Boris Berenzon Gorn

Conocí a Leticia Reina Aoyama hace veinticinco años, cuando tuve el honor de coordinar la elaboración de la Historia de la Historiografía de América (1950–2000) para el Instituto Panamericano de Geografía e Historia, un ambicioso proyecto que culminó en cinco tomos y un CD, centrados especialmente en el volumen dedicado a América del Norte, en donde la doctora Reina dio cuenta de nuestros pueblos originarios y afroamericanos.
Aquella empresa colectiva representó un corte de caja imprescindible para comprender cómo, y desde dónde, se ha narrado la historia de nuestro continente. En ese contexto, fue a través de la lectura del trabajo de Leticia que me enfrenté no solo a una voz rigurosa y comprometida, sino que descubrí las múltiples profundidades del istmo de Oaxaca, tan complejas como fascinantes.
Recuerdo también que fue nuestro entrañable amigo Mario Aguirre Beltrán quien, en su infinita generosidad intelectual, me ayudó a reconocer en Leticia —como en tantos otros espíritus brillantes— la vitalidad de la fiesta en la academia, esa cualidad rara y valiosa que escapa a la tediosa solemnidad y transforma el conocimiento en un acto vivo, celebratorio, capaz de convocar pasión, crítica y alegría. Desde entonces, no solo he seguido con admiración su vasta obra, sino que he aprendido de ella que la historia, cuando se escribe desde abajo y desde dentro, puede ser tan luminosa como profundamente transformadora.
A Leticia nunca le he agradecido el hecho de que su obra me ha permitido vivir, muy de cerca, la pasión por la cultura y la música mexicana en todo su esplendor.
En las profundidades de la historia, donde las voces de los pueblos originarios se habían perdido entre las sombras de un relato hegemónico, surge el trabajo monumental de Leticia Reina Aoyama, quien ha logrado darles cuerpo, voz y presencia a aquellos que, durante siglos, fueron silenciados. Su pluma no solo ha iluminado los rincones oscuros de la historia de México y América Latina, pues también ha ofrecido una perspectiva crítica y profunda que reconfigura nuestra comprensión de los procesos históricos, sociales y culturales que han acompañado al desarrollo de las comunidades indígenas.
A lo largo de su carrera, Reina Aoyama ha tejido una prolífica obra, cuyas páginas resaltan tanto por su rigurosidad académica, como por un compromiso visceral con la justicia social y los derechos humanos.
Su enfoque interdisciplinario, que integra la historia, la antropología y la sociología, le ha permitido desentrañar las complejas dinámicas de los pueblos indígenas en el contexto de la modernización, la colonización y las reformas políticas.
Así, en Historia del Istmo de Tehuantepec. Dinámica del cambio sociocultural. Siglo XIX (2022), ofrece un análisis de las transformaciones sociales y culturales en esta región, fundamental para entender los procesos de resistencia y adaptación de los pueblos zapotecas y mixtecos ante las presiones externas. Esta obra, además, enriquece a una edición anterior, publicada en 2013.

En Cultura política y formas de representación indígena. Siglo XIX (2015), aborda cómo los pueblos originarios de México participaron, y a la vez fueron excluidos, de los grandes proyectos nacionales. Su examen revela el modo en el que miles de indígenas se vieron ‘atrapados’, entre la necesidad de integrarse a una nación emergente y la de defender sus tradiciones y autonomía.
De igual manera, en Pueblos indígenas en Latinoamérica, incorporación, conflicto, ciudadanía y representación: siglo XIX (2015), amplía su enfoque territorial, iluminando las diversas formas de resistencia y adaptación que las comunidades originarias del territorio americano emplearon en tal época.
Uno de los grandes méritos de Leticia Reina es su capacidad para conectar los grandes procesos históricos de los siglos XIX y XX con la realidad contemporánea. En Fin de siglos ¿Fin de ciclos?: 1810, 1910, 2010 (2013), reflexiona sobre cómo los conflictos armados han dejado una huella indeleble en las luchas indígenas, planteando preguntas sobre el fin de los ciclos históricos y el comienzo de nuevas etapas de resistencia y reivindicación. Este enfoque se complementa con títulos como Crisis, reforma y revolución, México: historias de fin de siglo (2002), coordinado junto con Elisa Servín, en donde explora los movimientos sociales en momentos de transición y sus implicaciones para los pueblos originarios.

En Indio, campesino y nación en el siglo XX mexicano (2011) y en Los movimientos indígenas y campesinos en México en el siglo XIX y XX (2010), su reflexión sobre las luchas agrarias y las tensiones de clase se extiende a las interrelaciones entre los conceptos de etnicidad, tierra y nación, desafiando narrativas oficiales que reducen las luchas campesinas a meros eventos de resistencia. A través de estos trabajos, Reina Aoyama reivindica las luchas indígenas, mostrándolas como fundamentales en la construcción de la nación mexicana.
En Identities, nation, globalization (2003), Cycles of conflict, centuries of change, crisis, reform and revolution in Mexico (2007) y Los retos de la etnicidad en los Estados Nación del siglo XXI (2000), indaga en las dinámicas contemporáneas que configuran la lucha por el reconocimiento y los derechos territoriales.
Reina Aoyama no se limita a los grandes temas políticos y sociales. En obras como Oaxaca en el camino (1996) y Historia de la cuestión agraria mexicana, Estado de Oaxaca (1988), repara en los entrecruces de las dinámicas locales y las grandes reformas nacionales, sin perder de vista las voces y resistencias que han marcado la historia de esta entidad y del sur de nuestro país.
Como profesora, Leticia Reina ha transmitido su pasión por la historia y su compromiso con la justicia social a diversas generaciones de estudiantes. Su influencia académica es tan profunda como su obra misma, habiendo sido una mentora de referencia para muchos jóvenes investigadores y activistas.
Su labor pedagógica no se ha limitado a la transmisión de conocimientos técnicos, antes bien, ha inculcado en sus alumnos un sentido de responsabilidad ética frente a las narrativas históricas, alentándolos a cuestionar las verdades oficiales y comprender las realidades históricas desde perspectivas críticas. Al formar a futuros historiadores y antropólogos, ha convertido sus aulas en auténticos espacios de reflexión profunda.
Además, Reina Aoyama ha fomentado el análisis interdisciplinario entre sus pupilos, desafiándolos a mirar más allá de las fronteras tradicionales y adoptar enfoques que integren diferentes áreas del conocimiento.
Su metodología, que invita al estudiante a ser agente activo en la ‘reconstrucción’ del pasado, refleja su creencia en la historia como un campo de estudio dinámico, que contribuye al entendimiento y la transformación de las realidades sociales.
A lo largo de su carrera, Leticia Reina Aoyama ha construido una obra que ilumina el pasado y desafía las narrativas hegemónicas que buscan reducir la historia de los pueblos originarios a meras anécdotas.
Es un referente indispensable para la comprensión de las luchas pasadas y presentes de los pueblos indígenas latinoamericanos; sus escritos, por tanto, trascienden fronteras académicas y se convierten en herramientas para la reflexión y la acción política.
Boris Berenzon Gorn
