"EL APORTE DE RECURSOS MATERIALES POR PARTE DE LAS COMUNIDADES EN LOS PROYECTOS DE CONSERVACIÓN DE BIENES MUEBLES REALIZADOS POR EL INAH"

Denisse Karen Ochoa Gutiérrez

Integrante de la Dirección de Atención Integral Comunidades. Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural. Jueves 28 de noviembre de 2024.

El objetivo de mi participación el día de hoy es poner sobre la mesa una situación que se ha dado, desde hace ya varios años, entre el INAH y la sociedad. La aportación material, en los proyectos de conservación y acciones de conservación preventiva de bienes muebles en recintos religiosos, por parte de las comunidades. Las cuales se traducen en: hospedaje, alimentación y traslado de los comisionados; así como materiales y herramientas para realizar las intervenciones de conservación y restauración.

 

Durante todo el año la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural (CNCPC) recibe solicitudes para la restauración del patrimonio cultural y cada vez es más frecuente que la respuesta a estas solicitudes sea: “por el momento no contamos con los recursos para hacer la intervención o la visita a la comunidad” sobre todo de bienes que implican varias temporadas de trabajo. Ante esta respuesta, los diferentes grupos, que tiene el interés y la necesidad de que se intervengan su patrimonio, ofrecen el apoyo para que los especialistas atiendan su solicitud.

 

Aunado a los recortes de presupuesto que se sufren cada año, las demandas administrativas cada vez son más estrictas y es evidente que los tiempos institucionales no son los mismos que los de las comunidades. Este año se pidió ejercer el presupuesto desde el mes de abril al mes de septiembre aproximadamente, pero las solicitudes siguen llegando fuera de este periodo y la presión es constante pues como servidores públicos debemos atenderlas.

 

Consideramos que este tipo de participación por parte de las comunidades, a las que se suman las asociaciones religiosas y las autoridades civiles, es algo beneficioso, ya que la sociedad, al contribuir con estos recursos, se involucra de forma activa en la conservación de su patrimonio cultural; en muchos casos de sus imágenes religiosas, que también son monumentos históricos y que es competencia del INAH conservar.

Aun así, esta situación es susceptible de propiciar algunas problemáticas, debido al poco tiempo con el que se cuenta, solo me enfocare en una de ellas, de la cual también se derivan otras: las aportaciones que realizan las comunidades no quedan reflejadas en los documentos y plataformas administrativas, lo cual permitiría pensar que la restauración de un bien y todo el trabajo social que se hace a la par, cuesta menos de lo que realmente está costando, económicamente hablando.

 

Esta situación se platica y reflexiona a partir de las experiencias de trabajo de la Dirección de Atención Integral a Comunidades (DAIC) que forma parte de la Coordinación Nacional de Conservación. Somos una Dirección, que el próximo año 2025, cumple 30 años de haber iniciado el trabajo con la sociedad en torno a la conservación del patrimonio mueble y mueble asociado al inmueble. A través de este tiempo se ha constatado que es indispensable vincularse con las personas que detentan el patrimonio cultural para asesorarlos y brindarles información que les permita seguir cuidando de sus bienes.

 

Actualmente, la dirección está conformada, por trece personas: dos psicólogas educativas, siete restauradores, un etnólogo, un arqueólogo, una historiadora y una asistente administrativa. Se asesora a los interesados en cuanto a los procedimientos para la restauración de sus bienes, ya sea que se realicen en los diferentes laboratorios- taller de la Coordinación de Conservación o que las intervenciones se hagan por un restaurador de forma particular, llevando a cabo el trámite correspondiente ante el INAH.

 

Se brindan platicas, capacitaciones y talleres sobre medidas de conservación preventiva, valoración del patrimonio cultural, elaboración de inventarios, prevención de robo, y conformación de grupos coadyuvantes. Se les asesora sobre trámites ante el instituto, aspectos legales y técnicos del patrimonio, y sobre diversos temas sociales en los que se encuentran inmersos los bienes patrimoniales.

 

Asimismo, la DAIC lleva a cabo proyectos integrales in situ, realiza intervención directa en los bienes culturales a la par de actividades de vinculación social, como lo son: acciones de gestión, prospecciones, trabajo etnográfico, diseño e implementación de actividades y materiales educativos, entre otras acciones. Lo cual impacta en la conservación de los bienes a corto, mediano y largo plazo.

