Situación de los eventuales en el INAH.

Agradezco nuevamente y celebro la realización de este Foro, espacio inédito en el que todas las voces del INAH tienen cabida. El tema que me permito presentar atañe a más de 2500 mil trabajadores, un atisbo a la situación tan complicada que se tiene en el INAH con respecto a su personal eventual.

Por las características de nuestro trabajo, la Coordinación Nacional de Difusión, visitamos distintos puntos del país y nos vinculamos con compañeros de prácticamente todas las áreas de trabajo: lo que nos ha permitido conocer al sector de trabajadores eventuales que mantienen una situación laboral sumamente precaria e insegura, a pesar de que algunos de ellos han venido trabajando para el INAH desde hace muchos años.

Los eventuales laboramos en todo el país: 1189 en todos los Centros INAH, ya sea en oficinas, bibliotecas, archivos, laboratorios, museos, zonas arqueológicas, la Fototeca Nacional y en distintos centros de trabajo. No hay un solo Centro INAH que opere sin trabajadores eventuales. Y por cierto, en muy pocos de ellos cuentan con personal especializado en materias de difusión (disculparán la acotación).

1379 trabajadores están en la Ciudad de México: En la Biblioteca Nacional, en el Centro Comunitario Culhuacán, en las Coordinaciones Nacionales de Antropología, de Arqueología, de Asuntos Jurídicos, de Centros INAH, de Conservación del Patrimonio Cultural, de Desarrollo Institucional, de Monumentos Históricos, de Museos y Exposiciones, de Obras y Proyectos, de Recursos Financieros, de Recursos Humanos, de Recursos Materiales, en las Direcciones de Antropología Física, de Historia, de Etnohistoria, de Etnología y Antropología Social, de Lingüística, de Operación de Sitios, de Registro Público, de Salvamento Arqueológico, Dirección General, en la ENAH, en la ENCRyM, en la Galería de Historia, en los Museos Casa Carranza, El Carmen, Templo Mayor, en los Museos Nacionales de Antropología, de Historia, del Virreinato, de Intervenciones, en las Secretarías Técnica y Administrativa, en las Subdirecciones de Arqueología Subacuática, de Laboratorios y Apoyo Académico o en zonas arqueológicas como la de Tlatelolco o Templo Mayor y por supuesto en la Coordinación Nacional de Difusión. 

Perdonarán el listado exhaustivo, pero es importante recalcar que las áreas en las que operan los trabajadores eventuales no son exclusivamente administrativas como muchas veces se piensa y se enuncia. Hay, efectivamente secretarias (aunque algunos las consideren menos), choferes, analistas o contadores, pero gran parte de este conjunto de trabajadores, permítanme el término: esenciales, desarrolla su trabajo en áreas sustantivas, y me refiero a restauradores, arquitectos, arqueólogos, antropólogos sociales, historiadores, gestores culturales, museógrafos, bibliotecarios, custodios, abogados y por supuesto comunicadores, entre otros. De tal manera que los eventuales se necesitan para los trabajos permanentes. En esta realidad, casi 600 trabajadores de este gran conjunto, tienen 10 o hasta 20 años de antigüedad con trabajo permanente, paradójicamente considerado eventual. Y es importante destacar que 1191 personas de la plantilla actual de eventuales, somos compañeras trabajadoras.

Pero hagamos memoria, esta situación se gesta desde finales de los años 80 del siglo pasado, la plantilla laboral del Instituto no sólo dejó de crecer sino empezó a verse reducida, sobre todo a partir del programa Retiro Voluntario, instaurado en el gobierno de Vicente Fox, que favoreció el retiro de los trabajadores a cambio de una atractiva compensación, bajo la condición de que la plaza del trabajador retirado se extinguiera. Ello le costó al INAH la pérdida de más o menos 900 plazas de base, situación que, junto a la pérdida de puestos administrativos y de custodia, por su escalafón a gestores culturales, aunado a medidas de recorte de personal, significó que entre 1990 y 2015, el Instituto perdiera más de 1200 plazas de base. 

