ENAH: La Casa de la Antropología por 86 años (y más...)
Melissa Fernández Chagoya
Secretaria Académica-ENAH
La Escuela Nacional de Antropología e Historia tiene una trayectoria muy particular en un contexto determinado sociopolíticamente hablando. La ENAH participó en la construcción del Estado-nación que hoy nos resulta tan familiar, homologó el modelo explicativo de la lucha de clases con la lucha obrera, describió el amplio espectro multicultural reconociendo e impulsando lo que se ha denominado “lo indígena”. No de menor importancia, se ha alineado, o no, a las demandas del Estado; se ha vinculado, o no, a sus planes y programas para lo que se avizora o se entiende como “desarrollo”. La ENAH, pues, una pequeña gran escuela con impacto académico y político a nivel nacional.
Una escuela que surge para atender la necesidad de darnos respuestas sobre lo humano y, por lo tanto, su devenir cultural, político, social. Durante la primera mitad del siglo pasado, en 1938, surge la carrera de Antropología en la Escuela de Ciencias Biológicas del Instituto Politécnico Nacional. Poco tiempo después, nos mudamos agradeciendo al Poli su cobijo, y en 1939 nos reubicamos dentro del naciente Instituto Nacional de Antropología e Historia, en el cual se encuentra adscrita en la actualidad. Es importante, paradójicamente, tener presente el pasado de nuestra Escuela pues de este inicio eventualmente se desplegaron nuestras preguntas -de corte incluso ontológico- para atenderlas mediante 7 disciplinas antropológicas que hoy en día se practican en la ENAH1:
- Antropología física siendo la única escuela en el continente americano que ofrece esta licenciatura y data de 1941. Aquí se estudia el proceso evolutivo de la especie humana, sus condiciones de vida y salud de poblaciones pasadas y actuales por medio de estudios osteológicos y somatológicos, información que complementa al considerar aspectos sociales, culturales y de comportamiento. Toma en cuenta la variabilidad derivada de la carga genética y la interacción con el medio.
- La Antropología social que estudia la cultura y las instituciones sociales en diversos grupos humanos siendo los temas de investigación más comunes aquellos que tienen que ver con los cambios socioculturales, las normas y los valores, las creencias religiosas, la cosmovisión, la mitología, la magia, el arte, las relaciones de poder y el género, entre otros. Su objeto de conocimiento es la diversidad humana y su método radica en explicar su complejidad, el cambio, la continuidad y la adaptación.
- La Arqueología dedicada a la formación de profesionales capaces de desarrollar proyectos sobre problemas específicos del desarrollo social. Además, capaces de proponer y establecer las estrategias necesarias para la conservación y protección del patrimonio. En la actualidad, las teorías de la complejidad y los enfoques posprocesuales, entre los que destacan la arqueología simbólica y la estructural, han incrementado las vertientes teóricas en torno a la interpretación y explicación de los fenómenos sociales del pasado y del presente.
- Única en su especie, la Etnohistoria, aquella que busca la necesaria conjunción de la historia y la antropología permitiéndonos esclarecer y acerarnos al mundo de la “otredad”", independientemente de que ésta se encuentre en el pasado o en el presente, se trate de un grupo marginado o dominante, posea o no escritura, entre otros aspectos. El éxito obtenido por el paradigma de la etnohistoria llevó a la conformación de esta Licenciatura en 1973.
- Única también es la Etnología que en sus inicios se conformó con una recopilación caótica de datos a partir de los relatos de viajeros que describían "costumbres exóticas" de pueblos extraños. Cabe señalar que el postulado actual de la "aldea global" ha dirigido nuestra mirada hacia quienes muestran resistencia a la homogeneización, quizá, para aprender de esos grupos el éxito de su convivencia centenaria y, en algunos casos, milenaria. Así, nos han revelado que nuestro compromiso no es salvarles sino salvarnos a nosotros y a nosotras mismas.
- En Historia, en la ENAH, se discuten las relaciones entre verdad e interpretación, historia y literatura, el papel del individuo y las colectividades en la historia, las mentalidades y las ideas, el análisis del discurso y las posiciones ideológicas, entre otros. Formar profesionistas que comprendan los fenómenos sociales con una perspectiva antropológica, crítica, objetiva y con un conocimiento de carácter riguroso del acontecer histórico que explique el pasado y contribuyan a entender y transformar el presente.
