Museo del ExConvento como herramienta de impacto en la protección, conservación del patrimonio; prospectiva de un trabajo de carácter participativo y de colaboración. 

 

 

En tiempos de oscuridad, cuando la esfera pública es hecha escombros, el desafío de pensar sin asideros implica un acto de resistencia política al intentar examinar la devastadora realidad, aunque las respuestas no sean las que desearíamos ver y escuchar. 
Ana Harent

 

 

¿Por qué pensar el museo como herramienta?

 
Principalmente por las implicaciones y las facultades tanto normativas como rectoras  en materia de protección y conservación del patrimonio y monumentos.  En este sentido el Instituto cuenta con tres acciones primordiales; investigar, conservar y difundir,  que reproducen  la deontología del museo.

El museo es una herramienta, solo hay que detenernos a reflexionar sobre el impacto social que realiza, al ser copartícipe con los diferentes niveles de gobierno y con la sociedad. El museo es un foro para poner en evidencia estrategias  conocimiento y aproximación del patrimonio, así como del entramado de la memoria y la narrativa nacional.

Esto implica un ambiente  de corresponsabilidad social donde contar con la infraestructura y recursos adecuados a sus funciones y personal suficiente, no se suficiente. Actualmente se requiere una renovación caracterizada por su vocación de servicio para atender las necesidades de los usuarios de manera oportuna, racional y eficiente.

Pero, ¿cómo hacer que la herramienta haga y cumpla su función en el contexto y ontología de los museos del INAH?

En los museos del INAH contamos con un el modelo desgastado que han nombrado "museo patria", donde el sentido del los monumentos históricos, como bienes vinculados con la historia de la Nación, desde el campo inmanente de la arqueología conforman una política nacionalista y de apoyo a la educación extraescolar.

Los museos desde esta óptica son instituciones dedicadas a la preservación de nuestros bienes históricos y culturales cuya finalidad es formar la conciencia histórica de los mexicanos, ampliar su función ideologizante al promover la difusión del patrimonio histórico y cultural entre nacionales y extranjeros. Podemos definir que actualmente el discurso de los museos, regularmente es una secuencia cronológica de sucesos y hechos aislados, ilustrada por objetos, cuando tenemos una ventana de oportunidad para la reflexión sobre las continuidades y rupturas de la formación histórica y social de México en distintos estratos.

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Para ilustrar la dimensión critica,  tenemos ejemplos como la Casa del Museo, su relevancia se encuentra  en su propia iniciativa (1972). Este modelo es un referente que ha sufrido distintas reanimaciones por su paralelismo con la mesa redonda celebrada en Santiago de Chile, en la que se discutió “la función social de los museos”. Esto encaminó una museología, donde los museos sirven como espacio de contacto entre la sociedad, la naturaleza y la cultura. El proyecto, a la distancia tiene muchos aciertos, no obstante es necesaria una critica en su dimensión tanto prometeica, como mesiánica. Esto, al colocar a grupos oprimidos, como las comunidades indígenas, a estar en contacto con el patrimonio institucionalizado; como la posibilidad de integrar a sus vidas una ventana al conocimiento de su pasado.

Pese a las buenas intenciones, la visión objetivante del museo sigue siendo un asunto por atender, por ello el análisis crítico de su dimensión institucional es necesario. Partiendo de  sus posibles formas de imposición cultural, que reproducen valores del mercado simbólico cultural  hasta las faltas de herramientas para comunicar lo enunciado y las carentes formas del enunciado.

Esto, abre una preocupación sobre lo común. Si el museo ha sido una herramienta para hacer visibles las narrativas de poder, del ángel de la historia o simplemente una construcción moral de la realidad; nos encontramos en una coyuntura donde el museo es este espacio donde sus narrativas involucran lo cognitivo, lo ético-político y lo estético-libidinal.  Pero, ¿quién tiene derecho a su uso?

Podemos pensar que esta herramienta es de uso exclusivo para los especialistas. Si el museo es un modelo que se replica en su forma, podemos atribuir a problemas profundos en la manera en la que actualmente idealizamos los museos; i.e. más colecciones, más visitantes, más recursos, a manera de apéndice del sistema educativo, la compleja estructura cultural del país o las ideologías de mercado.

