo.
Como finaliza la coordinadora del volumen, “con las transformaciones que responden a los influjos de la modernidad también se aprecia una constante e inacabada redefinición de lo que significa ser teenek, ahora en contextos de migración urbana”.