Sin embargo, en esos 15 años, el INAH siguió creciendo, se abrieron museos y zonas arqueológicas, se concretó la creación de Centros INAH, se formó la Escuela de Antropología e Historia del Norte de México, se incorporó la atención al patrimonio paleontológico y se encargaron al Instituto los mega proyectos arqueológicos en los sexenios de Salinas de Gortari y de Zedillo. Entonces uno se pregunta ¿Y eso cómo fue posible? Con la instauración de mecanismos irregulares de contratación de personal que recibieron los pintorescos nombres de compactados e indocumentados. 

Los compactados, en realidad, fueron contrataciones informales con plazos de 3 a 6 meses, sin seguridad social y con tabuladores construidos a modo, lo que dio lugar, nos explicaron en su momento, a la existencia de más de 80 niveles salariales diferentes, por ejemplo: choferes ganando mensualmente 7 mil pesos y choferes ganando 23 mil, sin que existiera análisis de puesto-función que justificara la necesidad o clasificación de sus contratos.

Los indocumentados, eran trabajadores contratados con recursos de proyectos específicos sin mecanismos claros de selección, sino que quedaba a discreción del responsable del proyecto y quien a su arbitrio contrataba o dejaba de contratar al personal que ocupaba en su proyecto, llegándose a crear la ilusión de que, en los proyectos, había un capítulo 1000, en realidad inexistente.  

En 2016, se crea la Secretaría de Cultura y el INAH cruza por una seria crisis financiera; se da una revisión del Reglamento de la nueva Secretaría, y por si fuera poco, la Secretaría de Hacienda procede a una revisión profunda de la circunstancia presupuestal del Instituto, muy en especial, del inmenso déficit existente en capítulo 1000, de servicios personales. 

El planteamiento inicial para el año 2017 era el de prescindir del personal compactado e impedir, en definitiva, la contratación de trabajadores a través de proyectos específicos. Eso significaba separar a unos 2000 trabajadores, obviamente compactados e indocumentados. En este escenario no podemos olvidar que hubo una negativa de nuestras autoridades a dejar a tanta gente sin trabajo, lo que a todas luces hubiese ocasionado una parálisis en muchas actividades de nuestra institución. 

El acuerdo fue transitar al personal compactado y “compactable”, es decir, el personal de proyectos que realizaba funciones permanentes, subordinadas y de carácter institucional, a personal contratado en plazas eventuales, sujetas a tabuladores autorizados por Hacienda y a una justificación escrupulosa de la necesidad de cada una de dichas plazas, con base a un análisis de cada puesto-función dentro de la estructura. El propósito en ese momento fue el de justificar la necesidad de la plaza, por las funciones que desarrollaba.

Más tarde, en 2019, hubo un siguiente análisis; también hay que decirlo, con varios asegunes como establecimiento de criterios a partir del escritorio y con una falta consulta o acuerdo directo con las áreas, llegando a una plantilla de alrededor de 1900 eventuales, a la que se agregaron 250 trabajadores más, provenientes del proceso de regularización de personal conocido como “de raya” en zonas arqueológicas, autorizado en el gobierno de López Obrador. 

Y para 2024 se agregaron 450 trabajadores para atender el Programa de Mejoramiento de Zonas Arqueológicas (PROMEZA) y la operación de nuevos museos y zonas arqueológicas, del proyecto Tren Maya. Así hoy, el INAH cuenta con alrededor de 2600 trabajadores eventuales que, de acuerdo con la información expresada por nuestras autoridades, representa una erogación anual de más de 850 millones de pesos.

