Caminos abiertos hacia el INAH del futuro
Foros de discusión sobre la circunstancia y perspectivas del INAH
La cohesión de nuestro Instituto Hamlet Antonio García Zúñiga Centro INAH Yucatán
Museo Nacional de las Culturas del Mundo
La presente propuesta se ubica, principalmente, en el eje del fortalecimiento institucional. Su base argumental refiere al trabajo rutinario en los distintos centros de trabajo del Instituto y, a la vez, promueve la transversalidad, teórica, laboral y normativa, por lo que atraviesa varias temáticas, tales como la investigación en las disciplinas antropológicas e históricas, la protección del patrimonio cultural, la participación de las comunidades, así como la gestión de los recursos humanos, materiales y financieros.
Es bien sabido que la misión del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) enarbola una perspectiva gubernamental, un compromiso social y una responsabilidad académica al contribuir a la identificación y al planteamiento de soluciones a los problemas nacionales (en constante crecimiento y diversificación). Se entiende, en consecuencia, que todo recorte presupuestal ignora dicha misión y, de paso, afecta (y atenta) de manera directa al conocimiento documentado de nuestra realidad, al igual que al derecho que como ciudadanía tenemos de disfrutar nuestra historia y cultura local, estatal, regional y nacional.
En este sentido es relevante cualquier demanda que cuestione, exija, al igual que defienda, con energía, convencimiento e imaginación, los recursos financieros y materiales que se asignan anualmente al INAH. Requerimos de un presupuesto tanto justo como digno. Se debe comprender que las partidas ministradas al Instituto no son para “pagar una nómina”, “viajar”, “publicar” o “dirigir un proyecto”, ¡no!, son para cumplir una misión de Estado, diseñar un objetivo de país, propiciar discusiones razonadas en la sociedad, fomentar la co-participación de comunidades minorizadas y vulneradas, contribuir a la presentación de pruebas para la impartición de justicia, divulgar saberes basados en el equilibrio con el medio, enaltecer la conciencia identitaria del territorio, aprender de la diversidad de modos de vida, formar personas desde una perspectiva crítica y responsable, al igual que para trabajar de cerca con la gente.
No obstante, por el momento, más allá de resaltar las dificultades administrativas que nos han aquejado por años y recriminar a la clase dirigente del país la obscena política de recortes que nos impone directa o indirectamente, quisiera llamar la atención sobre una cuestión que invita a un cambio sustancial en el modelo de operación del INAH y, a la vez, alimenta el anhelado diseño de una política de investigación propia, pero, sobre todo, que resulta de fácil aplicación: lo que yo llamo la cohesión del Instituto o, si se prefiere, la integración institucional. Mi plan de exposición cubre cuatro aspectos: (1) la antropología integral como respuesta los llamados por una interdisciplinariedad, una multidisciplinariedad, o bien, una transdisciplinariedad, (2) la conectividad entre centros de trabajo y regiones del país, (3) la comunicación efectiva entre las áreas sustantivas del INAH, y (4) la concepción de las personas en las investigaciones.
- La antropología integral.
La sobre-especialización de nuestras respectivas disciplinas nos obligan a elegir temas de estudio de por vida y a observar nuestro objeto desde una perspectiva que tarde o temprano no dará mayores frutos. Esta situación nos impulsa a perder la oportunidad de volver la convivencia que tenemos en el INAH entre gente con diferentes miradas, en un aliciente para aventurarnos más allá de las fronteras que nos imponemos. Hace mucho que el personal de investigación del Instituto dejó de interpelar a la razón con diversos lentes; parece que la época en que en arqueología requerían del conocimiento lingüístico, por ejemplo, se fue para no volver.
Soy un convencido de que lo anterior no tiene porqué ser cierto. El paradigma actual de las ciencias así lo muestra: cada vez se requiere más la colaboración entre diferentes áreas. Las explicaciones de hechos multifactoriales lo confirman. Hoy nadie escapa de la complejidad. Nuestro INAH no debe ser la excepción. No se trata de cursar un nuevo propedéutico, ni nada que se le parezca. La conectividad digital nos facilita la labor. Asimismo, los trámites y las exigencias administrativas de las entidades con las que solemos tener relación, como CONAHCYT, entre otras, nos dan el pretexto ideal. El quehacer de la ciencia de nuestros días pasa de forma obligatoria, por la colaboración entre pares, la creación de redes multidisciplinarias y la formación de cuadros.
