Por: VÍCTOR JOEL SANTOS RAMÍREZ
VÍCTOR JOEL SANTOS RAMÍREZ
De manera equivocada se ha interpretado el significado de “Carnaval” como “carne vale” una etimología falsa que proviene del Medievo y cuyo significado sería: “adiós a la carne”, debido a que durante la cuaresma imperaba la abstinencia, el término “carnestolendas” significa precisamente, abstención de la carne durante la cuaresma. Sin embargo, su origen es otro y mucho más antiguo, en Grecia se le conocía como “currus navalis”, en Roma “carro navalis”, en lengua romance “car navale”, en todos estos casos el significado es el mismo: “carro naval”. Se trata de una festividad de inicio de año en la Primavera (antiguamente el año iniciaba a mitad del invierno en Europa), en el comienzo del año agrícola, precedida por la saturnalia, lupercalia, liberalia romanas y a su vez, por antiguos ritos dedicados a la fertilidad. En Grecia aparece con el culto a Dionisio (Baco romano), cuya imagen se llevaba por las calles de Atenas en “currus navale” (barco con ruedas), mientras se cantaban canciones satíricas y reinaba la bufonería. El carro barco aparece después en Egipto, luego Roma (Baco saliendo del mar montado en un suntuoso carro alegórico) y en la Europa central el barco-carro que llevaba la representación de Nerthus o Hertha (Alemania), la tierra madre o en su lugar un arado, como también se acostumbraba en España.
En Roma se representaba el navío de la diosa Isis procedente de Egipto atracando en el puerto de Ostia, de allí, montada sobre ruedas marchaba hacia la gran urbe seguida por una multitud que gritaba y reía a causa de los grotescos disfraces del cortejo de la diosa, quienes portaban máscaras de animales, ya que Isis, entre otras muchas cosas, era “Señora de los Animales”. Este es uno de los antecedentes del empleo de máscaras en el Carnaval, aunque también pudo tener su origen en las representaciones del carro naval de Baco, ya que este dios poseía un amplio cortejo de personas disfrazadas con pieles de cabra o vestían como bacantes profiriendo gritos y acompañando sus cantos destemplados con zampoñas (flautas a modo de gaita) y tambores sagrados con los cuales pretendían despertar a las dormidas potencias agrarias, en tanto que el resto de los acompañantes intentaban promover la fertilidad mediante payasadas subidas de tono y gestos francamente obscenos.
Un tema central en el Carnaval es el matrimonio de la Reina de la Primavera con el Rey Feo o con Momo (encarnación del truquero demoniaco), monarca de la risa, quienes (de acuerdo con Frazer), encarnaban a los espíritus de la fertilidad y la vegetación, ya que de esa unión marital y sagrada dependerían las cosechas. Las observancias del Carnaval que se practicaron en España (desaparecidas en este país debido a diversas prohibiciones) llegaron a México en la época novohispana y lo que hoy es Hispanoamérica, concuerdan con las antiguas normas europeas, como los ritos de inversión el los que se humilla a los orgullosos, el apaleo de mujeres por hombres disfrazados de animales para aumentar la fertilidad, el trastocamiento del orden, donde los amos sirven a los siervos, se borraban las distinciones de clase (como en la saturnalia romana), siguiendo un comportamiento sexual desordenado (incluyendo la homosexualidad), buscando la unión de los opuestos, el caos primigenio que propiciaría la fertilidad de los campos y la abundancia de cosechas por el resto del año. El Carnaval en su origen, es un festividad de índole agraria y sexual (Según Rohde).
El espíritu del Carnaval es representado por un monigote o pelele, enorme figura rellena de paja, a veces animado por una persona en su interior, el martes de Carnaval o el miércoles de Ceniza, la figura se quemaba, destruía o era enterrada, en ocasiones tras un juicio de a mentiras en el que era defendida por un abogado ante un juez, siempre sin éxito. En Guadalajara y Mazatlán, el espíritu del Carnaval corresponde al “Mal humor”, representado por un figura que es llevada por las calles y que al final se entierra o es quemada.
En Europa la celebración del Carnaval llegó a su cúspide en los siglos XIV y XV, en ciudades como Nuremberg, Niza, Venecia y Florencia, así como en el sur y norte de Francia concluyendo en “Mardi Gras” (Martes Gordo), con una tremenda comilona. En América del sur es famoso el Carnaval de Río de Janeiro, en el que se incorporaron las escuelas de samba creadas a partir de 1920; en México se realizan carnavales en todo el país, en tiempos virreinales, aún en el siglo XIX y principios del XX, se celebraba el Carnaval de la ciudad de México con enmascarados cantando y bailando por el Paseo de Bucareli y el de la Reforma hasta las doce de la noche del martes de Carnestolendas, cuando se apagaban las antorchas, moría la algarabía y sonaban las campanas. Hoy en día, los más importantes son los que se realizan en los puertos de Mazatlán y Veracruz.
Los carnavales también se incorporaron en las festividades indígenas de regiones en Chiapas, Veracruz, así como entre coras y huicholes; la fiesta del Mar de las Cabras en Escuinapa, Sinaloa, aunque se celebra en el mes de mayo, tiene características carnavalesca, es una fiesta de fertilidad (según Grave).
Finalmente, la celebración del Carnaval corresponde al segundo mes mexica y a la fiesta del Tlacaxipehualiztli en honor a Xipe, el desollado, una de las principales deidades de la primavera, en sus festejos predominaban la danza y los combates rituales, lo danzantes concheros, huehuenches, chinelos o tecuanes, todos ellos festejan hoy en día el Carnaval.