Guillermo Bonfil Batalla. Ilustración Nathalia Colmar.

Por: Boris Berenzon Gorn

Boris Berenzon Gorn



Guillermo Bonfil Batalla (1935-1991) fue un pensador cuya obra se erige como una crítica profunda al proyecto nacional homogéneo que ha caracterizado a México desde su independencia. Propuso una relectura de la historia y la cultura nacional, reconociendo la persistencia y riqueza de las comunidades indígenas como fundamento de la identidad mexicana. Su legado trasciende las fronteras académicas, incidiendo en políticas culturales, movimientos sociales y debates contemporáneos sobre la diversidad cultural.

 

Autor de una vasta obra que va mucho más allá del indispensable y reconocido libro México profundo. Una civilización negada, publicado por primera vez en 1987, el antropólogo y etnólogo falleció el 19 de julio de 1991, en la Ciudad de México, a consecuencia de un accidente automovilístico.

 

A 34 años de su partida, su voz crítica sigue vigente. Como señala la antropóloga Maya Lorena Pérez Ruiz, investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en su ensayo Guillermo Bonfil Batalla. Aportaciones al pensamiento social contemporáneo: “La vigencia del pensamiento de Guillermo Bonfil se demuestra en la intensidad con la que en América Latina circulan hoy sus propuestas”.

 

Nacido en la Ciudad de México, Bonfil se formó como etnólogo en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) y obtuvo su doctorado en Antropología dentro de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), con la tesis Modernización y tradicionalismo. Dialéctica del Desarrollo en Cholula de Rivadavia, dirigida por Paul Kirchhoff.

 

 

Nacido en la Ciudad de México, Bonfil se formó como etnólogo en la ENAH. Foto: CNAN-INAH.

 

Su formación académica estuvo marcada por una crítica al indigenismo oficial y una búsqueda por comprender las dinámicas de poder que subyacen en las relaciones interétnicas.

 

A lo largo de su vida, desempeñó una sólida labor docente en diversas instituciones, incluyendo la ENAH, la UNAM y la Universidad Iberoamericana. Sus seminarios y conferencias fueron espacios de reflexión aguda sobre la cultura, la identidad y el poder.

 

En las aulas, su enfoque pedagógico promovía una antropología comprometida con las comunidades y sus procesos de resistencia, alejándose de las visiones extractivistas y objetivistas que durante mucho tiempo dominaron los estudios antropológicos.

 

Su labor como investigador se centró especialmente en comunidades indígenas y rurales, realizando trabajos de campo en lugares como Cholula, Puebla, y la región de Chalco-Amecameca. Estudió fenómenos como la organización religiosa, el comercio, la identidad y las relaciones interétnicas, siempre desde una perspectiva que debatía las estructuras de poder y dominación impuestas por el Estado-nación moderno.

 

Entre 1972 y 1976, Bonfil fue director del INAH, donde impulsó la creación del Centro de Investigaciones Superiores, precursor del actual Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS).

 

En 1981 fundó el Museo Nacional de Culturas Populares, recinto que, desde su apertura, ocurrida un año después, busca visibilizar y valorar las culturas populares y urbanas de México, alejándose del enfoque elitista y folclorista prevalente en las políticas oficiales. Con esta iniciativa, buscó transformar la institucionalidad cultural del país desde adentro.

 

En su obra más influyente, México profundo..., Bonfil argumenta que la cultura indígena no es un vestigio del pasado, sino una civilización viva que ha resistido y se ha adaptado a lo largo de los siglos. Propuso que el proyecto nacional mexicano ha sido una construcción cultural que excluye y margina a las culturas originarias, imponiendo un modelo de desarrollo que desconoce la diversidad cultural del país.

 

El ‘México profundo’, según Bonfil, representa la continuidad histórica de la civilización mesoamericana, mientras que el ‘México imaginado’ es una imposición cultural eurocéntrica que pretende homogeneizar la pluralidad.

 

Esta distinción se convirtió en un paradigma disruptivo para la antropología mexicana, y fue rápidamente asumido por investigadores, educadores y movimientos sociales como una herramienta crítica para reconfigurar el entendimiento del país.

 

La citada obra se anticipó a muchos de los postulados del pensamiento decolonial latinoamericano y en nuestros días todavía dialoga con las luchas por la autonomía indígena, la pluralidad jurídica y los derechos colectivos que emergieron en los años noventa.