Paralelamente, durante estas décadas, el INAH invierte en nuestra formación, porque hay que reconocer que somos trabajadores especializados. Muchos de nosotros, me incluyo, hemos crecido profesionalmente en la propia institución y en el día a día de nuestras tareas. Esta alta especialización ha propiciado, que compañeros eventuales sean llamados por otras instituciones y que, frente a la falta de oportunidades de crecimiento dentro del propio Instituto, opten por migrar y buscar mejores condiciones salariales y laborales, lo que para el INAH ha representado la pérdida de trabajadores talentosos, con amplio conocimiento y con una rica experiencia en sus materias. Y de los salarios, recuerdo un análisis comparativo, que emprendió Desarrollo Institucional con otras instituciones gubernamentales, detectando que los eventuales en el INAH tenemos salarios por debajo del mismo nivel, con respecto a otras dependencias.

¿y hoy, de qué estamos hablando en concreto cuando hablamos de condiciones laborales? 

A los trabajadores eventuales se nos suscribe un contrato, que hoy con la moda por las siglas, llamamos FUMP,  por tres o si bien nos va, por seis meses, en el que se establece el salario, las jornadas y el horario. Aunque en múltiples ocasiones estos dos últimos rubros no se respetan; no es extraño trabajar en días no laborables o en horarios extras, y para el caso de los eventuales no se contempla remuneración adicional alguna. Aunque esto, hay que decirlo, no es exclusivo de la dinámica laboral en el INAH, sino es un común de muchas instituciones, pero eso es otra historia, lo mismo que el Servicio Profesional de Carrera o el trabajo en casa. En fin, será para otro Foro.

En cuanto a prestaciones, como dice la frase: un, dos, tres por mí y por todos mis amigos, desde 2013, gracias a la gestión de nuestras autoridades, que se reconoce y agradece, se cuenta con condiciones elementales de trabajo, seguridad social y con las prestaciones generales que por ley corresponden. Tampoco pensemos que es posible acceder a bonos, vales, tarjetas de ropa, días económicos, ni estímulos por productividad, por antigüedad, o por puntualidad y asistencia; ni despensas o dinero para la fiesta de fin de año, ni un largo etcétera, pero igual, también sumamos nuestra vocación, conocimiento, experiencia, pasión, tiempo y en multitud de casos, el extra laboral para el logro de los objetivos institucionales.

No se trata de ser lastimero pero hay otros asegunes.. Nuestra voz para emitir opiniones sobre el trabajo o el quehacer del Instituto, en general, es negado. No se nos contempla en los órganos colegiados como son los Consejos Consultivos establecidos en el Reglamento de la Ley Orgánica. No contamos con ningún tipo de representación, como la tienen trabajadores de base a través de sus sindicatos. Incluso, a veces son estas mismas organizaciones quienes niegan la posibilidad de nuestra participación… problema ontológico: somos o no somos.

Frente a esta situación, nos parece necesario señalar que la comunidad del INAH ya no puede dejar de prestar atención a este importante sector. Que, frente a los recortes presupuestales, no es cierto que los trabajadores de base son los que más pierden, sino son los trabajadores eventuales quienes corremos más riesgo, pues es este sector quien se queda sin trabajo con mayor facilidad.  

No se trata de crear falsas expectativas, sino ser realistas. Nos preocupa que las organizaciones sindicales, por ejemplo, solicitan nuevas plazas para el INAH. Frente a la situación por la que atraviesa nuestro país, es difícil que esta demanda pueda cumplirse a un corto o mediano plazo. Pero considerando un gasto que ya es, solicito se pueda considerar, una regularización de todos aquellos trabajadores que día con día y durante muchos años, han aportado su vocación y conocimiento en tareas permanentes consideradas eventuales, y que también dan cumplimiento a la misión que por ley tiene nuestro instituto.

Gracias por el espacio para reflexionar en la posibilidad, de que con base al establecimiento de criterios puntuales, se pueda garantizar  la permanencia en los puestos de trabajo, tener voz y el reconocer nuestra antigüedad dentro del INAH, lo que beneficiará en mejores condiciones para el presente, para nuestro futuro retiro y para el INAH del futuro.. Muchas gracias. 

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