 

Para ejemplificar lo explicado, hago mención de la reciente intervención que la DAIC realizó en la localidad de El Calvario. El comité de restauración llego a la Dirección después de haber sido estafados al querer restaurar su retablo de la Virgen de Guadalupe. Una problemática frecuente a la que nos enfrentamos: la falta de información entre la sociedad sobre el INAH y sus funciones, que deriva en las malas intervenciones al patrimonio cultural y en el engaño a las personas que los detentan.

 

El proyecto se realizó en dos temporadas en las cuales el comité, con el apoyo de la comunidad y los mayordomos del templo, solventaron los gastos de hospedaje de los comisionados y compraron materiales y herramientas necesarias. Por parte del INAH se compraron algunos otros materiales, la gasolina y peajes para el traslado, y el sueldo de los especialistas. Si la DAIC hubiera solventado los gastos completos del proyecto no hubiera podido atender otras solicitudes.

 

Los trabajos se concluyeron con buenos resultados, se conservó y restauro el bien y la comunidad quedo satisfecha e informada. Es importante aclarar, que no se recibió dinero en ningún momento, la gente compró directamente lo que no se pudo aportar, basándose en el proyecto previamente realizado y aprobado. Aunque en los informes de restauración se mencionan las aportaciones de la comunidad, estas no quedan visibles, ni documentadas en los presupuestos del instituto.

 

Ante esta situación se corre el riesgo de pensar, que los proyectos de intervención, las comisiones a las comunidades para elaborar inventarios o las pláticas de conservación preventiva, no cuestan nada más que el salario de los especialistas o cuestan menos de lo que realmente es. Aunado a esto, a la Coordinación han llegado comunidades diciendo que gente de otros centros de trabajo del instituto les cobra por ir a sus comunidades para atender sus solicitudes, lo cual nos sugiere que si no se hace una gestión adecuada y ante la falta de documentación que ampare al servidor público se pueden llegar a generar conflictos que escalen hasta poner en riesgo la seguridad del personal.

 

Por lo anterior, consideramos necesario buscar las formas a nivel administrativo de que estas aportaciones queden reflejadas en el INAH. Se podría pensar que, para lograr esta visibilización, las comunidades ingresen sus aportaciones a la cuenta concentradora y de ahí se destinen los recursos a sus proyectos, pero ¿cómo va a aportar dinero la familia que hace el esfuerzo de acomodarse durante unos días para dejarte un cuarto libre para los comisionados? La señora que hace un poco más de comida para darle a los restauradores que están interviniendo al santo patrón de su comunidad ¿cómo va a convertir ese esfuerzo en dinero?

 

Proponemos se analice la situación a fondo, por parte de las diferentes instancias competentes del instituto, para crear los mecanismos necesarios para visibilizar las contribuciones es especie por parte de las comunidades y crear protocolos para su gestión y uso con el propósito de favorecer las buenas practicas. Y, al mismo tiempo, que esto no se convierta en un trámite engorroso para la sociedad y una carga más al interior de la dependencia.

 

Asimismo, si vamos a pedir a las comunidades el apoyo para seguir restaurando sus bienes culturales, es necesario que el INAH, al no aportar el costo total de las actividades, sí cumpla con lo que puede aportar. Algo frecuente, por mencionar un ejemplo, ha sido la falta de mantenimiento a los automóviles de la Coordinación, esto debe ser atendido, pues, aunque las comunidades cooperen con la gasolina necesaria ¿cómo realizaremos las comisiones si los autos dejan de funcionar en plena carretera?

 

Finalmente quisiera concluir con algunas otras preguntas que esperamos sean contestadas, toda vez que se atienda este tema de manera intrainstitucional ¿cuánto es pertinente que las comunidades aporten para que el INAH conserve sus bienes históricos en recintos religiosos? ¿el INAH debería de solventar los gastos completos de las intervenciones de conservación y restauración? ¿cómo explicamos a la sociedad que el instituto no cuenta con los recursos económicos para restaurar los monumentos históricos que la ley que nos rigen señala como nuestra competencia? ¿cómo regulamos la gestión y el ingreso de estos apoyos en especie que son el esfuerzo de la sociedad? ¿cómo aprovechamos estas experiencias para poder justificar ante hacienda y las instituciones competentes que paren los recortes? ¿llegará el día en el que la CNCPC, ya no pueda realizar intervenciones de bienes culturales? ¿es justo que las comunidades aporten recursos cuando ya todos los mexicanos con nuestros impuestos aportamos para que el INAH y las instituciones gubernamentales atiendan lo que les toca?

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