Danzantes de Xicoht. Acervo Raziel Corona Tapia.

Por: Gustavo Abraham Díaz Trejo

Gustavo Abraham Díaz Trejo

Periodista cultural egresado de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Se ha especializado en la divulgación en medios impresos y en portales electrónicos. Fue reportero en la Dirección de Medios de Comunicación del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), cronista municipal en Chicoloapan, Estado de México, y actualmente colabora en el Centro INAH Tlaxcala.

Dentro de la cultura nahua de Xicohtzinco, Tlaxcala, subyace una expresión ritual conocida como Danza de Xicoht o de Jicote, la cual, gracias al trabajo de personas como los promotores culturales Raziel Corona Tapia y Adelaida Xochipiltecatl Flores, se resiste a desaparecer y, antes bien, siguen honrando la imagen del santo patrono de la localidad, Toribio de Astorga, así como la del trabajo agrícola y de petición de lluvia.

 

Danza de Xicoht. Foto: Enrique Chávez, CINAH Tlaxcala.

 

La mayoría de las danzas tlaxcaltecas generadas a raíz de la colonización mantienen características comunes, como el uso de coreografías de alto carácter religioso y la mezcla de pensamientos católicos e indígenas. La que nos ocupa no dista mucho de estos rasgos y tiene como escenario tradicional a la Parroquia de Xicohtzinco, donde también se venera a la Preciosa Sangre de Cristo.

 

Para la estudiosa del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Amparo Sevilla Villalobos, las danzas se dan en contextos ceremoniales con significados y funciones mágico-religiosas específicas, mismas que influyen en los personajes, los pasos y las indumentarias que emplean.

 

En específico sobre la de Xicoht, Corona Tapia, estudiante de Historia en la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UATx) y una de las pocas ejecutantes que perviven en Xicohtzinco, señaló que es la única que le pertenece de raíz a al municipio, ya que, existen otras vigentes por regionalismo como las tituladas Casamiento de carnaval, Chivarrudos y Boda tlaxcalteca, e incluso se sabe de danzas ya extintas, como las denominadas Tocotines y Cuadrillas de carnaval.

 

Raziel Corona. Danza de Xicoht. Foto: Enrique Chávez, CIINAH Tlaxcala.

 

“Derivado de la persecución a cristeros ubicados al sur de Tlaxcala, entre 1926 y 1929, y a fenómenos más recientes como la globalización, y a la propia muerte de los danzantes, mayordomos, fiscales y devotos en general, el carácter religioso de las danzas se ha ido perdiendo. Sabemos que, en ciertos momentos, el pueblo perdió el interés por la Danza de Xicoht”, aseguró.

 

Al hablar de la coreografía de esta expresión patrimonial, detalló que, probablemente, esté vinculada con las danzas conocidas como ‘de nahuillas’, por el uso de maxtlatl -lienzos largos, a manera de taparrabos, que cubrían los genitales-, cuya impronta se extendió hacia el norte de México producto de la migración de los grupos tlaxcaltecas que contribuyeron a la colonización del septentrión del territorio nacional.

 

“Muestra de ello es que en la Danza de Matlachines de Bustamante, Nuevo León, observamos similitudes con los pasos y coreografías de la de Xicoht. Lamentablemente, sobre la nuestra solo tenemos un registro escrito, en 1998, por Gil Xochicale Pérez”, indicó Raziel.

 

“En algún momento de los años noventa”. Acervo Gil Xochicale Pérez.

 

Hoy en día, la universitaria, como parte de su proyecto de tesis de licenciatura, ha emprendido una segunda memoria documental sobre dicha ritualidad xicohtzinca, basándose en las entrevistas que realizó a Jorge Xochipiltecatl Flores (✝2025) y Gil Xochicale Pérez (✝2024), quienes le hablaron de aspectos como los atavíos que se usaban antes de 1925.

 

Cabe indicar que, los ya fallecidos iniciaron un primer proyecto de recuperación de esta tradición. En dos momentos -uno en 1998 y otro entre 2016 y 2018- la presentaron en 13 colonias de Xicohtzinco y en algunos estados de la república.

 

Reverencia. Proyecto de recuperación 2016-2018. Acervo Gil Xochicale Pérez.

 

Según Corona Tapia, la Danza de Xicoht era de tipo atrial y nocturna, pero una vez que cerraron los templos a raíz de la Cristiada, la manifestación quedó en el olvido.

 

Fue hasta el referido 1998 que Xochipiltecatl y Xochicale intentaron revivirla, sin embargo, para esta época los conceptos se habían modificado. Así, por ejemplo, la interpretación se hizo diurna y en fechas distintas a las que antiguamente se ejecutaba.

 

“La Danza de Xicoht se representa el segundo viernes de Cuaresma, en honor a la Preciosa Sangre de Cristo, pero también: el 16 de abril, velando a las imágenes religiosas durante nuestra fiesta patronal; el 1 de julio, cuando se reciben los primeros beneficios del huerto; el 1 y 2 de noviembre, días de descanso para la tierra, y el 12 de diciembre, en honor a la Virgen de Guadalupe y como petición de lluvia para el siguiente año”, aclaró.

 

Representación de la Danza de Xicoht. Acervo Jorge Xochipiltecatl Flores.

 

Características y atavíos

 

En su idea original solo daba cabida a hombres, no obstante, en época reciente ha incluido a mujeres. Los ejecutantes portan paliacates rojos para cubrir su identidad y, a la fecha, se tiene registro de 35 sones en su desarrollo, los cuales son interpretados con violín, esto como reemplazo del teponaxtle (instrumento de percusión prehispánico).

