24 de noviembre del 2024
Thalia Montes Recinas
Profesor Investigador Titular “C”
55 4778 3536
Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec
Área de Investigación
Curaduría de Tecnología y Armas
Caminos abiertos hacia el INAH del futuro.
Foros de discusión sobre la circunstancia y perspectivas del INAH.
Temática: Protección del patrimonio cultural
Título: Dos temas: los archivos de los centros de trabajo y el registro de las colecciones bajo resguardo del INAH.
Palabras clave: archivos, colecciones, piezas, conservación, organización, descripción, personal especializado, archivista, investigador.
Los archivos documentales.
La documentación generada en nuestros centros de trabajo refiere al desarrollo de las tareas sustantivas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), estas son: conservación, investigación, difusión y formación de profesionales del Patrimonio Cultural.1 Resaltando los archivos documentales heredados por instancias que antecedieron al instituto en sus funciones, por ejemplo, los elaborados por el Museo Regional Michoacano (1882-), el Museo Nacional de Artillería (1878-1916), el Museo de la Charrería (1933-1976) y el Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía, este último con antecedentes que se remontan a 1825.
Los soportes, tipo de papel, fólderes, grapas, las diversas marcas, muestran los cambios de tecnología aplicados en su elaboración, en las estrategias de su resguardo y también nos remiten a los distintos niveles de accesibilidad. De manera muy amplia refieren a los múltiples proyectos que se han hecho, la manera de realizarlos y quiénes se encargaron de ellos. Son los antecedentes de los inmuebles y colecciones que se resguardan, cada una de ellas importantes por su valor histórico, en ellos se encuentran los argumentos esgrimidos para su protección.
Su importancia es evidente y pese a ello a menudo escucho decir “cómo es posible que una institución dedicada al resguardo de la memoria, del patrimonio del país, no cuide sus archivos.” No diré nada nuevo, nada que la institución y sus trabajadores no sepan, contamos con una Ley de Archivos publicada el 15 de junio de 20182, con instancias a cargo de su aplicación, sin embargo, en la mayoría de los centros de trabajo no existe una atención y manejo adecuado de su documentación, incluyendo la heredada. A que me refiero, no se cuenta con áreas para su resguardo --sí, los archivos necesitan de espacio y mucho--, para su constante organización, acondicionadas para su crecimiento y para la atención de los usuarios. Los señalamientos de la cadena de trabajo siguen: mobiliario y soportes especiales, aplicación de procesos de conservación, encargados o responsables calificados en diversas disciplinas como investigadores, archivonomía, informática, fotógrafos y restauradores. Todo en su atención o es limitado o no existe.
Apoyamos en el resguardo del archivo histórico del centro de trabajo, en su organización, porque es necesario, porque la información ahí vertida es esencial para nuestras investigaciones, porque trabajarlo, reitero, desde el punto de la investigación ha sido sustancioso y gratificante, porque es importante y necesario que su acceso sea amplio, además de ser un derecho de todos. Seguir en la modalidad, de paso lento y haciendo lo que podemos, con lo que se medio tiene al alcance es pensar que la documentación es un producto residual, la copia de un trámite, lo que quedó de un proyecto. Pero forman parte, al mismo nivel, de todas las acciones que encabezamos, son el punto de partida para la siguiente investigación y proyecto.
Somos conscientes de lo limitado del presupuesto, de las reducciones al mismo, pero también tenemos claridad en que la atención a los acervos documentales es urgente y necesaria, es indispensable que sea un objetivo o política de la institución, con la asignación de presupuesto, puntualmente aplicado. No estamos hablando de un lujo o de un gasto más, son los datos, la información y la historia de lo que el INAH conserva y difunde.
Y en estos 85 años de existencia del INAH como no hemos sido muy versados en el cuidado de nuestros archivos, quizá se requiera para empezar de una instancia y organización enfocada específicamente para atenderlos, una independiente a los centros de trabajo. Habría que discutirlo.
El registro de las colecciones
Sobre el registro de los acervos bajo resguardo del INAH que es otra más de sus tareas sustantivas, apunto tres observaciones. La primera refiere a las bases de datos, cuyo formato e indicadores se han actualizado una y muchas veces. Sin embargo, no se cuenta con la garantía de que lo trabajado, lo asentado en ellas cuente con los soportes y respaldos que aseguren su permanencia, más allá de esto no se han establecido las estrategias de trabajo a distintos niveles, empezando por el doméstico que ante cualquier eventualidad de carácter técnico y de escasez de presupuesto permita tener a la mano y accesible la información. Como sería regresar a la elaboración de tarjetas de control, contar con listados en Excel y bases de datos por centro de trabajo. Pero ante todo de acceso abierto.
De igual manera es necesario atender el proceso de descripción, donde todos hacemos nuestro mejor esfuerzo, aplicamos conocimientos y experiencia, pero se requieren de espacios y canales para acordar el uso de vocabularios controlados, para la elaboración de glosarios y homogenizar los criterios de registro; canales necesarios a nivel de los centros de trabajo y a nivel institucional.
En estos espacios de trabajo y discusión se deben acordar el uso, la suma o modificación de los indicadores empleados. Por ejemplo, aún es constante la confusión que se tiene al asentar las tres medidas de las piezas: alto, largo y profundidad. Otro punto a atender es cuando se desconoce el nombre dado por los autores a sus obras o piezas, por ello recurrimos a nombres o títulos descriptivos, las nombramos por lo que en su momento sabemos de ellas; por su forma o por una de sus funciones, lo que se modificará dependiendo de los avances en las investigaciones. Al no contar con un indicador para el título descriptivo, para las señas específicas de las piezas, para aquellas características que las hacen singulares y que permiten diferenciarlas de otras de similares características, toda esta información y datos en los mejores de los casos son consignados en el rubro de observaciones.
Una gran ayuda sería tener un apartado para asentar en las bases de datos las definiciones de los conceptos empleados en nuestras descripciones, lo cual sería un primer paso para la preparación de los glosarios especializados. Esto es esencial de tomar en cuenta para limitar las ambigüedades en las descripciones y que encontrar la pieza o el objetivo de interés se dificulte o se pierda.
Por último, es indispensable delinear, presentar los perfiles y el número de los especialistas que se requieren para cumplir con esta tarea.
Concluyo
La atención a los archivos y las descripciones de las colecciones, en efecto, requieren de espacio, de personal y de presupuesto. Pero, primero que eso, se requiere de planeación, de acordar y elaborar un plan de trabajo, de marcar prioridades, realizado en un franco dialogo transversal.
Estas brevísimas líneas no pretenden pensar en un INAH del futuro, salvo que ese futuro sea uno inmediato, que lo planteado sea empezar a trabajar mañana, ya que su atención es a varios niveles y como toda herramienta de consulta, destinada a especialistas y público en general su naturaleza es tendiente a una mejora constante, acorde a las distintas necesidades de información.
En el INAH nuestro trabajo no parte de cero, tenemos una importante experiencia previa, especialistas nos han antecedido en nuestra labor, nos toca sumar.