Guillermina Escoto
Guillermina Escoto Garduño trabaja en la Dirección de Medios de Comunicación del INAH desde 1997, donde se ha especializado en el abordaje de temáticas de las ramas de la antropología y actualmente se desempeña como Jefa de Información. Antes ha sido reportera, coordinadora de Reportajes Especiales, Jefa de Información del Norte de México. Fue editora por 10 años de la revista de Contracultura Generación. Estudió Ciencias de la Comunicación en la FCPyS de la UNAM.
Desde noviembre de 2019, una apuesta se gesta en México desde un Observatorio de Museos que reflexiona, investiga y propone nuevas formas de contar la historia… sin violencia de género
El origen, las Mirabal
Cada 25 de noviembre, la Casa Museo Hermanas Mirabal se convierte en un lugar de peregrinaje para las personas en República Dominicana, en la zona central de las Antillas. El resto del año, la mayoría de visitantes proviene de escuelas ubicadas dentro del municipio de Tenares. En el interior del espacio, además de objetos personales de tres hermanas, está el mausoleo donde reposan los restos de estas mujeres, asesinadas este día en 1960 por la violencia de una dictadura a la que eran opositoras y contra la que lucharon. Además, cuenta la historia, por el despecho de un hombre poderoso que fue rechazado en sus aspiraciones sexuales, por una de ellas.
La dictadura de Rafael Leónidas Trujillo en República Dominicana (1930-1961) las mandó matar: un hecho violento que pretendió disfrazar de accidente y terminó siendo la gota que derramó el vaso para poner fin a 31 años de dictadura en el país caribeño, y sepultar a Trujillo para siempre. El museo, en cambio, es un homenaje a la vida de las tres hermanas: Patria, Minerva y María Teresa Mirabal Reyes, conocidas como “Las Mariposas”, hoy convertidas en símbolo de lucha para detener la violencia contra las mujeres y niñas en todo el mundo: la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó en 2000 la resolución que designó el 25 de noviembre como Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer.
Pero hubo una cuarta hermana Mirabal Reyes, la única que no murió en aquel evento del 25 de noviembre de 1960: Bélgica Adela (1925-2014), conocida como “Dedé”, quien padeció la furia y el dolor que han sentido miles de personas en el mundo por la pérdida violenta de una hija… hermana… amiga… madre… y encontró en el desarrollo de un museo, el medio para mantener viva la memoria de las tres mujeres que amaba.
La Casa Museo Hermanas Mirabal está catalogada como lugar de memoria vinculado a graves violaciones de derechos humanos por el Centro Internacional para la Protección de los Derechos Humanos (CIPDH) de la UNESCO, dentro del proyecto Memorias Situadas, mapa interactivo que recorre diferentes lugares de memoria, con el que el organismo internacional propone visibilizar cómo las diferentes comunidades abordan sus pasados traumáticos, exhibiendo diversidades, singularidades y similitudes en el modo de hacer memoria y dar a conocer la historia a las nuevas generaciones.
En México, Observatorio de Museos “Raquel Padilla Ramos”
“Los museos forman parte y son producto de una sociedad patriarcal lo que hace necesario realizar un ejercicio de análisis, con perspectiva de género, de las violencias estructurales y simbólicas presentes en estos espacios, en la investigación, catalogación, interpretación y difusión de sus colecciones para desnaturalizar prácticas de violencia y discriminación hacia las mujeres y generar una discusión abierta sobre roles de género”, dice Carolina Carreño Vargas, especialista en educación patrimonial y coordinadora del Observatorio de Museos “Raquel Padilla Ramos” que en México surgió a raíz de otro evento violento contra una mujer: el feminicidio de la historiadora Raquel Padilla Ramos, perpetrado por su pareja sentimental el 7 de noviembre de 2019, en Ures, Sonora.
La muerte violenta de la antropóloga sonorense, profesora investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) tocó de manera muy sensible a un grupo de educadoras de museos que desde hace tiempo tenían en mente realizar acciones organizadas, puntuales y simultáneas, en y desde sus espacios de trabajo, para transformar los museos en herramientas para defender el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia, y este triste acontecimiento marcó el arranque del proyecto, nombrado así como homenaje a su memoria. Al que posteriormente se unieron mujeres de otras profesiones pertenecientes a diversas instituciones y a colectivos independientes.
“Los lamentables hechos ocurridos a la historiadora sonorense dejaron evidente en el INAH, la necesidad de dar velocidad a una serie de acciones para generar un planteamiento constructivo, que contribuya a crear una sociedad libre de violencia hacia la mujer”, dijo en su momento la antropóloga Aída Castilleja González, investigadora del INAH y quien, entonces como titular de la Secretaría Técnica del Instituto, dio apoyo decidido al MRPR, viendo a los museos como elementos clave al ser espacios educativos y de difusión de la cultura. Tarea que no solo requiere actualizar información, sino reflexiones importantes.
