El manejo de colecciones arqueológicas: una perspectiva desde la academia


Martha Cuevas García y Ángel Adrián Sánchez Gamboa

CNCPC-INAH


Hemos impulsado un proyecto desde 2010 hasta el presente, que se originó para revertir los graves rezagos detectados en cuanto al manejo de colecciones de los museos de Chiapas como son: desconocimiento de los materiales almacenados, carencia de catálogos, inventarios incompletos, con graves errores y desactualizados, falta de estudios y de labores de conservación y restauración de los acervos, así como falta de sistemas de bases de datos profesionales para el control, almacenes desbordados e inapropiados y carencia de equipos y mobiliario. 

Para enfrentar estos retos este proyecto desde su origen se concibió interdisciplinario: Arqueología y Conservación/Restauración, son una mancuerna indiscociable en todos los museos que trabajamos. Otros especialistas que participan en el proyecto son investigadores en distintos temas como epigrafistas, puesto que en Chiapas existe el corpus epigráfico más numeroso de México, físicos como los del laboratorio LANCIC con equipos y métodos no invasivos, historiadores, e historiadores del arte para el estudio de técnicas de manufactura y pigmentos, antropólogos físicos quienes se encargan de los estudios de los restos humanos, arqueólogos especialistas en lapidaria y cerámica, así como fotógrafos y dibujantes profesionales para la documentación de los materiales, entre otros. 

Una de las principales causas del manejo inadecuado del patrimonio arqueológico, es la falta de una visión académica en la administración de los bienes así como la fragmentación de responsabilidades entre las distintas oficinas del INAH. Cada área tiene interés en aspectos particulares pero ninguna visualiza en conjunto la problemática en torno al patrimonio cultural. 

El trabajo emprendido en 2010 del acervo de Palenque se suma al trabajo que llevamos a cabo desde 2014 con las colecciones de los museos de Comitán y Toniná, ha incluido labores de conservación y restauración de todos los materiales, a través de las cuáles no sólo se han estabilizado los mismos garantizando su protección, sino que además mediante estas actividades se han rescatado objetos que estaban fragmentados y se desconocía de su existencia. De manera que no sólo hemos ido superando el desconocimiento que se tenía de los objetos que se resguardan en los museos, sino que además hemos incrementado el número de bienes. Desde el inicio del proyecto hemos implementado la asignación de un número de control interno, que permite dar cuenta de todos los bienes que tienen a resguardo los museos citados, independientemente si son viables de ser inventariados o ser inscritos en Registro Público, ya que sólo una mínima parte cuenta con los criterios establecidos para realizar dichos procedimientos.

El proceso de catalogación va de la mano de los procesos de conservación, se consultan informes en archivos y publicaciones que permitan recobrar información sobre su hallazgo y se desarrollan investigaciones que permitan contar con un conocimiento apropiado de los bienes que se resguardan. Ya que al obtener una calidad curatorial óptima de las piezas podremos darle relevancia científica al acervo y con ello impulsar nuevos conocimientos sobre los importantes asentamientos prehispánicos. 

¿A qué se debe la situación caotica en los acervos arqueológicos? La respuesta inicia por decir que las colecciones arqueológicas a diferencia de las históricas y etnográficas, tienen un crecimiento exponencial porque las excavaciones recuperan abudantes materiales y a pesar de esta particularidad no se planea el crecimiento de los depósitos de resguardo. De manera que están desbordados todos los almacenes y lo que agrava aún más la situación es el hecho de que no exista una normatividad mínima que obligue a los arqueólogos a depositar los materiales recuperados en un lugar determinado y en un tiempo específico.

En el INAH no existe una definición clara de los lugares donde se deben depositar los bienes para su resguardo permanente, en ocasiones los destinatarios son los museos, en otros, bodegas disociadas de los museos y de manera frecuente en sedes dependientes de algún centro de investigación ya sean del INAH o de otras instituciones como la UNAM. En nuestra opinión, aunque no es posible promover un plan único para todo el país debido a que las particularidades de cada entidad son distintas, se debería al menos promover que todos los materiales regresen a las entidades federativas de donde proceden y a la vez, impulsar que cada Centro INAH desarrolle sus estrategias y reciba apoyo económico, para cumplir las tareas mínimas para la salvaguarda y uso del patrimonio arqueológico