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Históricamente se ha registrado que los museos de vocación comunitaria caen en el abandono por falta de recursos económicos, humanos y/o materiales; además de la insuficiencia de mecanismos de apropiación cultural de la herramienta “museo”.

 En el caso del Museo del ExConvento, pese haber existido una vinculación comunitaria explícita, ya no hay correlación un entre lo presentado y los representados, mostrando cierta carencia del vínculo Museo-Comunidad por falta de oferta cultural, el cierre parcial del museo (por una renovación inconclusa), aunado a la falta de recursos para su operación y mantenimiento, agudizadas por dos pausas operativas (sismo 2017 y pandemia 2019).

Esta distancia crítica ha sido agudizada por la falta de servicios al público o mejor dicho a los  derechohabientes (visitas guiadas, folletos, actividades complementarias, etcétera) lo cual reduce la operación y presencia del museo a la simple visita a un monumento (espacio estático sin acceso) con una identidad ajena a la comunidad.

En 2021, tomé cargo como director, había una pérdida en más de un 70% de su capacidad de operación, debido a la falta de recursos y la continua demanda de atención en el mantenimiento a nivel correctivo, como en recursos para operación básica:  lo cual significaba el incremento de recursos humanos  para los programas sustantivos y custodia; además del mantenimiento correctivo, impermeabilización de cubiertas, restitución de ventanas y puertas, restauración de aplanados y juntas constructivas, dotar de un sistema de mitigación de fuego, CCTV, entre otros. Hasta ahora nada de eso se ha solucionado pero tampoco es una condición que no compartamos con el universo de la red de museos.

Es importante compartir que el ExConvento está en un enclave politizado y beligerante debido a una histórica percepción de expolio del monumento. Esto por las formas de trabajo y contratación se instrumentalizan para un beneficio personal que se agudiza por la permanencia en una puesto; creando formas de trabajo de distinto orden a la vocación del Instituto. Esto no sólo provoca desconfianza en el contexto del museo, sino un sentido de explotación en su dimensión social y económica, pese que el ingreso es gratuito.

La pandemia puso en crisis a la red de museos, al producir un deterioro progresivo. En el caso del ExConvento, se agravó con el cierre por los daños del sismo 2017. Esto frenó la operación del monumento  y afectó la ministración de recursos, su solicitud y ejecución; lo cual ha sido  sumamente complejo salir de un estado de hibernación.

El ExConvento, como muchos espacios del instituto, se encuentra en una espiral de deterioro que afecta de manera progresiva la infraestructura y su operación, lo cual produce un impacto negativo.

El ExConvento es la imagen del INAH en la localidad, este espacio tiene distintas auras en el imaginario social Tepozteco, derivadas de conflictos en el territorio y recientemente vinculados a la progresiva turistificación y especulación inmobiliaria. Al existir una dependencia financiera del centro INAH, la operación y funcionamiento del ExConvento es inexistente, lo cual nos obliga reafirmar la búsqueda de colaboración y participación comunitaria como váa alterna para el desarrollo de las funciones del centro comunitario.

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Desde junio del 2021 el Museo del ExConvento se ha enfocado en una forma de trabajo que revisa el paradigma deconstructivo esencialista de los museos desde su condición precaria. Esto implica trabajar con un universo de seis trabajadores que realizan custodia, jardinería, museografía y mantenimiento preventivo y un grupo de investigadores que se mantiene ajeno a las tareas y necesidades del centro de trabajo. Esto para atender a una población en tres ámbitos: territorio, identidad y patrimonio.

Para ello el modelo de Museo Comunitario colabora con comunidades, áreas del INAH y  otros grupos, que posean el interés y el compromiso para construir espacios de reflexión y diálogo, a través de la convocactoría a distintos agentes que representan distintos intereses. En 2022  se convocó a tres reuniones que generaron una serie de reflexiones colectivas a partir de conceptos como la geocultura, la identidad y el patrimonio inmaterial, esto con apoyo e una tarjeta de proyecto.

