Cauces del Tiempo: puente entre el INAH-Yucatán y la sociedad yucateca
María del Carmen Castillo Cisneros
Centro INAH-Yucatán
Hace un año, lanzamos Cauces del tiempo, una columna semanal en la sección de Opinión de la Jornada Maya. Nuestra intención primera fue la de tender puentes entre la investigación antropológica llevada a cabo en el Centro INAH-Yucatán y la vida cotidiana de nuestro estado. Podríamos decir que este proyecto inició bajo los siguientes puntos clave, con la visión de consolidar un espacio de diálogo entre la antropología y la ciudadanía:
- Creación de una columna periodística semanal. Diseñada como una plataforma accesible, esta columna se propuso acercar los conocimientos y experiencias de los investigadores del Centro INAH-Yucatán al público general, presentando temas de relevancia social en un lenguaje claro y comprensible para todo público.
- Exploración interdisciplinar. Con un enfoque que abarca disciplinas como la arqueología, la antropología social, la etnohistoria, la antropología física, la historia, la restauración y la lingüística, cada artículo ofrece una ventana hacia el vasto mundo de la antropología.
- Difusión de investigaciones actuales. A través de esta iniciativa, se busca compartir hallazgos recientes, investigaciones en curso y su impacto.
- Revaloración del patrimonio en Yucatán. Desde su inicio, el proyecto tuvo como objetivo promover una comprensión más profunda de del patrimonio yucateco.
- Un puente entre el conocimiento y la comunidad. Más allá de los textos, esta columna es un esfuerzo por conectar a los lectores con mundo de la antropología, invitándolos a mantenerse informados sobre los aportes del Centro INAH-Yucatán.
Así cada martes, este espacio se ha convertido en un punto de encuentro, un momento para detenerse y explorar temas que en gran medida nos definen y que, a menudo, nos interpelan en lo más profundo. En este primer aniversario, celebramos no solo el valor de acercar la ciencia y el conocimiento social a todos los lectores, sino también la oportunidad de visibilizar el trabajo de muchas personas de nuestro instituto.
Cada artículo ha sido una ventana para conocer el esfuerzo, la dedicación y la riqueza de saberes que muchas veces suelen pasar desapercibidos. Nos hemos dado la oportunidad de conocernos mejor como ciudadanos, compartiendo estudios que en ocasiones quedan relegados a estantes y anaqueles, aunque son memoria histórica y cambiante de nuestro pasado y presente.
A lo largo de un año, Cauces del tiempo se enfocó en conectar el conocimiento académico con el día a día explicando cómo la antropología ilumina temas locales como la identidad cultural, las tradiciones o las problemáticas sociales, acercando a los lectores a comprender su propia comunidad y su historia. Por otro lado, sabemos que hablar de los hallazgos arqueológicos recientes o estudios sobre prácticas tradicionales nos recuerda la riqueza cultural de la región y fomenta una ciudadanía más consciente y protectora de su patrimonio.
En este sentido nuestra columna ha sido una puerta al conocimiento, al gozo de acercarnos a él de una manera accesible, empática y viable. No por estar dirigida a todo público significa que detrás de cada texto no haya una estructura sólida, años de investigación o una rigurosidad académica que respaldan cada palabra. Al contrario, hemos hecho del lenguaje un aliado para democratizar temas complejos y ofrecer una mirada que inspire y contribuya a una comprensión más profunda y enriquecedora de nuestra identidad.
Ahora bien, mientras compartimos lo alcanzado, reconocemos los retos y aprendizajes que han acompañado esta iniciativa. Uno de los principales desafíos ha sido mantener la constancia en la entrega de textos. Los investigadores, inmersos en sus propios proyectos, a menudo encuentran complicado sintetizar ideas y ajustarse a los ritmos periodísticos. Esto ha hecho que el proceso de “perseguir” el artículo semanal sea un reto continuo, especialmente porque, aunque la idea inicial era tener un stock de textos preparados, hasta ahora el trabajo se ha llevado casi al día.
Mi labor como coordinadora consiste en recibir los textos, editarlos, darles el formato solicitado por La Jornada, revisar que estén completos en datos, seleccionar y enviar una imagen adecuada, y, sobre todo, mantener una comunicación constante con cada autor. Nunca se publica un texto sin que el autor lo revise y dé su visto bueno, lo que garantiza que el contenido refleje fielmente su intención y rigor académico. A pesar de estas dificultades, el proceso ha sido ágil y colaborativo. Sin embargo, el gran reto sigue siendo lograr una reserva de textos que permita trabajar con mayor previsión y no sufrir semana tras semana para cumplir con los tiempos de entrega. Por ello, la intención a corto plazo es fortalecer el proyecto, promoviendo una participación más fluida de los investigadores y consolidar esta plataforma como un espacio clave para la difusión de la antropología en Yucatán.
Tras un año de aprendizaje y desafíos, considero que esta experiencia puede inspirar una propuesta que amplíe el alcance de esta iniciativa y esta sería que cada Centro INAH estatal establezca una alianza con un periódico local para difundir, de manera semanal, quincenal o mensual, textos escritos por sus investigadores.
Esta estrategia no solo acercaría el trabajo cotidiano de los Centros INAH a la ciudadanía local, sino que también visibilizaría el papel de la institución y fomentaría una comunicación directa con la comunidad. El conocimiento ya se genera como parte de nuestras actividades habituales; el reto está en sistematizarlo y traducirlo en un lenguaje ameno, eficaz e interesante, que lo convierta en un contenido relevante y accesible para todo público. Es importante recordar que difundir conocimiento es parte crucial de nuestra labor como investigadores del INAH. Somos además servidores públicos, y nuestro trabajo no debiera quedarse únicamente en círculos académicos; debe estar al servicio de las comunidades a las que pertenecemos.
Quizá lo más entrañable de esta columna es eso, saber que llega a cada hogar yucateco, uniendo a quienes la leen en una curiosidad compartida por comprender el mundo que habitamos.
Muchas gracias.