De acuerdo con las Naciones Unidas casi una de cada tres mujeres ha sufrido abusos a lo largo de su vida. En tiempos de crisis las cifras aumentan; un nuevo informe de ONU Mujeres, basado en datos de 13 países desde la pandemia por la Covid-19, recoge que dos de cada tres mujeres padecieron alguna forma de violencia o conocían a alguna mujer que la sufría.
Si bien la violencia de género es generalizada, esta puede y debe prevenirse, advierte la ONU. Detener esta violencia comienza por creer en las sobrevivientes, adoptando enfoques integrales e inclusivos que aborden las causas fundamentales, transformen las normas sociales dañinas y empoderen a las mujeres y niñas.
En el OMRPR, ocho mujeres se encargan del trabajo cotidiano y la planeación, coordinación y ejecución de proyectos y convocatorias para contrarrestar esas cifras, a través de la educación y de la visibilización de las aportaciones históricas de las mujeres, las violencias contra ellas y sus luchas para erradicarlas, en estos espacios: Alejandra Ruano Calva, Alicia Martínez López, Arlen Turcott Flores, Carolina Carreño Vargas, Joanna Morayta Konieczna, Magaly Hernández López, Monserrat Navarro Herrera y Yolotl Figueroa Silva.
El equipo, a la fecha ha involucrado a más de 100 mujeres de distintas especialidades y generaciones: antropólogas sociales, arqueólogas, psicólogas, historiadoras y educadoras, feministas y con perspectiva de género, quienes se han sumado, a título personal, en proyectos o convocatorias específicas; son mujeres que trabajan de manera independiente en cultura o que laboran en museos de diferentes adscripciones y que colaboran con el Observatorio, no como representantes de sus espacios, sino por convicción, con lo cual el Observatorio ha fomentado la participación ciudadana, a través de la Laboratoria Mujeres en el Museo.
Al respecto, Yolotl Figueroa Silva explica: “Los laboratorios ciudadanos son espacios físicos o virtuales en los que personas de diferentes saberes, edades y campos de acción se reúnen para crear soluciones a problemáticas visibles o de interés común, en ellos se realizan diferentes acciones de diálogo, reflexión y experimentación que culminan en prototipos.
“Los prototipos se asemejan a una receta inacabada, misma que puede ser adaptada, modelada y ajustada a las necesidades de sus espacios; por ejemplo, en una receta pueden cambiar los ingredientes y sustituirse por otros, con la premisa de que el resultado llegue a ser el platillo original de la receta”.
Laboratoria Mujeres en el Museo, en la que inicialmente se inscribieron 60 mujeres, informa el Observatorio, tienen ya elaborados cuatro prototipos. Uno de estos es “Lactar en libertad”, se refiere a la importancia de la lactancia materna y al respeto que las mujeres lactantes, trabajadoras y visitantes, deben tener dentro de los museos. A través de este prototipo, adoptado por el Museo Regional de Querétaro, el Museo de sitio de la Zona Arqueológica de Cacaxtla-Xochitécatl, en Tlaxcala, y el Museo Histórico Regional de Ensenada, Baja California, todos de la Red de museos del INAH, están desarrollando espacios de lactancia, donde las mujeres se sientan seguras y cómodas.
El 25 de noviembre de 2021, en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer Laboratoria Mujeres en el Museo dio a conocer sus primeros avances.
Pintar los museos con colores que hagan visible a la mujer
A través del Observatorio, a partir de noviembre de 2020, alrededor de 30 museos de la Red del INAH comenzaron a ofrecer al público actividades culturales y educativas con perspectiva de género, en el marco de Museos Naranjas, programa que convoca a los recintos a participar con acciones el día 25 de cada mes, en conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer. La convocatoria de Museos Naranjas arrancó el 25 de noviembre de 2020.
Se trata de diseñar y programar acciones educativas que hagan evidente las violencias y discriminaciones hacia las mujeres, cuestionen la forma cómo esas violencias se mantienen y reproducen, y propongan acciones para prevenir y erradicar los distintos tipos de maltrato hacia las mujeres. Para ello, el Observatorio ha creado guías con una metodología específica que ayuda al personal de los recintos en esta tarea.
“Los museos tienen la responsabilidad de contribuir a la formación y bienestar de las personas y sociedades, el Observatorio invita a sumarse cada día 25, a usar las exposiciones y sus discursos para visibilizar y cuestionar el fenómeno histórico de la violencia contra las mujeres, y a dialogar y ensayar propuestas que garanticen su acceso a una vida libre de violencia”, comenta Carolina Carreño Vargas.
Otra línea de acción es Museos Violetas, que convoca, en el marco del Día Internacional de la Mujer, a diseñar y programar acciones educativas que visibilicen las aportaciones y reconozcan la participación histórica de las mujeres en todos los ámbitos de la sociedad, y promuevan la autonomía y el ejercicio de derechos de las mujeres contemporáneas. Esta propuesta también cuenta con una guía elaborada por el Observatorio, disponible en la página web del INAH para cualquier persona interesada.