Esto produjo una red de trabajo colectivo, bajo un espíritu de corresponsabilidad, en la enunciación, conservación, protección y difusión de su patrimonio cultural, donde se enmarcó el conflicto entre la versión instituida en las narrativas locales que el muso presentaba, contra la necesidad y emergencia de versiones instituyentes al enmarcar formas de ocupar un territorio. En ese sentido y la socialización de las formas de enunciación del museo nos ha permitido ubicarlo como una cabeza bifronte donde el hecho (faktum) es el "‘ahora”, donde converge el pasado y el futuro de un territorio.

Como una segunda estrategia, desarrollamos el proyecto Documentar la Memoria, en colaboración con la restauradora Frida Mateos. El cual tomó como pretexto el marco de la vigésima conmemoración de la Convención del Patrimonio Cultural Inmaterial y el proceso de restauración del atrio del ExConvento de la Natividad de María, como estrategia para reconocer los valores asociados a este emplazamiento donde la historia y la memoria se cruzan con los afectos.

En este punto, el museo se transformó en foro, para la reflexión colectiva respecto al monumento. Propusimos una serie de actividades de carácter material y simbólico que arrojaron una documentación de las formas de significación por parte de sus usuarios y habitantes; llegando a definir el atrio del ExConvento como un espacio político. En este sentido la construcción de espacios que produzcan formas colectivas, afectivas y participativas, dinamiza la construcción de lo fratimonial (forma distributiva del patrimonio).

Esto es tangible cuando el grupo convocado hace uso de las salas del museo para montar y mostrar el proceso. Ellos se vuelven mediadores de los significados que un territorio puede generar, así como las ideas que parten desde sus mitos fundacionales hasta su experiencia de vida. En estas acciones los predicados de la museología social se vuelven tangibles, al promover la participación activa de la comunidad en la creación y gestión de los museos.

Un tercer movimiento, que se llevó acabo de manera reciente, el Primer Foro de Conservación Preventiva. Se trata de una iniciativa en materia de atención técnica del patrimonio desde el Museo del ExConvento. En este proceso, partimos de la necesidad de impermeabilizar el monumento, ya que al tratarse de una activad anual, este solo se había realizado en 2017 y 2021. El museo en colaboración con el área de Restauración del Centro INAH Morelos, pensamos en una estrategia que nos permitiera realizar un abuso mutuo de las necesidades del patrimonio. Por un lado teníamos la falta de impermeabilizado y por el otro la necesidad de herramientas para la atención de monumentos en el municipio en materia de conservación preventiva. Así que convocamos a las mayordomías de los ocho barrios de la cabecera de Tepoztlán y sus siete pueblos; que tienen bajo su tutela patrimonio para aprender juntos y diseñar manuales de conservación preventiva de sus espacios.

La propuesta se pude resumir en la recuperación del tesoro perdido del pensamiento reflexivo en corresponsabilidad en la protección, conservación y difusión del patrimonio cultural. Esta es una tarea poco explorada desde con un enfoque desde la sociomuseolgía. Esto nos ha permito acercarnos a una arista de la estética negativa. Lo cual implica que las formas verdaderamente significativas y críticas deben resistirse a la mera reproducción de la realidad y, en cambio, debe buscar revelar las contradicciones y tensiones inherentes a la sociedad.

Esta propuesta ha creado un impacto positivo al impulsar a grupos a imaginar y producir espacios reflexivos preocupados por su patrimonio y con la herramientas básicas para su conservación. Vincular los intereses del INAH en sectores, grupos organizados o iniciativas civiles;  así como incrementar la participación comunitaria a través de metodologías provenientes de la sociomuseología, en diferentes modalidades.

Finalmente comparto una metáfora que nos ayuda a imaginar al museo y sus cambios; pensemos en un vaso que es de vidrio, como una botella. Este contiene líquido, como la botella, pero no puedes decir que es una botella porque su forma dice que es un vaso. 
La forma museo no esté en su contenido, sino en su función y su función tiene un significado en sí mismo, pero tiene un significado que cambia de acuerdo con la posición que ocupa en el espacio. Si a un vaso con agua le ponemos una flor, ya no es un vaso con agua para beber, aunque sea el agua que bebes y el mismo vaso. Al ponerle la flor le estás agregando una función que modifica su significado. Eso pasa en el museo, la experiencia no esta en su vista exclusivamente  se encuentra en la experiencia en su uso como herramienta, al ser una experiencia afectiva es un aprendizaje sensible.

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