 

“La danza es una plegaria religiosa en la que también se llama a la lluvia, por lo cual se vuelve un rito de beneficio común”.

 

En ese sentido, hay dos puestos de jerarquía denominados ‘los mayores’, uno colocado al frente de la formación y otro al final; cuatro de carácter intermedio conocidos como ‘los generales’, y, por último, los danzantes. De igual forma, acompañan otros personajes denominados como ‘los cacomixtles’ quienes contemplan el rito para aprender.

 

Cada personaje se viste con la ropa de gala de un campesino y porta un maxtlatl largo de tela o terciopelo, con barbas en las orillas, que asemejan las divisiones del jicote o avispón; pantalones de color negro, camisa blanca, botines y medias de colores a la altura de la rodilla y por encima del pantalón, que emulan la viveza de la naturaleza.

 

El uso del maxtlatl rememora el atuendo de los señores indígenas o pipiltin, pero debido a la mezcla con el catolicismo, hoy se le bordan elementos del paisaje o de la religión cristiana. La prenda es sujetada por un manto rojo que se entrelaza en forma de cruz a la altura del pecho y en la nuca se ajusta con un amuleto; estas adiciones protegen al danzante de malas energías.

 

En las muñecas, codos y hombros van sostenidas unas mascadas de colores que son una especie de paralelismo de las alas del jicote. Es propicio indicar que, si se es únicamente danzante, éste portará en total 12 mascadas; si el personaje es general, deberá ataviarse con 18 de ellas; pero en el caso de los mayores, lleva en su ajuar alrededor de 24 mascadas y todos tienen el encargo de moverlas de forma aleatoria para imitar los desplazamientos del señalado avispón.

 

Como se dijo, los paliacates rojos situados a la altura de la nariz sirven para protección de la identidad, pero de forma adicional los personajes se amarran otro bajo su indumentaria. Es importante que este último no se retire del cuerpo hasta que finalice la danza, ya que, si un mal espíritu reconoce a la persona puede ser causal de un ataque o quebranto. Vale añadir que, como precaución, los ejecutantes guardan un paliacate más por si se desprende el que está detrás de su atuendo.

 

Respecto al sombrero de palma, éste se adorna con plumas de aves nativas o de corral que son alusivas al espíritu; en su frente, son colocadas cuatro flores de colores que simbolizan los elementos de la naturaleza: tierra-amarillo, aire-rosa, agua-azul y fuego-rojo; también dentro del sincretismo católico, esta idea remite a Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo/Virgen de Guadalupe y Preciosa Sangre de Cristo.

 

Sombrero. Danza de Xicoht. Foto Enrique Chávez, CINAH Tlaxcala.

 

Además, es adornado con cuentas de cristal que evocan verdad, claridad, armonía y equilibrio espiritual; del mismo modo posee espejos -tres para los generales y mayores, y dos para danzantes- a manera de reflejos de sí mismos. A propósito de los cristales, es prudente abrevar que, en primera instancia, eran espejos de obsidiana, ya que este es un elemento relacionado con la cultura prehispánica.

 

El sombrero se complementa con una pequeña medalla de Cristo o del santo de devoción del danzante, una cruz de madera colocada en la parte frontal del mismo que también funge de defensa y una serie de listones largos, relativos al viento y el movimiento.

 

Medalla. Danza de Xicoht. Foto: Enrique Chávez, CINAH Tlaxcala.

 

El sombrero de los mayores es el más prominente (75 cm de altura) y se decora con varillas doradas, mientras que los generales portan uno con distintivos plateados; asimismo, estos dos rangos emplean una pluma de zanate asociada con la religiosidad y el orden del cosmos. Aunado a ello, todos portan en la mano una sonaja de guaje que hacen sonar para agradecer las cosechas y llamar a la lluvia.

 

Un llamado a preservar el patrimonio

 

La Danza de Xicoht inicia con un pedimento a Dios y a los santos. Una vez que los danzantes han ingresado al templo y se han formado hasta semejar una cruz, elevan una plegaria a los cuatro puntos cardinales, así como al centro (madre tierra) y al universo (plano celeste), enseguida, dan inicio con la representación, en la cual agradecen por las buenas cosechas y el agua que cae del cielo, el descanso del huerto y por los mantenimientos del año, así como por los que están por venir.

 

“Se recuerdan los favores del campo, pero se sobreponen con las festividades del cristianismo en nuestra comunidad, por ello danzamos frente a las imágenes católicas para que se tome esto como una ofrenda a ellos. Con nuestros pasos marcamos la manera en cómo siembra el campesino con los pies y, al mismo tiempo, elevamos el rezo”.

 

Raziel Corona Tapia concluyó que esta danza no debe verse como algo folclórico, ya que en su idiosincrasia lleva plasmada la historia de una comunidad y una profunda religiosidad popular. El hecho de retomarla y no dejarla perder, subrayó, es darle vida a la memoria de las personas que lucharon por su preservación y visibilizar las tradiciones de Xicohtzinco.

 

La Danza de Xicoht podrá disfrutarse el próximo domingo 23 de noviembre, a las 10:00 horas, en el Ex Convento de Tepeyanco, Tlaxcala, como parte del Festival Mazihcatzin que organiza el Centro INAH Tlaxcala, en coordinación con el gobierno municipal de Tepeyanco y el portal Tlaxcala La Conquistadora.

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