En el caso del estado de Chiapas lo más apropiado sería adscribir todas las colecciones arqueológicas a los museos y no permitir la creación de bodegas ajenas a los mismos y mucho menos bajo resguardo indefinido de las investigadores como hoy día. Las razones que sustentan lo anterior son, por un lado, que existen seis museos ubicados en distintas regiones del estado (Museo Regional Chiapas, Museo de los Altos de Chiapas, Museo Arqueológico de Comitán, Museo del Soconusco, Museo de sitio de Palenque y Museo de sitio de Toniná), más cuatro zonas arqueológicas abiertas al público con bodegas de materiales (Yaxchilán, Chinkultic, Iglesia Vieja, Tenam Puente y Bonampak), lugares donde es factible resguardar los bienes y donde el INAH ya tiene una inversión en infraestructura y personal. La segunda razón es el hecho de que los museos son las instancias reconocidas internacionalmente para la protección y administración del patrimonio cultural.

El INAH no ha sido consistente en reconocer a los museos como los depositarios del patrimonio y eso tiene consecuencias negativas porque organismos como la UNESCO y las asociaciones de colecciones científicas dirigen sus esfuerzos a los museos, nunca a una bodega disociada de un museo. Es más, las revistas científicas internacionales condicionan la publicación de un artículo en paleontología, a que los fósiles estén resguardados en un museo oficial, tal requisito proporciona no sólo el respaldo científico al acervo (cuerpo académico de curadores), sino que además garantiza la conservación y consulta a cualquier persona. 

El problema en el INAH es que las oficinas de arqueología generan sus propias bodegas con los materiales que recuperan los arqueólogos y en la mayoría de los casos nunca regresan al lugar de procedencia o museo estatal y, al estar el patrimonio en las oficinas, está supeditado a los responsables eventuales, no existe un marco institucional para asegurar el uso y protección del patrimonio a largo plazo como en el caso de los museos. 

Para mejorar en la protección y uso de los bienes, el Consejo de Arqueología debería estar coordinado con los museos del estado de Chiapas, ya que la autorización de un proyecto debería incluir la obligación de depositar los bienes recuperados en un museo determinado y en fechas estipuladas. De esta manera, el museo podría vigilar que los materiales estén resguardados en sus instalaciones y nunca desplazarlos a otro lugar, claro que para ello los museos tendrian que crecer en bodegas y laboratorios que usen los arqueologos durante los estudios que realicen y al terminar hacer la entrega oficial al museo en cuestión, tal como sucede en la ZA de Copán, Honduras.

Los museos también deberían nutrir al Consejo al respecto de la capacidad que existe en cada museo para resguardar los materiales que eventualmente entregarán los proyectos. Es un requisito indispensable en la administración del patrimonio por parte del estado: capacidad de proteger (almacenar y controlar) y atender los bienes en todos los niveles. 

En la actualidad, los materiales de los proyectos se depositan a decisión del investigador en turno y si las oficinas están en la Ciudad de México, como en la mayoría de los casos, nunca regresan a su lugar original, ni se sabe qué se recuperó ni hay acceso al material. Si los museos estuvieran más involucrados en la administración del patrimonio y un investigador no llega a dar resultados, lo cuál es trágico pero común por desgracia y, si al menos se tuviera asegurado el material y en orden junto con la documentación, se podrían generar otros estudios en vez de perder todo el conocimiento de cualquier exploración.

La administración de los bienes arqueológicos es una tarea muy compleja, la diversidad de materiales y condiciones en que se recuperan los materiales de las excavaciones plantea muchos retos porque no tenemos ni sistemas de control, ni mobiliario ni almacenes concebidos para resolver las problemáticas, ni experiencia acumulada.

Es necesario introducir criterios académicos como los que guían a otras disciplinas como biología y paleontología, quienes han dedicado décadas en mantener las colecciones conservadas y documentadas porque son recursos de investigación, haciendolos accesibles a docentes e investigadores como uno de los principales objetivos. Es tarea urgente que sean los academicos que tomen las riendas de los acervos, basta tener presente que el 97% de las colecciones de los museos están depositadas en los almacenes, solo un 3% se exhibe, en consecuencia sin el trabajo de investigadores que cataloguen, estudien y propongan un orden dentro de los almacenes, el patrimonio arqueológico será estéril para generar conocimientos.

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