El Monumento 9 fue recuperado dentro de la zona arqueológica de Chalcatzingo, Morelos, y dado a conocer por David Grove en 1968. Este monumento, como dejan ver los innumerables elementos iconográficos y la lectura conjunta de los bajorrelieves ubicados en la ladera del cerro Chalcatzingo, formaba parte de un único discurso cosmogónico del periodo Preclásico.
Descripción
Al parecer, el bajorrelieve se hallaba erguido a manera de estela. De sección cuadrangular; el monumento 9 alcanza 1.8m de altura y 1.5m de ancho. En esa superficie se muestra una criatura fantástica cuya boca, proyectada por una secuencia de tres bandas concéntricas, figura el ingreso cruciforme a una caverna. Cada uno de los ángulos de esta cruz tiene cuatro motivos ondulantes. En las cuatro esquinas exteriores, o comisuras de la boca, tiene una serie de formas lanceoladas, que algunos autores han identificado como los ramales de bromelias, plantas parásitas que se adhieren a los árboles y resultan muy comunes en el cerro de la Cantera. En la parte superior del vano de ingreso a la cueva se observa un par de ojos de forma ovoide cuyas pupilas presentan dos bandas cruzadas. Las cejas, por encima de los ojos, tienen una forma curvilínea con bifurcaciones en sus extremos. Entre los ojos se encuentra la nariz, con anchas fosas nasales que no dejan ver tabique alguno. Las facciones descritas representan a un personaje de rostro redondo y boca muy grande de abultados labios.
Por encima de la nariz se encuentra una figura circular que, de acuerdo con Joralemon, es el rostro de una deidad de ojos almendrados, flamígeros y grandes colmillos que sobresalen de la boca. Encima del motivo circular, se aprecian dos motivos alargados que se han interpretado como gotas de lluvia. Por otro lado, la representación de bromelias, que también aparece en los monumentos 1, 2 y 13, además de la forma de los ojos, similares al que aparece en el monumento 1 y la propia forma de la caverna, análoga a la de los monumentos 1 y 13, no deja duda con respecto a la procedencia del relieve. De acuerdo con el fechamiento propuesto por David Grove, el monumento 9, al igual que el resto de los bajorrelieves, corresponden a la fase Cantera (700 – 500 a.C.).
Historiografía
Parece ser que el monumento 9 se encontraba en la parte superior y al norte del gran montículo construido durante el preclásico medio, cuya base mide aproximadamente 70m, conocido como PC str.4. De acuerdo con lo descrito por Grove, a inicios de los años sesenta, un campesino preparando el terreno para sembrar, hizo el descubrimiento del monumento. Éste se encontraba en varios fragmentos que el campesino llevó a su casa y más tarde los vendió “al mercado internacional de antigüedades”
En el año de 1968 aparece el monumento por primera vez publicado en American Antiquity en su número 33 por David Grove. La descripción del monumento y la forma en que fue reconocido la expresa de Grove de la siguiente manera:
El relieve IX es un nuevo grabado cuya procedencia exacta en el sitio se desconoce, porque quien lo descubre no proporciona su ubicación; desde ese momento pasó a manos de un coleccionista privado. Sin embargo, no hay duda de que el grabado procedía de Chalcatzingo, porque varias personas lo vieron (en su estado fragmentario, sin restaurar) en el patio de un agricultor de Chalcatzingo. El relieve fue tallado alrededor de la abertura de la roca que guarda la apariencia de una pequeña cueva, representa la cara de un jaguar con la boca abierta (el interior de la boca está representado por la abertura de la cueva). Sobre la boca hay ojos grandes, casi saltones y cejas flamígeras. Las cejas son inusuales porque terminan en una forma similar a los elementos glíficos de colmillos en otros relieves olmecas. La nariz se representa como ancha y ensanchada, más de lo habitual en los relieves de jaguares olmecas de rostro completo. Los ojos y la nariz se parecen mucho a la reconstrucción de Drucker del monumento 15 de La Venta. Directamente encima de la nariz hay un glifo ubicado donde generalmente existe una hendidura o un glifo hendido. No se ha hecho una identificación directa de este glifo, aunque se parece un poco al glifo olmeca de cuatro puntos y barras verticales. Sobre este glifo existe una porción de otro elemento no identificable. La boca está representada por un motivo de doble contorno, similar a la representación en el relieve I. De las cuatro esquinas exteriores de la boca del relieve 9 brotan motivos florales, posiblemente maíz. En los cuatro ángulos internos de la boca se encuentran elementos similares al elemento interno del nicho en forma de U del relieve I que, en este caso, posiblemente represente una estilización de colmillos. Las similitudes en estilo y representación entre los relieves I y IX sugieren una conexión definida entre el motivo jaguar-tierra, monstruo-cueva y la fertilidad de la tierra. (Grove, 1968: 489-490)
En ese mismo año, el relieve 9 se encontraba en la colección del Museo de Arte de Nueva York, Estados Unidos. En publicaciones posteriores se sigue mencionando la misma ubicación del relieve. La última publicación que conocemos es la de México en el mundo de las colecciones de arte, publicado en México en 1994.
La relevancia del Monumento 9
Chalcatzingo es un sitio de vital importancia para la comprensión del periodo Preclásico Medio, ya que es el único asentamiento del Altiplano central que muestra arquitectura monumental con rasgos de la cultura olmeca. Por su complejidad, variedad temática y calidad de manufactura, los relieves son piezas claves de las investigaciones relacionadas con la iconografía olmeca. De tal manera, el Monumento 9 es uno de los relieves más significativos, ya que presenta características propias del monumento número 1 pero que, por su contexto, como monumento exento y su posición en el sitio, estuvo relacionado a los rituales públicos efectuados en el sitio; en los cuales la “boca del monstruo de la tierra” tuvo un lugar prominente. El relieve, sin lugar a duda, es una de las grandes creaciones artísticas realizada por la cultura olmeca, similar a las cabezas monumentales o a los altares de piedra. Es una escultura de enorme fuerza visual, cuya función principal es avasallar al observador en una muestra de poder por parte de los gobernantes de Chalcatzingo.
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Mario Córdova
Licenciado en arqueología por la Escuela Nacional de Antropología e Historia del INAH y estudió la maestría en historia del arte en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Actualmente es investigador del Centro INAH Morelos. Dirige los proyectos arqueológicos de: Sur de Morelos: Chimalacatlán y Chalcatzingo. Ha laborado en distintos centros del INAH realizando proyectos de investigación y conservación en los estados de: Guanajuato, Puebla, Veracruz, Chiapas, Oaxaca San Luis Potosí, Quintana Roo, Yucatán, Zacatecas Y Estado de México. Ha desempeñado cargos de Subdirector de Monumentos Arqueológicos Inmuebles de la Dirección de Registro Público de Monumentos y Zonas Arqueológicos y Delegado del Centro INAH Morelos. De igual forma, ha sido miembro del Consejo de Arqueología del INAH.
Se ha especializado en historia de la arquitectura en el siglo XVI. Entre sus publicaciones destaca El convento de San Miguel de Huejotzingo, Puebla. Asimismo, ha escrito varios artículos sobre arquitectura virreinal, conservación de monumentos y simbolismo y significado sobre escultura de Chalcatzingo. En el área de docencia ha impartido clases de métodos y técnicas arqueológicas, así como análisis de materiales arqueológicos. De igual manera, talleres sobre el uso de materiales de fábrica en la conservación del patrimonio arqueológico e histórico. Ha dirigido algunas tesis de licenciatura en la ENAH.