- Por último y no menos importante, la Lingüística constituye una herramienta indispensable del quehacer antropológico. El lenguaje, intrínsecamente ligado a la cultura, es simultáneamente medio y objeto de estudio de las ciencias sociales. Aquí se busca contribuir a la preparación de profesionistas capaces de responder al conjunto de necesidades derivadas del universo lingüístico que prevalece en el país.
Además, la ENAH, la casa de la antropología en México, ofrece 12 posgrados que responden a las necesidades de nuestra contemporaneidad: Especialidad en Antropología forense, Maestría en Lingüística Antropológica, Maestrías y doctorados en: Antropología Física, Arqueología, Estudios Arqueológicos, Ciencias Antropológicas e Historia y Etnohistoria.
La ENAH, a lo largo de sus ocho décadas, ha formado a grandes seres humanos que ponen en práctica su profesión desde la ética y el reconocimiento de lo que somos, y de lo que podemos llegar a ser. Una escuela que evoca, simbólica y concretamente, los años 70, años de lucha estudiantil, de bravura, de coraje. Una escuela que acogió al Ejército Zapatista de Liberación Nacional en 2001 y quizá ese evento sea otro parteaguas en nuestra historia; la ENAH recupera cada tanto su color y su brío. Revolución, insurgencia y rebeldía, abajo y a la izquierda la escuela de Antropología e Historia, se oye la porra de nuestra comunidad. Comunidad convencida de que el futuro es hoy.
Nuestra querida Escuela, nos ha enseñado a entrecerrar los ojos como muestra de sospecha cuando algo nos lo dan terminado, memorizado y formalizado. Estoy convencida de que nos pasa, nos sigue marcando esta formación tan particular en la que sin duda si algo hicieron bien de nosotras y nosotros es enseñarnos a dudar, pero no duden, pues, que reflexioné varios días el mensaje que quiero compartirles.
Me sorprendí, cuando inicié la escritura de esta ponencia basándome en el listado de tesis concluidas y los proyectos de investigación de los posgrados que se están llevando a cabo durante este año en la ENAH, de lo versátil que son la ciencias antropológicas hoy en día pues prometen servirnos para analizar la capacidad de agencia de los grupos históricamente vulnerados, la migración, las desapariciones y el desplazamiento forzado, la disputa por el control de los bienes naturales y básicos para nuestra existencia, las prácticas discursivas entre poblaciones diversas, el discurso digital, el paisaje, y por supuesto, el lugar y el espacio y los medios de apropiación, de antes de ahora y quizá también de mañana. Los tatuajes de la contemporaneidad y algo que suponemos nuestro, es decir, la corporalidad; los mensajes publicitarios y cómo devienen discurso, ya sea de derecha, de izquierda o desde ningún lugar hacia ninguna parte. La necropolítica y su vínculo con la violencia cotidiana, la violencia de Estado, la simbólica, entre otras.
Nuestras poderosas disciplinas, ejercidas desde las generaciones de jóvenes, o quizá no tan jóvenes, pero sí recién titulados/as de licenciatura o realizando posgrados, hoy en día dan cuenta de que la multidisciplina nos salvará de volvernos ese gremio endógamo del que a las generaciones pasadas les cuesta trabajo salir, en ese sentido, reconozco el aporte que hoy en día viene de otras epistemes a demostrarnos nuestras limitantes, pero también nuestros alcances.
El peso que en la ENAH damos a lo empírico, que en algunas ocasiones es criticado en otros espacios académicos, lo agradezco. La ENAH, en lo personal, y me parece que es una experiencia bastante compartida, me formó para que los modelos teóricos no nublen mi capacidad de visión y entendimiento, para creer que la teorización persigue un fin y ese fin es el cambio social, es decir, queremos entender la sociedad para cambiarla. Como verán, pasan los años y mantengo esa convicción pues, ¿para qué nos sirve entonces saber tanto? Bien colegas, mi mensaje es ese, y espero no rebuscarlo.
A las y los que están transitando este camino, les deseo todo el éxito y toda la convicción. Llegamos aquí por algo y estoy segura de que ese algo es una especie de inconformidad. No nos conformemos, sigamos siendo esas personas que quizá solo queramos comprender para entonces poder cambiar. Construir conocimiento colectivo digno de ser aplicado es lo que ha caracterizado a nuestra querida ENAH estos 86 años y, ojalá, otros 86 más. Como dice Margaret Mead: “Nunca dudes que un pequeño grupo de ciudadanos reflexivos y comprometidos puede cambiar el mundo, de hecho, es lo único que lo ha logrado”.