 

El pensamiento de Bonfil sigue siendo sorprendentemente vigente en la actualidad, especialmente en contextos de reivindicación de los derechos indígenas, de reconocimiento del pluralismo cultural y de crítica a las políticas neoliberales que profundizan la marginación estructural.

 

Sus postulados han sido retomados por movimientos sociales, colectivos educativos y comunidades indígenas que reclaman una transformación estructural del proyecto nacional hacia un modelo inclusivo, respetuoso de los pueblos originarios y de las múltiples formas de vida que coexisten en el país.

 

Guillermo Bonfil Batalla fue un pensador comprometido que, desde una ética del conocimiento y la acción, puso en duda las narrativas dominantes sobre la identidad y la cultura en México. Su obra invita a repensar el país desde sus raíces más hondas, reconociendo la riqueza y complejidad de su diversidad.

 

Así, en un momento histórico en el que las tensiones entre globalización y diversidad cultural son cada vez más evidentes, el pensamiento de Bonfil ofrece herramientas teóricas y prácticas para imaginar un México más justo, plural y respetuoso de sus saberes, pueblos y territorios.

 

Bonfil legó una vasta obra en la que se incluye el indispensable libro México profundo. Una civilización negada. Foto: Mariana Montiel.

 

Ideario académico y cultural de Guillermo Bonfil Batalla

1. Reconocimiento de la diversidad cultural como fundamento de la identidad nacional

Bonfil Batalla afirmó que México no puede entenderse como una nación homogénea, sino como un mosaico en el que las culturas indígenas son pilares vivos y activos de las identidades nacionales. Rechazó la idea de un México monocultural y centralizado, proponiendo en cambio una visión plural.

 

2. Crítica al proyecto nacional hegemónico y eurocéntrico

Desafió la construcción del ‘México imaginado’, un proyecto cultural impuesto desde la élite dominante que buscaba homogeneizar la diversidad cultural mediante la marginación y exclusión de las culturas indígenas. Denunció la imposición de un modelo nacional que invisibilizaba las raíces mesoamericanas y perpetuaba relaciones de poder asimétricas.

 

3. Concepto de ’México profundo’ como civilización viva

Introdujo la idea de que la civilización mesoamericana no es un vestigio del pasado, toda vez que persiste y se adapta, constituyendo una continuidad histórica que sostiene la verdadera identidad del país. Esta idea busca reivindicar la historicidad y vigencia de las culturas originarias frente a narrativas reductoras y folcloristas.

 

4. Antropología comprometida y crítica

Su práctica antropológica se caracterizó por un compromiso ético con las comunidades estudiadas, apostando por una investigación que sirviera para fortalecer procesos de resistencia cultural y social. Rechazó las aproximaciones extractivas u objetivistas, y promovió un enfoque reflexivo, participativo y político.

 

5. Descentralización y democratización de las políticas culturales

Fue impulsor de la transformación institucional, promoviendo, desde la función pública, la creación de espacios y organismos que visibilizaran y valoraran las culturas populares y urbanas, más allá de los enfoques elitistas y folcloristas. Creyó en la necesidad de democratizar los criterios de valoración cultural y de incluir voces plurales en la construcción del proyecto nacional.

 

6. Crítica a las estructuras de poder del Estado-nación moderno

Analizó las relaciones interétnicas y las dinámicas de dominación en las comunidades indígenas y rurales, cuestionando la imposición de modelos de desarrollo que generan exclusión y marginalización. Señaló la importancia de reconocer y respetar la autonomía y los derechos colectivos de los pueblos originarios.

 

7. Aporte al pensamiento decolonial y pluralista

Su obra adelantó y dialogó con los movimientos decoloniales latinoamericanos, influenciando debates sobre autonomía indígena, pluralidad jurídica y derechos colectivos.

 

8. Visión integradora entre conocimiento y acción social

Bonfil entendió que la producción de conocimiento debe estar vinculada con la transformación social y la justicia cultural. Su legado se fundamenta en una ética del conocimiento comprometida con los pueblos y sus luchas.

 

Afirmó que México no puede entenderse como una nación homogénea, sino como un mosaico en el que las culturas indígenas son pilares activos de las identidades nacionales. Foto: Mauricio Marat. INAH.

 

Referencias:

 

 

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