Museos Violetas invita a las personas que visitan museos a mirar en nueva perspectiva, con “gafas violeta” y reflexionar acerca de las desigualdades de género, acciones que puedan replicar en su vida cotidiana y que las puedan eliminar.
Dentro de Museos Violetas se ha desarrollado el proyecto “Mujeres históricas y contemporáneas”, que consiste en la elaboración de fichas informativas que destacan la labor de trabajadoras del INAH en distintas áreas y de distintos niveles; también de mujeres de distintas generaciones que han hecho aportaciones a las disciplinas del Instituto.
Las fichas se difunden por redes sociales oficiales y 12 de estas se han exhibido en el Museo de sitio de la Zona Arqueológica de Cacaxtla, en Tlaxcala, y se han llevado a diferentes comunidades del estado, como Texoloc; cuya itinerancia forma parte de los proyectos del sitio arqueológico para estrechar vínculos con las comunidades cercanas.
El confinamiento para prevenir contagios por la Covid-19 no detuvo la marcha del Observatorio y ahora, en la nueva normalidad, a tres años de haberse implementado sus primeras propuestas, se han sumado a Museos Naranjas 12 recintos, más una actividad en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), el Archivo Histórico Judicial de Puebla y los Centros INAH Campeche, Puebla y Veracruz. Este año, en el mes de diciembre se llevará a cabo el Primer Encuentro de Museos Naranjas. En tanto, en Museos Violetas ya han participado 40 espacios de diversos estados del país, informa Carolina Carreño Vargas, mientras trabaja con el equipo de mujeres para seguir sumando espacios.
Uno de los primeros museos en sumarse fue Casa de Carranza, quien abrió las puertas para que ahí se llevaran a cabo las primeras reuniones de trabajo y la presentación pública del OMRPR, en febrero de 2020; asimismo, ahí se llevó a cabo una de las primeras actividades de Museos Violetas: La valiente que se atrevió a solicitar el voto femenino al Congreso Constituyente de 1917, cobró vida todos los domingos de marzo de 2020, en la voz de la actriz Ana Urgel, quien condujo al público por los rincones del edificio porfiriano, sede del Museo Casa de Carranza, contando la historia de la intelectual y revolucionaria de principios de siglo XX: Hermila Galindo Acosta.
Otra vertiente que se pretende abordar, explica la especialista en educación patrimonial, Carolina Carreño Vargas es la del diagnóstico, que consiste en reflexionar sobre cómo los museos representan a las mujeres, qué tipos de piezas exhiben, entre otros aspectos. Con los resultados darán recomendaciones y acompañamiento para alcanzar una representación equitativa y libre de estereotipos.
LUGARES DE MEMORIA
La Casa Museo Hermanas Mirabal abrió oficialmente al público en Salcedo, República Dominicana, el 8 de diciembre de 1994, por la Fundación del mismo nombre, creada para rescatar la historia, el pensamiento y los ideales que simbolizan las tres hermanas, en la residencia donde habitaron los últimos meses antes de morir. La vivienda se construyó en 1954, es de madera y hormigón y está rodeada por un enorme jardín donde, en el 2000, fue levantado un mausoleo con cuatro nichos alrededor de una fuente de agua, para depositar los restos de cada una de las tres hermanas y de Manolo Tavárez Justo, esposo de Minerva, el varón que viajaba con ellas y también ultimado el día del crimen.
De acuerdo con el Centro Internacional para la Protección de los Derechos Humanos (CIPDH) de la UNESCO, el esfuerzo por dejar constancia de hechos violentos ocurridos, por hacer que la memoria del dolor perdure y su mensaje trascienda el presente y logre llegar hasta las generaciones futuras, aquellas que no han sido contemporáneas de los hechos, encuentra en los llamados “lugares de memoria” su forma más poderosa de manifestarse. Entre ese amplio y diverso espectro de creaciones humanas dedicadas a alojar a la vez que vehiculizar el recuerdo, están los museos.
Los Lugares de memoria, dice el CIPDH en su portal, forman parte del patrimonio material e inmaterial de las comunidades. Son construcciones en las que es posible visualizar, cuando se los observa atentamente, no sólo la creatividad y singularidad de los modos elegidos para tramitar los duelos por aquello que fue violentamente arrebatado, sino también las tensiones entre recuerdo y olvido que atraviesan las tramas de esas sociedades, lo que se teme olvidar, lo que se promete recordar.
Mientras tanto, las mujeres del OMRPR y todas las mujeres y hombres que se han sumado a esta iniciativa mexicana, trabajan hacia el futuro, en busca de luz, concibiendo a los museos como lugares educativos, de formación de conciencia, donde las nuevas generaciones se familiaricen con discursos distintos, otras formas de ver el mundo y leer la historia, donde las mujeres también aparezcamos como personajes principales. Los museos como lugares inclusivos e incluyentes, donde todos los sectores de la sociedad reconozcan sus voces y miren su rostro.
Con la guía del Observatorio de Museos “RPR”, paso a pasito los museos florecen en el duelo y la memoria del dolor, como parte de la lucha por un nuevo tiempo de Mariposas.