Asumamos el reto de inquerir a nuestro gran objeto de estudio, el hombre, sus recursos y sus productos, desde una actitud epistémica. Las respuestas de disciplinas distintas a las nuestras no las vamos a encontrar, son las preguntas las
que sí debemos imaginar si entendemos bien el contexto de lo que analizamos. Las ciencias antropológicas e históricas son de naturaleza integral, el mismo INAH lo es, no rechacemos una de las ventajas que tenemos frente a otras instituciones del país.
- La conectividad entre centros de trabajo y regiones del país.
Para que lo anterior se transforme en una realidad es indispensable incluir en un rol protagónico a la parte operativa del Instituto. Se deben abrir las alternativas al trabajo colaborativo. La administración no puede estar por encima de lo académico. Dicho en otros términos, lo que proporciona soluciones eficientes en un marco normativo no debe impedir el cumplimiento de la misión institucional que tiene como beneficiarias a las múltiples sociedades que, a su manera, se construyen a partir de una idea de lo mexicano.
Recordemos que, como Instituto, necesitamos identificar los problemas nacionales y contribuir a plantear opciones razonadas para su solución. La integralidad vista en el punto anterior nos aproxima a esto. En primer lugar, debido al reconocimiento que un(a) investigador(a) hace en campo (o gabinete) de los requerimientos, teóricos o de método, para la verificación de un supuesto o para el seguimiento de una línea de investigación. Esto es, por ejemplo, basándome en una de las tareas que se realizan en mi campo, la lingüística, alguien de antropología reconoce en su trabajo que la base oral de una celebración se está perdiendo, por lo que se generan cambios en ciertos aspectos. Se trata, como se ve, de un problema complejo de muerte de lenguas, pero en su centro de trabajo no hay lingüistas, como sucede en todas las entidades con mayor diversidad lingüística en el país. Si no se atiende un problema, el otro cobra otra dimensión.
En segundo lugar, la integralidad aludida nos acerca a la identificación y atención de problemas nacionales debido a que el INAH, a través de varias áreas, puede diseñar seminarios en los que se discuta la interacción entre las disciplinas antropológicas e históricas. ¿Esto se hace? Quizá. ¿En la medida que se requiere? Tengo la certeza de que no. De este modo, lo que comienza con una labor individual se convierte en algo con potencial estatal, regional o nacional. El repositorio de investigación que todavía se está probando va a ser muy valioso para rastrear temas en común y construir un mapa de los problemas del país.
- La comunicación efectiva entre las áreas sustantivas del INAH.
Lo hasta aquí planteado va más allá. No solamente se trata de COHESIONAR las especialidades, sino también los centros de trabajo y las regiones naturales o socioeconómicas de México, además de las áreas del Instituto. Desde los museos del INAH en los últimos años ha habido un llamado amable por diseñar exposiciones a partir de investigaciones antropológicas e históricas. Por lo regular, esta invitación no siempre se atiende. No puedo aceptar un INAH desarticulado y ahogado en una montaña de informes independientes. Me gusta imaginar un INAH en el que fluyen las ideas y se vinculan las áreas. Las diferentes Coordinaciones Nacionales deben pasar de ser un espacio en un organigrama.
- La concepción de las personas en las investigaciones.
No tengo duda de que mis compañeras y mis compañeros van a darnos muestras de su capacidad intelectual en este foro. Espero que mi propuesta se pueda sumar a sus ideas por transformar nuestro Instituto. Me parece que un trabajo de la magnitud que describo en estos escasos minutos se inserta en el rostro que se desea construir para la ciencia nacional. Al respecto, un trabajo desarrollado codo a codo entre especialistas de áreas diversas obliga a formular preguntas de distinto orden. A mí me gustaría destacar aquellas preguntas que tienen que ver con nuestra interacción con la gente. Podemos atrevernos a dejar de lado por un momento las preguntas de corte teórico para atender aquellas de perfil más social, ético y personal. La ciencia de hoy pasa necesariamente por la sociedad, no sólo por la rendición de cuentas y la responsabilidad ética, sino por su participación basada en una política científica y cultural. La ciudadanía, además de derechos culturales, también tiene derechos científicos.
Como colofón de la presente propuesta llamo la atención sobre la viabilidad de edificar una política de investigación del INAH. Como se podrá anticipar, ésta se cimenta sobre:
- La capacidad inquisitiva de su personal, sin importar el tipo de contrato.
- La dinámica de la ciencia moderna que reconoce la interacción entre entes, objetos, circunstancias y temporalidades.
- La riqueza, amplitud y variabilidad de nuestra materia de estudio.
Todo en aras de procurar el bien social, en términos de paz y conocimiento bajo un esquema no restrictivo, sino orientativo, programado, medible y con impacto.